_
_
_
_

Retiro anticipado para Alfredo Astiz, símbolo de la represión militar argentina

Juan Jesús Aznárez

Temiendo que el Senado no homologue como servicios a la patria las muchas canalladas del marino, el almirantazgo, argentino ha decidido el pase a retiro antes de fin de año del capitán de fragata Alfredo Astiz, destacado símbolo de la represión ilegal durante la última dictadura militar. La medida pretende evitar complicaciones al Gobierno y al arma cuando la Cámara Alta se pronunciesobre su ascenso a capitán de navío, informó el diario Clarín. Muy improbable la aprobación, la Marina propondrá al presidente Carlos Menem una jubilación anticipada.Alfredo Ignacio Astiz, activo delincuente al amparo de la impunidad de entonces, no desconoce lo sobresaliente de su entrega. "Si a Scilingo le ofrecieron un millón de dólares en Hollywood, ¿cuánto, pagarían por mi autobiografía, dos, cinco, diez millones?", comentó recientemente. No seria fácil la decisión del postor en una subasta de los desmanes. Si Adolfó Scilingo arrojó vivos al mar a prisioneros adormecidos desde aviones de la Armada, los méritos de Alfredo, Astiz, 45 años, no van a la zaga.

El 27 de enero de 1977, cuando el maletero de los Falcon reventaba con carne subversiva y las picanas de la Escuela de Mécanica de la Armada fundían las bielas, el marino con cara de niño desenfundó su pistola reglamentaria y, rodilla en tierra, advirtió a Dagmar Hagelín, que corría aterrada arriba por la calle Pampa: "¡Párate flaca o te tiro!". Y tiró. La adolescente sueca cayó de bruces herida en la cabeza. Desde esa fecha figura en la lista de desaparecidos.

Juzgado en rebeldía en Francia por el secuestro y asesinato de las monjas francesas Alice Domón y Léonie Duuquet, fue condenado a cadena perpetua y no puede salir de Argentina porque le busca la Interpol. Imputado judicialmente en la tortura de 17 personas, fue hábil en el fingimiento de tristeza de indignación durante sus funciones como espía de las madres de Plaza de Mayo, pero se rindió a los ingleses sin presentar batalla en las postrimerías de la guerra de Malvinas. Se le abrió proceso militar con cargos de posible, cobardía y fue absuelto, por el Consejo de las Fuerzas Armadas.

"Mi vida está arruinada por el resto de mis días", reconoció a la revista Noticias en junio. Algunos están decididos a que así sea: dos jóvenes le rompieron la nariz, rayaron el coche y le quebraron la dentadura en una estación de esquí de Bariloche y en un semáforo de Buenos Aires. El almirante Molina defendió el perfil del militar en desgracia, injustamente maltrado, según sus camaradas de la Escuela y Círculo Naval, y muy dulce, protector y caballero en la consideración de un veinteañero de la discoteca New York City, frecuentada por el guapo capitán. "Tiene todas las condiciones morales para ser oficial de la Marina"', afirmó Molina Pido. El embajador francés se preguntó entonces si "ser asesino es una condición moral para ser oficial de la Marina", y después excluyó al almirante de la lista de invitados a la fiesta nacional del 14 de julio. A última hora se retractó para evitar un agravamiento de la crisis.

Larga deliberación

La decisión será comunicada esta semana a Menem y se tomó después de una larga delibera ción del consejo de almirantes, señala Clarín. Molina Picó "contará a Menem que Astiz está de acuerdo con que es hora de que pida el retiro, dato que confirmó un almirante" que visitó a Astiz ,para comunicarle la idea de la cúpula de la fuerza"'. No sería la primera reprobación del Senado; en 1994 negó el ascenso de dos capitanes al observar en su hoja de servicio infamias compartidas por todos los militares que integraron los siniestros Grupos de Tareas de la dictadura.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_