De bordados y chapuzas
"Los bordados no dan, un duro. En cambio, las chapuzas dan una pasta gansa". Son exquisitas palabras, casi textuales, de un chapucero que fabrica películas con ritmo de chorizos y, obviamente, no tiene ni idea de cine, lo que le impide percibir que los bordados resucitan al moribundo, mientras las chapuzas son sus ataúdes, por pasta gansa, que en castellano legible quiere decir idiota, que le proporcionen. Y es que abunda -no entre los que hacen películas, sino entre quienes montan la tienda a costa de ellas- la especie de los que desprecian al cine y por eso se dedican a hacerlo, quiero decir fabricarlo.Un bordado es la francesa Ponette y otro la finlandesa (a saber qué demonios significa este titulejo) Kavas Pilvet Karkaavat. Han costado cada una un duro y medio y producirán centenares, pero a largo plazo. Jacques Doillon y Kaurismaki, de espaldas a cualquier facilidad de esas que dan la modernez y el todo vale con tal de que dé pasta idiota han trenzado en ellas prodigios de riesgo, fuerza y elegancia y seguirán dando dinero dentro de décadas. Pero este dinero lento -el derivado de toda inversión artística digna de ese nombre- no interesa. Interesa la pasta rápida, o gansa, aunque la película que la produce sea una chapuza, aunque hay sospechas de que tal como están las posas sólo las Chapuzas son inmediatamente, o idiotamente, rentables, aunque dentro de unos meses' sean pasto de engorde del olvido. Ahí está la monumental chapuza de, Independence Day para que no queden dudas dé por dónde va la pasta, o peste, gansa.
La emoción
Doillon y Kaurismaki trajeron ayer, para variar, cine genuino a un viejo genuino festival. Y para no variar llegaron fuera de concurso, sin otro aval que la inteligencia y la emoción que llevan a espuertas dentro. Zona abierta es el magnífico apartado donde se refugia el cine arrinconado en estos días húmedos de Donostia. En él cabe todo, por ejemplo, estos aludidos bordados y el de la refinada profesionalidad del último filme de Ridley Scott, Tormenta blanca. Pero la pasta fácil y rápida, al menos en los tragaperras de la aldea española, llegó con Más que amor, frenesí, en la que los bordados que tejen por su cuenta Ingrid Rubio, Cayetana Guillén y Beatriz Santiago están atrapados en una tela de araña de incontables chapuzas. Dará pasta, por supuesto extremadamente gansa, aunque no tanta como Trainsporting, elegía de la mierda y el bacalao rancio, que es una de las más grandes (y no hace falta decir que inmediata y gansamente más rentables) chapuzas británicas contemporáneas, lo que ya es decir.
Babelia
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