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Los especialistas españoles, divididos sobre el uso del AZT con los enfermos de sida

Sanidad crea una comisión para alcanzar un consenso sobre la terapia frente al virus

Milagros Pérez Oliva

La conclusión del estudio Concorde, que recomienda no administrar zidovudina (AZT) en portadores asintomáticos. del sida, ha acentuado la división entre los especialistas sobre las indicaciones de este fármaco. Mientras algunos sostienen, pese al Concorde, que el AZT debe prescribirse lo antes posible e incluso en cuanto e conozca la condición de portador, otros recomiendan esperar a que aparezcan los primeros síntomas de la enfermedad o que caiga el nivel de linfocitos T4 en sangre. El programa del sida en Cataluña recomienda esta segunda opción, que también apoya la UE, mientras que el Ministerio de Sanidad ha creado una comisión para aclarar cuál es la terapia más idónea frente al sida.

La controversia agita un huracán en el que no sólo está en juego la angustia de miles de afectados sino también importantísimos intereses comerciales. En el caso de España, la disyuntiva afecta a más de 100.000 personas infectadas por el virus, de las que sólo menos de 15.000 han comenzado a tener síntomas de la enfermedad.Ambas posiciones sobre el AZT se apoyan en estudios de difícil comparación entre sí. El Concorde sigue siendo el estudio más extenso y largo de los realizados hasta ahora. Y sus conclusiones son taxativas en no recomendar el inicio de la terapia hasta la aparición de síntomas. Sus autores manifiestan que si bien en el primer año parece que los enfermos tratados con AZT conservan mejor sus defensas que los no tratados, a los 18 meses de haberse iniciado el tratamiento ya no se observa diferencia alguna en la progresión de la enfermedad entre quienes tomaban AZT y quienes ingieren placebo (sustancia sin efecto terapéutico).

El estudio demuestra también que al cabo de un tiempo de tratamiento, el virus se hace resistente al fármaco. Este es, precisamente, el nudo de la cuestión. ¿Debe iniciarse el tratamiento antes de que aparezcan los síntomas sabiendo que al cabo de uno o dos años ya no será eficaz porque el virus habrá creado resistencia?

Desde un punto de vista exclusivamente médico, la disyuntiva es enormemente compleja. De ahí la división de opiniones. Juan González Lahoz, del hospital Carlos III de Madrid, expresó ayer a este diario su desacuerdo con el Concorde y se mostró partidario de seguir administrando AZT "lo más pronto posible". "Hay varios estudios, entre ellos uno en el que hemos colaborado equipos españoles, que demuestran que la zidovudiña produce un beneficio, incluso en pacientes con más de 700 linfocitos T4 en sangre".Alternativas

Hasta ahora se recomendaba iniciar el tratamiento cuando el nivel de linfocitos caía por debajo de 500. Los síntomas de la enfermedad suelen aparecer por debajo de los 200. "El problema del Concorde", afirma Josep Maria Gatell, responsable del programa del sida en el hospital Clínico de Barcelona, "es que se inició hace seis años, cuando no había alternativas. Si no existieran otros fármacos, sus conclusiones serían válidas, pues ese sería el único medicamento disponible y habría que reservarlo, puesto que al segundo año de tratamiento, el 80% de las cepas del virus son ya resistentes al fármaco. Pero ahora tenemos alternativas. De modo que si sabemos que el AZT retrasa un año el progreso de la enfermedad y todavía en el segundo año hay un claro beneficio, hemos de administrarlo lo más pronto posible y cuando se creen las resistencias, cambiar a DDC o. DDI.

No está tan claro, sin embargo, a juicio de otros especialistas, que el retraso en la progresión de la infección prolongue realmente la vida del paciente. "Esto no está plenamente demostrado. Comprendo la posición de los clínicos, que han de afrontar la enorme presión de los pacientes, pero, a la vista de los estudios disponibles, creo que es aconsejable esperar", afirma Jordi Casabona, responsable del programa del sida de la Generalitat de Cataluña. Un estudio publicado en The New England Journal of Medecine el pasado mes de marzo para sopesar el beneficio del AZT en relación con la calidad de vida concluye que "en ausencia de un beneficio demostrado en la supervivencia, para los enfermos asintomáticos es razonable retrasar el inicio del tratamiento hasta que haya síntomas clínicos de progreso de la enfermedad".

Este es el criterio adoptado por las autoridades sanitarias de Estados Unidos y también el de la Unión Europea. El programa del sida de Cataluña recomienda que no se inicie el tratamiento hasta que el nivel de linfocitos esté por debajo de 200, salvo que haya síntomas de la enfermedad o de una caída acelerada de los linfocitos. "Como existen opiniones encontradas, hemos creado una comisión de expertos en sida que se reunirá el próximo 20 de abril. En principio, la recomendación de Cataluña no me parece descabellada", dijo ayer Juan José Polledo, director, general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad.

Entre la ciencia y el interés comercial

Las primeras víctimas de la confusión son los propios pacientes, que comparan angustiosamente los criterios de los diferentes hospitales, y los médicos más prudentes que se han visto arrollados por otros más lanzados, que dan AZT desde el primer momento.En ausencia de un consenso científico, se plantea quién debe adoptar la decisión. Para Luis Valenciano, director médico en España de Wellcome, el laboratorio británico que produce AZT, está claro: "Que decidan los médicos y los pacientes". Pero los médicos están divididos y los pacientes no tienen más elementos que sus médicos: "Yo, la verdad, no sé qué hacer. Hace un año que me dijeron que era portador, pero estoy bien. Y pienso que tal vez tardaré unos años en tener el sida. Si me trato, tendré efectos secundarios y dentro de dos años tendré que cambiar de fármaco. Pero a lo mejor vivo un poco más. La verdad es que nadie me da garantías de nada", dice un portador. "Resulta muy difícil aclararse en el bosque de los estudios, porque hay grandes intereses comerciales de por medio", afirma Raúl Atzarini, de la Asociación Ciudadana Antisida de Cataluña.

Aunque todos coinciden en que en la decisión no deben mediar criterios económicos, la controversia tiene también su trasfondo comercial. Recomendar AZT desde el inicio de la infección significa tratar a los más de 100.000 portadores asintomáticos que hay en España, lo cual multiplicado por las 300.000 pesetas que cuesta el tratamiento por enfermo y , da 30.000 millones de pesetas. Recetarlo sólo en los enfermos sintomáticos o con bajas defensas significa tratar a menos de 10.000 pacientes por un tiempo más limitado. Y como en España, en todos los países.

Así las cosas, el director de Wellcome en Londres, Trevor Jones, rechazó ayer el Concorde, a pesar de ser un estudio encargado por el propio laboratorio, y sostuvo la eficacia preventiva del AZT, que se ha convertido en su segundo producto más vendido.

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