Padre de estirpe

El presidente del jurado, Domingo García Sabell, manifestó que, "aunque la categoría de Manuel Alvar es evidente, se ha optado por premiar la dimensión universal de García Gómez y su labor esencial para el conocimiento de la cultura islámica. Sin García Gómez, los estudios islámicos serían inconcebibles. Y sin su labor traductora, hoy no podríamos conocer obras hermosísimas de la cultura islámica y momentos claves del islam español".El historiador Javier Tussell, que defendió la candidatura de García Gómez y la del filósofo Julián Marías, opinó que el galardonado es "un hombre de una pluralidad amplia de intereses, de una gran calidad literaria y una enorme significación en la vida española". Javier Tussell destacó también la dilatada labor diplomática del premiado.

Herederos

Pedro Martínez Montávez, hoy la máxima figura del arabismo español, fue sin duda el principal discípulo de Emilio García Gómez. Los caminos docentes les separaron luego, y Martínez Montávez se convirtió en el alma del departamento de Árabe de la Universidad Autónoma de Madrid, y potenció un entendimiento de los estudios menos ligado al pasado andalusí y más cercano a lo contemporáneo. "Mi recuerdo de don Emilio", dice, "es el de un maestro. Aprender con él fue una experiencia absolutamente inolvidable. Don Emilio siempre ha tenido una personalidad poderosa, incluso avasalladora. El problema de ser discípulo suyo es delimitar hasta dónde llega su influjo y si consigues mantener tu propia autonomía".

Para Martínez Montávez hay un aspecto de García Gómez del que no suele hablarse: "Es un extraordinario trabajador, pero sobre todo un extraordinario escritor, alguien muy dotado para la belleza de la prosa. Yo destacaría, como básico en su trayectoria, esa capacidad vertida en la presentación de los temas árabes e islámicos: ese rasgo estetizante le ha acompañado siempre".

Carmen Ruiz Bravo es, a su vez, discípula de Martínez Montávez; por tanto, una especie de nieta intelectual de García Gómez. "Hace poco he leído unas declaraciones suyas", señala, "en las que afirmaba que el sentido de la historia es que el hombre pueda mirar al futuro. Por eso la concesión del premio me sugiere una reflexión preocupada: es contradictorio este galardón a una figura como don Emilio este año tan simbólico, en el cual, por otra parte, el peligro se cierne sobre el arabismo español: si en el bachillerato, según los nuevos planes de enseñanza, los alumnos no van a oír hablar para nada del árabe, ¿cómo van a imaginar que luego, en la universidad, van a poder estudiarlo?