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Las amenazas diplomáticas de Japón obligan Moscú a dar marcha atrás en los vertidos

Gobierno nipón envía una unidad de su Marina para analizar las aguas

Juan Jesús Aznárez

La advertencia del Gobierno nipón a Moscú de que los vertidos nucleares de Rusia en el mar de Japón ponen en peligro la reciente distensión diplomática entre ambos países parece haber tenido éxito. Ayer, el ministro ruso de Ecología, Víktor Danílov-Dánilyan, propuso a su primer ministro, Víktor Chernomyrdin, la inmediata suspensión de todos los vertidos radiactivos. Mientras arreciaban las protestas contra la descarga, la televisión pública NHK emitía una filmación donde se ve a los marineros rusos procediendo a la maniobra con unas mangueras normales colgando de la borda y sin ninguna protección personal. Japón prestará ayuda técnica para que Moscú elimine sus residuos.

Japón citó ayer, por segundo día consecutivo, al embajador ruso para entregar su protesta oficial. "Tanto el primer ministro, Morihiro Hosokawa, como yo mismo estamos muy preocupados por el hecho de que el problema de la descarga de basura radiactiva se haya convertido en un problema japonés", comunicó telefónicamente al ministro ruso de Asuntos Exteriores, Andréi Kózirev, su colega nipón, Tsutomu Hata.En la proyección de la NHK, que incluye una entrevista con el capitán del carguero ruso en el que éste explica su funcionamiento, se observan las bruscas oscilaciones de la aguja cuando un manómetro se acerca a la tubería de desagüe: entre 10 y 70 veces por encima del nivel normal. El Gobierno japonés ha enviado al lugar una unidad especial de su marina con equipos de análisis. Otros tres barcos más zarparán en los próximos días.

Una portavoz de Greenpeace en Tokio, Elizabeth Mealey, informó ayer de que todavía continúa fondeado en el puerto de VIadivostok un segundo carguero con rumbo inicial hacia el mar de Japón y 700 metros cúbicos en sus bodegas. Le acompaña un buque logístico.

Baja radiactividad

El carguero que desencadenó la crisis al vulnerar la Convención de Londres arrojó 900 metros cúbicos. Una semana después de la cumbre presidencial de Tokio, que sentó unas frágiles pero importantes bases de entendimiento para abordar la crisis sobre las islas Kuriles, ocupadas por tropas soviéticas en 1945 y desde entonces reclamadas por Japón, se abre un nuevo frente, aunque el Gobierno ruso recordó que con anterioridad a los vertidos notificó sus intenciones al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), precisando que se trataba de material de poca radiactividad.

Los japoneses subrayan que, a pesar de que la Convención de Londres permitía basuras de escasa potencia destructiva, la resolución agregada en 1985 las prohibió.

Hata, que pidió que se eleve a Yeltsin la posición de su Gobierno, subraya que el objetivo no es otro que "preservar la. nueva base conseguida en las relaciones ruso-japonesas". Según fuentes oficiales, Kózirev prometió trasladar el asunto al máximo nivel y pidió también la colaboración de Tokio en la eliminación de los residuos.

El viceministro de Comercio Exterior e Industria, Hideaki Kumano, ha manifestado que se prestará mayor asistencia técnica a Rusia para que pueda construir un basurero de líquido radiactivo, procedente en su mayor parte de submarinos y otras unidades de la flota de Pacífico. Un equipo de expertos nipones participará en una reunión preparatoria que se celebrará en Moscú los próximos días 10 y 11 de noviembre.

Grupo de los Siete

En un encuentro de ministros de Finanzas del Grupo de los Siete desarrollado el pasado mes de abril, Japón prometió a Rusia 100 millones de dólares en ayuda para desmantelar armas nucleares y, según el funcionario japonés, esa suma incluye el coste de un basurero.

El diario Mainichi pedía al Ejecutivo que movilice a la opinión pública internacional y en colaboración con otros países se acabe con los vertidos rusos "de una vez por todas".Hata comunicó al Parlamento que el Grupo de los Siete prepara una declaración instando a la interrupción de esas daniñas maniobras en el mar de Japón.

Los representantes de la industria pesquera protestaron afirmando que "desconfían de Rusia". "Comemos pescado todos los días. Los vertidos tendrán un efecto psicológico y emocional importante en los consumidores", afirmó un portavoz de la Federación de Asociaciones Pesqueras.

La oposición, que lo es desde hace, meses después de 38 anos en el Gobierno, aprovechó para arremeter. "Los vertidos tienen lugar inmediatamente después de las conversaciones ruso-japonesas. Han roto nuestra confianza", denunció Yohei Kono, del Partido Liberal Democrático.

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