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Un ex torturador argentino denigra a los militares que reconocen los crímenes de la dictadura

Juan Jesús Aznárez

Sin átomo de arrepentimiento, el ex torturador de la policía federal argentina Julio Simón, Turco Julián, se sumó, a la disección de la dictadura denigrando a los militares que se confesaron contritos en la admisión de culpas. Julio Simón, de 54 años, guardaespaldas del Manosanta Garrincha cuando en 1984 se refugió en Brasil, reveló que la sospecha de, alguna cita próxima en la agenda de los detenidos intensificaba la aplicación de la picana. Afirmó que la instrucción entonces era "matar a todo el mundo". "Yo no estoy arrepentido; luché por mi patria, por mi fe, por la nación".Turco Julián, culpable en 58 causas por desaparición de personas y aplicación de tormentos, lamenta que pese a su patriótico desempeño ahora no tenga "salida laboral".La convocatoria castrense a una edificante revisión de los excesos cometidos durante el Gobierno de la Junta Militar (1976-1983), reiterada este lunes por el jefe de la Fuerza Aérea, general Juan Paulik, en Mar del Plata, encuentra en las acusaciones del ex policía -un discutible aporte. Algunas de sus manifestaciones fueron disparatadas y en poco ayudan a la deseada reconciliación porque, entre otras imputaciones, acusó a Hebe de Bonafini, tina de las fundadoras de la asociación Madres de Plaza de Mayo, de simular la pérdida de sus hijos. "Los hijos de la señora De Bonafini están vivos, y ella los visita en España", afirmó en dos cadenas de televisión.

Julio Simón, implicado en la desaparición de 200 personas y hallado culpable en 58 casos, fue liberado en virtud de las leyes de Obediencia y Punto Final dictadas por el Gobierno del radical Raúl Alfonsín, y adquirió notoriedad en los centros clandestinos de detención El Atlético, El Banco y el Olimpo. "Scilingo

[ex militar que informó sobre la existencia de vuelos con presos condenados] es un inmoral, un cobarde, y un estafador. lbáñez

[confeso participante en aquella operación] fue un alcohólico toda su vida. Ésa es su catadura moral. Juilto a Verbitsky

[el periodista más significado en la denuncia], que hizo inteligencia para los Montoneros, y a la Bonafini, son mercaderes de la muerte".

Turco Julián, especialmente cruel con los judíos, a quienes obligaba a leer literatura nazi, reconoció la muerte de personas sin culpas, pero insistió en que por sus manos nunca pasó un inocente. "Todos, en mayor o menor grado, tuvieron que ver con organizaciones terroristas", dijo.

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La Iglesia católica dejará para diciembre el "examen de conciencia" por su actuación durante la represión del régimen militar, según declaró ayer el obispo Juan Carlos Maccarone. Varias organizaciones humanitarias han acusado a la Iglesia de complicidad y condescendencia con la represión.

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