Ser fumador empieza a estar mal visto
España se suma al boicoteo occidental
Los españoles fumadores que viajan a Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania o los países nórdicos lo pasan fatal. En esos países no sólo está prohibido fumar en lugares públicos, oficinas y reuniones de trabajo, sino que incluso está mal visto y es signo de muy mala educación encender el cigarro, incluso en la propia casa, sin preguntar a los presentes si les molesta. En esos países sigue habiendo fumadores, pero muchos menos que en España, y sobre todo, no hay fumadores pasivos. Pero algo está cambiando, y el tabaco inicia también en España su retirada.
En los ambientes selectos fumar es ahora un signo de chabacanería y entre los jóvenes profesionales de 35 y 45 años las deserciones son cada vez más numerosas. En determinados negocios con proyección, internacional, fumar en público es ya muy mal, visto y las reuniones de trabajo se celebran en el más pulcro e inodoro de los ambientes. Los ejecutivos de Arthur Andersen, por ejemplo, saben que no han de fumar y no porque exista prohibición alguna al respecto."España sigue teniendo una de las mayores tasas de fumadores, pero en los países industrializados es un fenómeno en retroceso y nosotros nos estamos incorporando a esa tendencia, aunque con retraso" afirma el sociólogo Rafael López Pintor. Hace 15 años, fumar era un signo de solvencia y modernidad. Ahora, sigue fumando un 35,9% de la población, pero ya hay un 12,6% de ex fumadores y la mayoría de los que fuman lo hacen* con menos complacencia. El descenso se concentra, según López Pintor, en las capas medias altas y entre los profesionales.
Pero las compañías tabaqueras tienen aún en las mujeres y adolescentes españoles una excelente reserva. Según Lluís Salleras, director general & Salud Pública de la Generalitat, las cosas pueden cambiar en unos años, por el efecto las campañas públicas y la educación escolar.
De momento, la prédica educativa está comenzando a mostrar efectos: "Mis hijos se han convertido en los más poderosos aliados de mi mujer" afirma Francesc A., padre de dos alumnos de la escuela Costa Llobera, de Baicelona. Hace unos años, este padre era un contumaz fumador que se encolerizaba cada vez que algún compañero de oficina le acusaba deser una chimenea andante. Hoy está convencido de que debe dejarlo.
También los médicos
No es el único. Es uno más de una tendencia que la última semana ha tenido una incorporación de lujo: 400 médicos y farmacéuticos catalanes. No será por falta de información por lo que los médicos fuman incluso más que la población general. Lluís Masferrer, cirujano del hospital,de la Cruz Roja de L'Hospitalet, se indigna cuando se le hace esta observación. "¿Es que los médicos no somos personas como las demás?", replica. Tiene 43 años y fuma desde los 16, pero ahora ha decidido dejarlo, no porque note los efectos nocivos del tabaco, sino porque sabe lo que puede ocurrirle."Las tendencias son positivas, pero la protección de los no fumadores requiere algo más que la buena voluntad de los que intentan dejar el tabaco% afirma Felipe Pelayo, miembro de una asociación de, fumadores pasivos de Barcelona. ÉI considera que el nuevo decreto se queda muy corto: "Mientras la normativa no aborde una prohibición del tabaco en el lugar de trabajo, que es donde permanecemos ocho horas cada día, los no fumadores seguiremos desprotegido".
Felipe Pelayo ha tenido que renunciar a su profesión. "Estaba desesperado, así que deje de hacer de delineante y acepté otro trabajo que requería estar menos tiempo en la ofibina". Según Pelayo, la normativa sobre el tabaco es sistemáticamente vulnerada: "Conocemos infinidad de casos en los que, cuando una embarazada ha reclamado que no se fume en la oficina, la han trasladado a otro puesto".
El proceso de Francisca Llabrés es un paradigma de esa realidad. Está pendiente de que el Supremo se pronuncie y lleva ya varios años separada M servicio por un conflicto que se inició cuando exigió que se cumpliera la ley de 1988 que prohibía fumar en las dependencias de atención al público. Esa dependencia era la Audiencia de Barcelona.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.