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Entrevista:Tomás Gutiérrez AleaCineasta

"Humillar a Fidel es humillar a Cuba"

El director de cine Tomás Gutiérrez Alea, de 65 años, considerado como el cineasta vivo más importante después de Buñuel dentro del ámbito hispanoamericano, ha pasado por Madrid después de recibir los aplausos en la Berlinale por Fresa y chocolate. Gutiérrez Alea presenta en la Filmoteca Española, desde el 3 de marzo, su filmografía. Antes de empezar la entrevista, el cineasta cubano, hombre que siempre ha estado bien considerado dentro del estamento oficial del régimen castrista, exige, con una cierta dureza, la exclusión de preguntas políticas, además de poder revisar la transcripción escrita de sus declaraciones. Pero, según avanza la conversación con los periodistas, esa dureza se diluye e, inevitablemente para un autor de cine político, responderá de buen grado a todos los temas. Vestido con unos pantalones vaqueros y jersey de cuello alto negro, el cineasta no fuma y sólo bebe una coca-cola durante casi dos horas de entrevista. Su rostro pálido y delgado, de apagados ojos grisáceos que fueron azules, sólo se crispa cuando habla de los intelectuales exiliados que tienen el "mal estilo y oculto interés" de hablar por Radio Martí.Pregunta. ¿Siempre ha podido realizar en Cuba el cine que quería?

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Respuesta. Sí, aunque parezca sorprendente, e incluso en épocas en que he tenido contradicciones con la dirección del ICAIC [Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos], y eso me parece extraordinario: siempre se me ha respetado. Por supuesto que nunca mi actuación ni nada de lo que hecho ha podido ser calificado de contrarrevolucionario, aunque muchos lo han calificado así, como con Memorias del subdesarrollo, mucha gente quiso que no saliera la película.. Es un filme crítico, pero hecho desde dentro, que pretende desatar una reflexión sobre problemas que tenemos en Cuba y que deben ser superados.

P. Pero todo su cine tiene un alto contenido crítico, no son cintas pasivas ante la realidad de la revolución cubana.

R. Claro, pero han sido muy bien acogidos y respetados.

P. ¿Otros cineastas cubanos han tenido sus mismas oportunidades y aceptación?

R. No todos. Las censuras han sido excepcionales, como Techo de vidrio, de Sergio Giral, y Alicia en el pueblo de las maravillas. Son los casos que recuerdo.

P. Pero la aceptación oficial y el tratamiento dado a Fresa y chocolate, que sobrepasa en ingredientes contestatarios a esos otros filmes-, ¿cree usted que se debe a la película misma o a que es de Tomás Gutiérrez Alea?

R. No creo que sea por mí. Hay un cierto nivel de paranoia en mucha gente que cree que cualquier crítica es ponerle las armas en las manos al enemigo, aunque no todo el mundo es así. Si haces una crítica, se desata el rumor, que crece irracionalmente como una bola de nieve.

P. ¿El aplauso berlinés a Fresa y chocolate contribuye a a mejorar la imagen de Cuba y de Fidel en el extranjero?

R. Yo no sé hasta qué punto puede tener una película tanta influencia, pero sí estoy seguro que ésta contribuye a dar una imagen mucho más compleja de nuestra realidad. Y justamente porque la imagen que se da de Cuba fuera de allí es simplificadora: un sistema totalitario, una dictadura infernal, o la que dan los propagandistas de Cuba: que es un paraíso, el hombre nuevo. Pero siempre son imágenes en blanco o negro. Fresa y chocolate es una película donde se plantean problemas, donde se estimula la reflexión, y en ese sentido, hace más compleja la imagen de nuestro país, lo cual creo que es muy positivo. Mi película es muy honesta.

P. El argumento cuenta el problema de la homosexualidad en Cuba, pero ése es un problema universal...

R. El guión de la película está muy bien contado, se sostiene muy bien, no sólo -en lo que respecta a la homosexualidad, sino a la tolerancia, y, como bien dice usted, es universal, toca a países que se dan de demócratas, pero que también son víctimas de prejuicios, de guetos y de todo tipo de represiones.

P. En Fresa y chocolate, Diego, el homosexual, se va de Cuba, y David, el joven militante comunista, le vaticina el regreso. ¿No está ahí la percha para una segunda parte, la vida de Diego en el exilio? ¿O el regreso a una Habana tolerante?

R. Me encantaría tratar el tema del exilio. últimamente he estado muchas veces en Miami y en Nueva York y es un ambiente de una complejidad muy grande que resulta muy interesante. El tema de los balseros [cubanos que intentan alcanzar las playas de La Florida en pequeñas embarcaciones domésticas] es uno de los hechos que constituyen una gran mentira y una gran verdad al mismo tiempo.

P. Hoy mismo [el pasado jueves], el telediario de la ABC ha dicho que ayer llegaron a Miami 106 balseros.

R. Es tremendo. Hay una enorme cantidad de gente que se quiere ir de Cuba, pero los norteamericanos no les dan visados; sin embargo, al llegar en las balsas les dan casa, trabajo, seguro social... Es un juego muy sucio.

P. ¿Cómo cree que se resolverá la crisis que vive Cuba?

R. No lo sé. No soy un político.

P. Sea imaginativo.

R. Quiero ver una salida, pero no sé si se ha avanzado demasiado en este proceso de deterioro. Yo creo que tiene que haber una salida, pero no va a ser a corto plazo. No soy un economista ni un político; soy un ciudadano, a duras penas un cineasta que se hace muchas preguntas y que no tiene todas las respuestas. No puedo dar una respuesta, pero sí puedo expresar mi inquietud. El problema nuestro se traduce sobre todo en un problema económico. La economía condiciona la política.

P. ¿Qué papel juega el bloqueo en este momento?

R. Me irrita mucho que fuera siempre se hable de los problemas internos de Cuba. Pero nunca hablan del bloqueo, que es la contraparte, y nunca critican a Estados Unidos por la actitud irracional frente a nuestro país, pretendiendo a toda costa humillarlo.

P. Intentar humillar a Castro no es humillar a todos los cubanos.

R. Humillar a Fidel es, en primera instancia, humillar al país. Todo el mundo recibe eso como una humillación. En la situación actual de crisis es absurdo querer hacer unas elecciones. Sería un disparate, sería caer en lo mismo que la Unión Soviética: en el caos. El control político es necesario hasta estabilizar el país y después la economía te obliga a abrir y a liberalizar la política. Pienso en Vietnam y China, donde se liberalizó lo económico, pero sigue una- línea política. En Cuba hay un gran temor a que la gente se enriquezca, y mientras se siga así no hay salida.

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