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Los ataques de Trump sitúan a Europa ante la gran prueba sobre su papel en un mundo en ebullición

Los líderes europeos analizan los escenarios de una ruptura entre Washington y Kiev y sondean su capacidad y disposición para llenar ese vacío en Ucrania

Un equipo de rescate evacúa a un herido en un ataque ruso a un hospital en Járkov (Ucrania), este sábado.
Un equipo de rescate evacúa a un herido en un ataque ruso a un hospital en Járkov (Ucrania), este sábado.Andrii Marienko (AP/LaPresse)
María R. Sahuquillo

Europa afronta una prueba decisiva e histórica ante el desgarro con Estados Unidos y la que puede ser una inminente soledad en el apoyo a Ucrania frente a la agresión rusa. El divorcio político, comercial e ideológico de Washington cocinado a fuego lento, los ataques y amenazas del presidente estadounidense, Donald Trump, al líder ucranio, Volodímir Zelenski, sus desprecios a la Unión Europea, sumados al posicionamiento diplomático del nuevo inquilino de la Casa Blanca —que cada vez oculta menos su afinidad con Rusia—, fuerzan al Viejo Continente a replantearse su papel en un tablero geopolítico en ebullición. Ahora, los líderes europeos sondean los pasos a seguir para llenar el vacío. Y, sobre todo, si quieren y están en disposición de hacerlo.

“Ha quedado claro que el mundo libre necesita un nuevo líder”, esgrimió la alta representante para Política Exterior y Seguridad de la UE, Kaja Kallas, el viernes por la noche en un mensaje de apoyo a Zelenski. “Depende de nosotros, los europeos, asumir este desafío”, añadió en las redes sociales, donde multitud de líderes occidentales cerraron filas con el líder ucranio en un alud de manifestaciones de respaldo. Sin embargo, Europa sigue con una actitud de avestruz, con la esperanza de que la ruptura con Washington no se llegue a completar, y embarcada en debates eternos de lenta resolución. “Es hora de pasar a los hechos. Si no, va a terminar por atropellarnos el tren de la realidad”, remarca un diplomático bajo condición de anonimato dada la sensibilidad del tema.

Uno de los interrogantes más urgentes es qué va a pasar con Ucrania y qué va a hacer Europa. Varios países, con Francia y el Reino Unido a la cabeza, analizan cómo ofrecer al país invadido por Rusia garantías de seguridad contra el apetito imperialista del Kremlin, tras un hipotético acuerdo de paz. Pero en esa nueva arquitectura, que podría incluir el despliegue de tropas europeas de seguridad en suelo ucranio, Europa busca el respaldo o algún tipo de apadrinamiento de Washington. Apoyo que Trump, ahora menos que nunca, no parece dispuesto a ofrecer.

Las opciones para Europa son malas, remarca una alta fuente europea: algunos pueden estar tentados a dejar caer a Zelenski para contentar al magnate republicano —que le ha llegado a llamar dictador— a cambio de ese respaldo; pero seguir con el sostén a Kiev sin Washington tampoco será fácil.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha definido este sábado el incidente en el Despacho Oval el viernes como “desafortunado” y ha explicado, en una entrevista con la BBC, que ha urgido a Zelenski a “restaurar” la relación con Trump después del choque entre ambos en la Casa Blanca.

En cualquier caso, el examen para Europa es existencial. “Este brutal ataque a la esencia misma del proceso de integración de la UE está, paradójicamente, generando la chispa inesperada que reaviva la luz europea”, opina Alberto Alemanno, investigador sobre democracia en la Universidad de Harvard. “A estas alturas, está más que claro que la nueva Administración estadounidense ha obligado a los líderes de la UE a enfrentarse a un dilema incómodo: seguir integrándose políticamente como antídoto a esta inminente pérdida de soberanía nacional o reducir la europeización para salvar la ilusión de seguir siendo plenamente soberana”, dice el experto.

