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Las negociaciones para liberalizar el comercio mundial

La CE y EE UU cierran el acuerdo sobre comercio agrícola con la oposición de Francia

Lluís Bassets

La Comunidad Europea y Estados Unidos cerraron ayer su acuerdo bilateral sobre comercio agrario, dando paso así a un final que todo el mundo augura rápido y feliz de la Ronda Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio), a punto de convertirse en el mayor esfuerzo de liberalización del comercio mundial, agrario y no agrario, de la historia. Aunque el centro del acuerdo son las cuestiones agrarias, el comunicado conjunto de as autoridades comunitarias y norteamericanas asegura que se han hecho suficientes progresos "para asegurar el acuerdo en los elementos más importantes que bloqueaban el avance en Ginebra [la sede del GATT], especialmente en agricultura, servicios y acceso a los mercados".El acuerdo implica el recorte de las exportaciones europeas subvencionadas del 21%, en vez del 24% inicialmente exigido por Washington. Respecto a las semillas oleaginosas (colza, soja, girasol), la CE se compromete a limitar la superficie cultivada a 5.128.000 hectáreas, lo que significa apartar del cultivo a más de 400.000 hectáreas.

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En términos de volumen, el cuerdo significa pasar de las 11,5 millones de toneladas de semillas producidas este año a una cantidad que puede oscilar entre 10 y 11 millones, en vez de los nueve millones exigidos inicialmente. Cuando la CE fue denunciada por Estados Unidos ante el GATT estaba produciendo algo más de siete millones de toneladas. El acuerdo se aplicará, además, de forma escalonada durante siete años.

La cuestión más preocupante en este momento para las autoridades comunitarias es la actitud que adopte Francia ante este acuerdo tan difícilmente alcanzado. El Consejo de Ministros de Economía de la CE recibirá en su reunión del lunes en Bruselas una explicación detallada, en la que se incluirá la argumentación en cifras sobre la compatibilidad entre sus términos y la Política Agrícola Común reformada antes del verano, punto que se hallaba en el centro de las preocupaciones de Francia. El ministro de Economía francés, Michel Sapin, deberá pedir, sin embargo, que no se rubrique el acuerdo hasta tanto la Asamblea Nacional francesa no haya procedido a su debate.

La Comisión Europea, en la que se habían producido importantes divergencias en una anterior fase de las negociaciones, felicitó unánimemente a los dos negociadores europeos a su vuelta de Washington. El comisario español Manuel Marín aseguró que "responde a los términos del mandato que el Consejo de Ministros dio a la Comisión y por eso he creído oportuno apoyarlo". Y añadió que "contiene elementos suficientes para satisfacer a los países más reticentes, como Francia, y se halla perfectamente en los límites marcados por la PAC".

Tanto en la Comisión como en los Gobiernos más próximos al francés, el español entre otros, hay una gran preocupación por la actitud de Mitterrand, que ha puesto en manos de los parlamentarios y de una oposición encarnizada y ansiosa por descabalgarlo de la presidencia un acuerdo susceptible de un tratamiento demagógico.

La propia presentación del acuerdo tiene que ver con el miedo a una reacción airada de Francia. Los dos negociadores insistieron en todo momento que se trataba de una victoria para la agricultura europea, que verá avalada su Política Agrícola Común por el GATT. También subrayaron que el acuerdo queda incluso lejos de los límites impuestos por la nueva PAC en la congelación de tierras.

El anuncio del acuerdo fue realizado por los dos negociadores, ante una sala repleta de periodistas como sólo se produce en las grandes ocasiones. "No habrá guerra comercial", aseguró Andrissen. "Es la victoria del comercio mundial", apostrofó MacSharry.

Los dos negociadores europeos para el GATT, Andriessen y McSharry, regresaron ayer a Bruselas para reunirse inmediatamente con el colegio de comisarios que preside Jacques Delors. La Comisión cuenta con el mandato del Consejo de Ministros de los Doce de llegar a un acuerdo justo y equilibrado con Estados Unidos sobre el comercio agrario, que además debe ceñirse a los términos de la Política Agrícola Común reformada antes del verano.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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