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Argumentos del Reino Unido

La crisis en torno al vacuno ha dominado el orden del día europeo en las últimas semanas. Sé que existe una auténtica preocupación entre los consumidores europeos por la encefalopatía espongiforme bovina (EEB). La tarea del Reino Unido y de todos los Estados miembros de la Unión Europea es encontrar una solución europea a lo que es un problema europeo. El Reino Unido ha tomado la iniciativa en esta tarea al proponer una amplia estrategia destinada a erradicar la enfermedad y a restablecer la confianza en los productos de vacuno. Todos nuestros socios europeos han convenido en que se trata de un problema europeo y, sin embargo y hasta la fecha, no todos han procurado seriamente afrontar la cuestión sobre la base de los hechos científicos.Lo que ahora hace falta es que se adopte frente al problema del vacuno un planteamiento sosegado y objetivo, sin dejarse llevar por la histeria y las emociones. Nunca se resolvió ninguna crisis desde la negativa de negociar sobre la base de los hechos de una situación. Desde el primer momento, el Reino Unido ha mostrado su clara resolución de alcanzar un marco para erradicar la EEB y así restablecer la confianza en el vacuno de todos los consumidores de Europa.

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En algunos lugares de Europa se ha sugerido que el Reino Unido está más comprometido con vencer la prohibición que con vencer la EEB. Eso es falso. Dados los perjuicios sufridos por los ganaderos británicos y nuestro sector de vacuno, motivados por esta crisis, es absurdo sugerir que no nos estamos centrando en la resolución del fondo del problema. Ése es el motivo por el que hemos retirado de la cadena alimenticia a todas las reses mayores de 30 meses, y como consecuencia de ello estamos sacrificando y eliminando 25.000 cabezas de ganado cada semana en el Reino Unido. La lucha por eliminar la EEB está ya muy avanzada y no eludiremos la necesidad de llevar este proceso hasta su fin. Ya se han adoptado medidas sin precedentes que han conseguido resultados importantes, entre ellos la espectacular caída del número de nuevos casos de EEB, de los más de 36.000 en 1992 a los 8.000 previstos para 1996.

Algunos de nuestros socios creen que al prohibir la exportación de la carne de vacuno británica y sus productos derivados se mantendría la confianza en el vacuno en el resto de Europa. Pero es perfectamente obvio que la prohibición no ha logrado su objetivo. El consumo del vacuno en Alemania, Italia, Francia y España ha registrado un descenso incluso más espectacular que en el Reino Unido. De lo cual se desprende claramente que la preocupación de los consumidores no se centra únicamente en el vacuno británico, sino en el vacuno como producto. El sector del vacuno en los países de toda Europa está sufriendo gravemente. Todos debemos trabajar con urgencia para llegar a una solución a escala europea.

A principios de esta semana, la mayoría de nuestros socios apoyó la propuesta de la Comisión Europea de levantar la prohibición sobre gelatina, sebo y esperma. Agradecemos el apoyo recibido en el Comité Veterinario Permanente de la UE. Tanto la Comisión como aquellos Estados miembros que nos apoyaron reconocen que no existe una base científica para mantener la prohibición sobre los citados productos. El asesoramiento científico, incluido el de la Organización Mundial de la Salud, es inequívoco: estos productos no presentan riesgo alguno cuando se sometan a los rigurosos procesos de elaboración establecidos por la Comisión y aceptados por el Reino Unido. Sin embargo, hubo una minoría de países que prefirió dejarse convencer por la retórica en lugar de los hechos científicos.

La falta de acuerdo para aceptar incluso este levantamiento parcial de la prohibición socava el compromiso asumido el mes pasado por todos los Estados miembros de trabajar a favor del levantamiento progresivo y escalonado de la prohibición. Este hecho ha creado una auténtica frustración política en todo el espectro político en el Reino Unido.

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Éstos son los antecedentes de las manifestaciones realizadas esta semana por el primer ministro británico, John Major, en el sentido de que en tanto no se levante la prohibición sobre los derivados del vacuno y no se establezca un marco claro para el levantamiento de la prohibición general, el Reino Unido no podrá participar en el normal desarrollo de los asuntos de la Unión Europea. Hemos llegado a esta decisión muy a nuestro pesar, aunque con una resolución férrea de conseguir avanzar. Por tanto, hemos dejado claro que impediremos la adopción de todas aquellas decisiones de los ministros europeos que requieren la unanimidad. Igualmente, no se podrá progresar en las negociaciones en curso en la conferencia intergubernamental sobre el futuro de Europa.

El Reino Unido toma muy en seno sus obligaciones europeas. La decisión de no cooperar en cuestiones importantes de los asuntos europeos no se pone en entredicho nuestro compromiso fundamental con la pertenencia británica a la Unión Europea. Tampoco vamos a adoptar la estrategia de la silla vacía. Por el contrario, ocuparemos nuestro lugar en la mesa para presentar nuestros argumentos con calma, pero con firmeza. Tampoco pretendemos paralizar la UE. No obstante, es nuestra intención emitir una inequívoca señal política de que mientras no haya un proceso de negociación apropiados, en los que todos participen con buena voluntad, no se puede esperar que el Reino Unido actúe como si no pasara nada. Nuestro mensaje es que el Reino Unido habla en serio.

A finales de junio, los dirigentes europeos se reunirán en Florencia con motivo de su cumbre semestral. Si para entonces no se han alcanzado los progresos necesarios, el asunto del vacuno inevitablemente dominará el orden del día hasta el punto de excluir a otras cuestiones importantes. Por esa razón, no escatimaremos esfuerzos en las próximas semanas por explicar las medidas de erradicación de la EEB que hemos adoptado, y por lograr el acuerdo de nuestros socios para el levantamiento escalonado de la prohibición. No hay otra alternativa, si lo que queremos es poner fin al actual caos del mercado.

La Unión Europea sólo podrá funcionar sobre la base de la buena voluntad y el auténtico reconocimiento de los intereses nacionales de los Estados miembros. Nuestra voluntad de resolver el problema del vacuno no está en duda. Trabajaremos con la máxima seriedad y paciencia junto con nuestros socios para poner fin a la crisis. La negociación y la ciencia deben ocupar el lugar de la política y la demagogia.

Malcohn Rifkind es ministro británico de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth.

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