Alemanno recuerda que, pese a las múltiples llamadas de atención —inducidas por amenazas externas e internas—, la UE ha actuado como si estuviera sonámbula ante la nueva Administración de Trump. “Esta vez no será otra solución única —como el Fondo de Recuperación de la covid-19 o el Fondo Europeo para la Paz— lo que permita a la UE recuperarse. No será otro mosaico de intergubernamentalismo para asegurar la capacidad de la UE de proseguir su camino. Lo que la Unión necesita es un gran acelerón de la integración política para poder hacer frente a cualquiera de los desafíos que se le presenten, ya sea su defensa, protección o seguridad”, señala.

En el dilema europeo se abre en dos vías entrecruzadas: qué hacer sobre Ucrania y cómo avanzar hacia una autonomía estratégica para su defensa. Dos elementos que se debatirán el próximo jueves en una cumbre de los 27 Estados miembros de la UE, en Bruselas, e incluso antes, en la reunión a la que el primer ministro británico, Keir Starmer, ha convocado este domingo en Londres con más de una decena de líderes europeos —entre ellos, el español Pedro Sánchez— tras su viaje a Washington.

Zelenski (a la izquierda) y Starmer, el sábado en Londres.
Zelenski (a la izquierda) y Starmer, el sábado en Londres.Peter Nicholls (via REUTERS)

Una reunión —a la estela de la celebrada en París la semana pasada, auspiciada por el presidente francés, Emmanuel Macron―, que se va a centrar en tres objetivos: que se refuerce la posición de Ucrania, con mayor apoyo militar y más presión económica sobre Rusia; la consecución de un acuerdo firme y duradero que proporcione paz permanente al país y le permita ser capaz de defenderse ante posibles futuras agresiones rusas; y avanzar en los pasos siguientes para construir “garantías de seguridad firmes”, según ha explicado Downing Street, donde Starmer se ha entrevistado este sábado con Zelenski, en un comunicado. “De modo conjunto con nuestros aliados, debemos intensificar nuestros preparativos para crear el elemento europeo de las garantías de seguridad, a la vez que seguimos hablando con Estados Unidos”, ha afirmado el primer ministro británico. “Es el momento de unirnos para garantizar el mejor resultado para Ucrania, para proteger Europa y para asegurar nuestro futuro colectivo”, ha añadido.

Pero las palancas disponibles para manejar los dos grandes desafíos europeos requieren tiempo y un baño de realidad, coinciden varias fuentes comunitarias. Aunque el apoyo militar europeo a Ucrania sea, en contra de lo que dice Trump, mayor que el de Washington (138.000 millones de dólares de los países europeos frente a 119.000 millones de los estadounidenses, según datos del Instituto Kiel), el sostén estadounidense a Kiev es decisivo porque se trata de armas poderosas y técnicamente muy necesarias para resistir y combatir al invasor ruso, según los analistas.

Los Estados miembros de la UE —y también el Reino Unido— analizan asimismo las fórmulas para aumentar su gasto en defensa, con herramientas como reducir el corsé fiscal o reutilizar otras partidas europeas para elementos que no sean estrictamente armamento, pero que sí estén vinculados con la defensa y la seguridad; e incluso, a medio plazo, lanzar deuda común para afrontar la inversión. Sin embargo, los expertos señalan que solo un plan a largo plazo, un salto cuántico que cree una verdadera industria europea, ayudará al bloque a desengancharse de EE UU y a ser autónomo.

El ánimo en la burbuja política y diplomática europea es sombrío tras las últimas embestidas de Trump, que ha tenido una semana particularmente activa contra la Unión, a la que ha vuelto a amenazar con aranceles. A eso se suma que, en la Europa actual, los caballos de Troya de Trump —y de Vladímir Putin— son más poderosos y numerosos que durante su primer mandato (2017-2021).

El primer ministro húngaro, el nacionalpopulista Viktor Orbán, y el líder eslovaco, Robert Fico, reclaman ya negociaciones directas del club comunitario con Moscú y amenazan con sabotear la cumbre extraordinaria de este jueves en Bruselas, en la que la UE buscaba emitir un claro mensaje de respaldo a Kiev y avanzar en cómo se podría ofrecer garantías de seguridad a Ucrania para blindarla del apetito imperialista ruso, tras un acuerdo de paz. No solo ellos, Trump y su actitud han alimentado también las distintas corrientes que ponen en duda el respaldo europeo a Ucrania. Las grandes pruebas para el Viejo Continente no son solo externas, sino también internas.


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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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