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LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

Todos quieren conocer a las nuevas caras de la antigua URSS

Soledad Gallego-Díaz

Los dirigentes occidentales ya no se limitan, cuando viajan a Moscú, a entrevistarse con Gorbachov, ni tan siquiera a hablar con el presidente ruso, Yeltsin. Ahora quieren conocer a los nuevos hombres fuertes de las repúblicas. La Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) sobre derechos humanos, que se abre hoy en la capital rusa con asistencia de todos los ministros de Asuntos Exteriores de Europa, EE UU y Canadá, será escenario de una frenética actividad diplomática. Todo el mundo quiere hablar con todo el mundo y reunir sus propias impresiones sobre el extraordinario proceso que experimenta la antigua URSS. James Baker es la primera personalidad estadounidense que visita Moscú tras el fallido golpe. Pasa a la página 4

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La CSCE cobra una dimensión especial con la fiebre independentista

Viene de la primera páginaEstá previsto que James Baker se reúna con el dúo Gorbachov-Yeltsin y con los nuevos responsables de Defensa y del KGB, pero también que visite las repúblicas bálticas, que participarán como miembros, lo que es comprensible, dado que su independencia ya es un hecho y que incluso serán aceptadas en la Conferencia como nuevos países europeos.

Más novedoso resulta que James Baker viaje a Kazajstán, una de las cuatro repúblicas que, al menos por ahora, no ha declarado su independencia y en cuyo territorio existen armas nucleares. Su colega alemán, Hans Dietrich Genscher, que adelantó un día su llegada, también viajará al Báltico, pero la mayoría de los ministros no tendrá que desplazarse para, contactar con otras repúblicas.

La delegación soviética estará integrada por representantes de todas ellas. Aún ayer no estaba claro qué quiere decir "todas". Georgia, por ejemplo, no ha aceptado la invitación, pero por el momento parece que la mayoría tiene interés en estar presente en un foro internacional tan importante como la CSCE.

La Conferencia, por otra parte, ha adquirido una dimensión especial. Lo que podía haber sido una reunión casi de trámite sobre los derechos humanos se ha convertido en un acontecimiento excepcional.

Los ministros de Asuntos Exteriores tienen ante sí, con una virulencia casi olvidada en Europa, el problema del derecho a la autodeterminación de los pueblos y el respeto a las minorías.

Centro de las discusiones

Yugoslavia y el desmembramiento de la Unión Soviética, los dos puntos más candentes de la política internacional, se convertirán así en el centro de las discusiones. La perspectiva de migraciones masivas dentro del territorio europeo, algo de lo que nadie se acordaba ya, vuelve a aparecer ante los civilizados ojos de unos asombrados diplomáticos.

Y si los ministros optan por suavizar los tonos, la Conferencia paralela de organismos no gubernamentales que se inauguró ayer no dejará de cargar las tintas. Dentro de los casi irónicos cambios que ocurren en la antigua URSS, las actividades se celebran nada menos que en el edificio que albergó al Comité Central del PCUS, el santa sanctorum en el que los ideólogos del marxismo-leninismo hicieron durante años la exégesis del pensamiento comunista.

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