Perdidos en el laberinto
Dificultad de las empresas españolas para entrar en la cadena de la ayuda alimentaria que la CE destina al Tercer Mundo
Si al biquini se le considera como un bañador, forma parte de la categoría arancelaria 51.03, pero si se le descompone en dos piezas -sujetador y braguita-, ingresa en otro apartado y su exportación a la Comunidad Europea estará sometida a mayores impuestos aduaneros. La argucia, contada por Vassilis Pesmazglou, funcionario griego de la CE, en su novela 1993 o el canto del engranaje, no es sólo ficción. Los aceituneros españoles pueden comercializar sus productos en la CE en envases con michelines, pero no pueden vender, para que a su vez se los suministre al Tercer Mundo o a la ex Yugoslavia como ayuda alimentaria, más que aceite de girasol en bidones lisos.Las latas de conserva de ternera comercializadas en España suelen pesar un cuarto de kilo (235 gramos netos), medio kilo (425 gramos netos) o dos kilos (1.750 gramos netos), pero si una conservera española desea beneficiarse de la ayuda alimentaría comunitaria, sólo puede proporcionar a la Comisión latas de 340 gramos netos y debe, por tanto, fabricar un producto especial que encarecerá su oferta. Las empresas agroalimentarias tienen otros muchos ejemplos de "discriminación" que han comunicado a la Administración para intentar sacar más provecho de los 115.028 millones de pesetas que la CE otorgará este año -154.662 millones en 1992- como ayuda alimentaria a países en desarrollo o en guerra. De las licitaciones que hizo en 1992 el órgano gestor de la CE por importe de 33.331 millones, el sector agroalimentario español consiguió tan sólo el 0,28%, es decir, 2 10 veces me nos que Francia, el principal beneficiario, o casi nueve veces menos que Irlanda. La tasa de retorno española debería normalmente oscilar entre el 8% y el 10%.Indicación española
El director general de Coordinación Institucional de la Secretaría de Estado española para la CE, Alberto Navarro, envió la semana pasada una carta, en la que recopilaba estos datos, a sus homólogos en Bruselas responsables de la cooperación y de la ayuda humanitaria. Les instaba a revisar el reglamento 22.00 de la Comisión de 1987 y la comunicación de 1991 que lo desarrolla estipulando las características de los productos que pueden formar parte de la ayuda alimentaria.
No todos los problemas tienen, sin embargo, su origen en los reglamentos diseñados en su día para favorecer a los productos tradicionales de la agricultura del norte de Europa. Un informe recientemente elaborado por la Federación Española de Industria de Alimentación y Bebidas (FIAB) señala, por ejemplo, que el Diario Oficial de la Comunidad Europea (DOCE), en el que salen publicadas las licitaciones, tarda como mínimo cinco días en recibirse en Madrid, mientras a otras capitales llega antes y sus empresas ganan tiempo para poder preparar sus ofertas.La novela 1993 o el canto del engranaje, del funcionario de la Comisión Vassilis Pesmazglou, aún no traducida al español, es rica en triquiñuelas comunitarias de todo tipo, que sin duda no vendría mal conocer a los empresarios españoles, como sugieren con humor algunos expertos comunitarios.
LADGarantía bancariaPero no toda la culpa del escaso aprovechamiento de los fondos comunitarios incumbe tampoco a la Comisión. "El absoluto desconocimiento de estos mecanismos" por parte de las empresas españolas y "su falta de agresividad en el exterior" son factores que explican sus fracasos, reconoce también el informe de la FIAB.
Por. ese mismo motivo, las Organizaciones No Gubernamentales españolas han sacado también hasta ahora poca tajada de los fondos comunitarios para ayuda de emergencia (90.500 millones) que administra un director español (ver EL PAÍS del 1 de abril de 1993).
Factores relacionados con la economía española, como los altos tipos de interés, encarecen, por última, las ofertas del sector agroalimentario. "Desde el momento en que una empresa española presenta una oferta en Bruselas, debe presentar una garantía bancaria", explica Paloma Cano, de la secretaría de Estado para la CE, "y los tipos de interés siguen siendo algo más altos aquí que en el resto de la Comunidad", añade Cano.
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