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Los rebeldes zaireños que controlan Goma dejan entrar ayuda humanitaria

Alfonso Armada

El Gobierno ruandés y los rebeldes tutsis que controlan Goma, dieron ayer su autorización a las organizaciones humanitarias para que entraran en la capital de Kivu Norte y llevaran alimentos y medicinas. La ciudad, completamente saqueada, no recibe alimentos desde hace más de una semana, y varios almacenes fueron asaltados en los últimos días ante el hambre y la desesperación de una población de cerca de 300.000 habitantes. Pero el acceso de las ONG a Goma no significa que esté expedito el camino hacia el millón de refugiados conducidos por las milicias hutus y las tropas del antiguo Ejército ruandés al interior de Zaire.

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Los rebeldes, al igual que Kigali, exigen que "fuerzas absolutamente impaciales" garanticen la seguridad de los corredores humanitarios. Con ello, expresan su rechazo a las tropas francesas, a las que acusan de haber actuado en 1994 a favor de los hutus.

Ayer seguía siendo imposible cruzar el puente de hierro y madera que salva la corriente del Rusizi, el río que enlaza los lagos Kivu y Tanganica, y que separa Ciangugu. (Ruanda) de Bukavu (Zaire), para tratar de comprobar sobre el terreno qué ocurrió en la noche del jueves, cuando al menos dos misioneros españoles que trabajaban en el campamento de refugiados hutus de Nyamirangwe encontraron la muerte. Según un fotógrafo francés que pasó tres semanas en la capital de la provincia oriental zaireña de Kivu, Sur, "los misioneros maristas españoles fueron ejecutados mientras estaban en el baño".

En medio del lago Kivu, en la isla de Kivu, 40.000 refugiados "están al borde dé la muerte", gritaban por radio dos monjas españolas en un intento desesperado por paliar el desastre. Las radios misioneras que enlazan con las legaciones diplomáticas y los organismos humanitarios son, a menudo, la única vía de salida, al exterior de dramas que se cuecen lentamente. Hipólito Agüero, enfermero de Médicos sin Fronteras-España (MSF) en el hospital de Bushengue, no lejos de Cyangugu, no puede ocultar su emoción cuando relata los llamamientos que desde hace días realizan las dos monjas españolas. La gran isla de Ijwi, rada como una tortuga verde en el centro del lago Kivu, ya fue objeto el año pasado de operaciones del Ejército ruandés en contra de las milicias hutus (interhamive). La isla, además de un campo con 40.000 refugiados, alberga dos pequeñas poblaciones zaireñas.

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Las monjas suelen comunicar por radio con la Embajada de España en Dar es Salam, la capital tanzana, tres veces al día. Hipólito Agüero relata la última escucha. "La situación es insoportable. No hay medicinas, ni alimentos. La gente se derrumba por la calle. Se están muriendo". Ante la insistencia de la Embajada para que abandonen la isla, una de las religiosas (por seguridad no se dan nombres por radio) responde: "Eso no es cosa suya. Ya decidiremos nosotras cuándo nos vamos. Esto es terrible. Avisen a las organizaciones humanitarias que vengan con ayuda antes de que sea demasiado tarde".

En Goma, sin embargo, seis carmelitas españoles -un sacerdote y cinco monjas-, abandonaron el sábado la ciudad a través de la frontera ruandesa de Gisenyi, dentro de un grupo de unos 30 religiosos, y se encuentran a salvo.

"Esta lluvia hace más penosa la vida de los refugiados", comenta José Antonio Bastos, coordinador local de Médicos sin Fronteras-España (MSF), impaciente por negociar con los rebeldes el permiso para entrar en Bukavu: "Más lluvia, más mosquitos, más neumonía, más diarrea y más peligro de cólera", que ya ha empezado a presentar casos en Kivu Norte.

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