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Salman Rushdie encarna en Columbia la libertad de expresión

La universidad estadounidense gestionó secretamente el viaje a EE UU del escritor indio

El autor de Versos satánicos, Salman Rushdie, salió de su escondite para convertirse en el emblema de la celebración del bicentenario de la primera enmienda de la Constitución norteamericana, que protege la libertad de expresión. La Universidad de Columbia, de Nueva York, llevó secretamente el viaje del escritor, condenado a muerte por el régimen iraní, para demostrar que la libertad de palabra tiene rostro de dolor y desesperanza. Medio año de gestiones precedieron a media hora de un discurso en el que Rushdie se declaró atrapado en una metáfora.

Menos de 10 personas, aparte de los cuerpos de seguridad, sabían de la visita sorpresa. Por eso, algunos estudiantes identificaron el sonido del helicóptero que la tarde del miércoles sobrevolaba la biblioteca de la facultad con un homenaje al recién retirado juez de la Corte Suprema William J. Brennan, y no con la presencia de un hombre bajo el que pesa una condena a muerte a causa de un libro.La policía había exigido el máximo sigilo. En los anuncios de la Semana de libertad de expresión no había ninguna referencia al acto del miércoles. La cena de gala, patrocinada por el diario The New York Times tenía un precio fijado en 50.000 pesetas por cubierto (el total se entregará a una asociación para la libertad de expresión) y era el único acto no abierto para estudiantes. A pesar de ello, siete estudiantes que habían participado en la organización de la semana obtuvieron como pago a su trabajo una invitación para sentarse entre los 340 invitados, elegidos por su prestigio en el mundo jurídico y periodístico fundamentalmente.

La sorpresa

La sorpresa se produjo minutos después de las ocho de la tarde. La audiencia, congregada en la lujosa planta principal de la biblioteca, se puso en pie y vitoreó al escritor, que vive de escondite en escondite desde hace casi tres años. "La libertad de expresión no es un principio, dice uno de mis oponentes islámicos. No señor, eso no es así. La libertad de expresión lo es todo. La libertad de expresión es en sí misma la vida", les explicó Rusdhie durante un discurso repleto de referencias a la angustia en la que vive un hombre aislado del mundo a causa de sus ideas. El escritor, nacido en la India y nacionalizado británico, vive rodeado de 20 personas que protegen su vida desde que el fallecido líder iraní Jomeini dictó internacionalmente su sentencia de muerte.Según sus palabras, se siente prisionero en una burbuja, expuesto a todos los riesgos pero a la vez aislado. Los invitados comprendieron por qué al entrar les habían revisado sus bolsos y les habían obligado a pasar con sus vestidos de gala a través de un detector de metales, y por qué perros entrenados para oler explosivos habían sido apostados en la columnata de la entrada.

La decana de la Facultad de Periodismo, Joan Konner, recuerda cómo, tras los aplausos con los que fue despedido, el invitado fue sacado del edificio "en menos de un minuto". La Policía metropolitana de Nueva York y los agentes privados de seguridad de la universidad, que habían sido asignados verbalmente para evitar el riesgo de que alguien fotocopiara una orden por escrito, lo introdujeron de nuevo en la limousine plateada blindada.

Desde el noroeste de Nueva York, donde se encuentra la universidad, Rushdie regresó a la habitación de su hotel, sellada con cristales a prueba de bombas, a través de una ciudad adornada. En breve regresaría a su escondite de Gran Bretaña, según explicó Konner.

Rushdie, cuya entrada a Estados Unidos fue autorizada después de la liberación del último rehén norteamericano en Líbano para evitar que su presencia obstaculizara las negociaciones, se siente un rehén miembro de la más vulnerable minoría. "¿Qué minoría es más pequeña y débil que la minoría de uno?", dijo en su discurso el escritor.

La visita, que estaba considerada "de alto riesgo", concluyó sin contratiempos.

La Hermandad Islámica de Nueva York y la Liga Mundial Musulmana no respondieron a las llamadas de este periódico para conocer su opinión. Por su parte, la misión de Irán ante Naciones Unidas ofreció un reiterado "no tenemos ningún comentario que hacer" por toda respuesta.

Sin embargo, entre los siete estudiantes que asistieron a la cena se encontraba Karen Alí, una musulmana de 25 años. A pesar de que inicialmente se mostró reacia a calibrar el acontecimiento del que había sido testigo, finalmente dijo nerviosa: "Sé que la visita de Salman Rushdie va a provocar las iras de los musulmanes. Yo sólo puedo decir que mientras él habló todos mis pensamientos estaban concentrados en la importancia que tiene la primera enmienda".

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