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Emoción y humor en el homenaje a Alberti de los artistas argentinos

Numeroso público siguió el acto desde el exterior del teatro Cervantes de Buenos Aires

En un acto en el que se mezclaron la emoción y el humor, numerosos artistas argentinos homenajearon el martes por la noche en el teatro Cervantes de Buenos Aires al poeta español Rafael Alberti, que a los 88 años regresó por primera vez a Argentina, donde había pasado casi un cuarto de siglo de su exilio a causa de la guerra civil. Se llenó el teatro que lleva el nombre de Miguel de Cervantes , precisamente en el día en que se cumplían 375 años de la muerte del escritor, y que está situado en la calle que lleva el hermoso nombre de Libertad. El abundante público que no consiguió entrar pudo seguir el acto a través de una pantalla de televisión situada en la calle.

En las primeras filas del teatro Cervantes se mezclaban las madres de la plaza de Mayo, con sus pañuelos blancos en la cabeza, con españoles veteranos del exilio o el periodista Jacobo Timerman, quien también padeció la persecución de la última dictadura argentina.Recordaba Jacobo Timerman la belleza de María Teresa León, la mujer que acompañó a Alberti durante aquellos años de exilio en Argentina y con la que el poeta llegó a Buenos Aires en 1940, camino de Chile, aonde viajará después de Argentina en los próximos días. Entonces Alberti y María Teresa León carecían de documentos para permanecer en Argentina, pero se quedaron 24 años, hasta que el poeta y su compañera se trasladaron a Roma.

No faltaban los que comparaban la suerte que corrió el indocumentado Alberti y otros muchos exiliados españoles que llegaron a Argentina con la que sufren hoy en la España europeizada tantos latinoamericanos por un papel más o menos.

Una y otra vez por los altavoces del teatro se escuchaban canciones de Joan Manuel Serrat, hasta que el público se puso en pie para ovacionar al poeta, que llegó acompañado de su actual mujer, María Asunción Mateo. Funcionarios del Quinto Centenario, que organiza este viaje de Alberti, le ayudaban a abrirse paso por entre el público hasta la primera fila de butacas.

Largo exilio

El poeta llegó apoyado en un bastón de empuñadura de plata, vestido con una chaqueta blanca y una camisa roja, que le daban un aire exótico en el otoño de Buenos Aires. La vestimenta de Alberti chocaba con el porte, entre triste y solemne con su figura quijotesca, del escritor argentino Ernesto Sábato, que cosechó también una enorme ovación del público cuando desde el escenario del teatro Cervantes leyó unas palabras de bienvenida a Alberti. El poeta tenía previsto visitar ayer al novelista en su domicilio.Dijo Ernesto Sábato: "De todo aquello que viviste en esta tierra durante tu largo y doloroso exilio somos unos de los pocos supervivientes, y porque tuvimos momentos de comunión, tanto por la literatura como por nuestra común lucha por los desheredados: el arte y el amor son los únicos que de verdad lo logran". Y concluyó el novelista: "Vos, tan esencialmente andaluz, fuiste admirado en los, más remotos lugares de la tierra, permitiendo esa hermandad entre los hombres que únicamente el arte puede ofrecer".

Presentó el homenaje el actor argentino Norman Brisky, que osciló entre el tono festivo y chistoso para pasar al dramático en ocasiones, cuando recordó a los desaparecidos y las víctimas de la dictadura argentina. En cierto momento de su intervención pidió Brisky al público que diese rienda suelta a lo que sentía hacia Alberti y desde la platea se oyeron gritos de "¡grande!", "¡genio! ¡ídolo!", "¡poeta!", "¡lo amo!" y "¡Rafael, nos hacés sentimos libres!". Leyó el actor Lorenzo Quinteros el poema de homenaje al cine, en el que Buster Keaton busca por el bosque a su novia que resulta ser una vaca verdadera, así como el Poema al mar Caribe, en el que Alberti da rienda suelta a sus ideas antiimperialistas.

Cantó la gorda adorada Teresa Parodi con su enorme voz y habló de "aquella España que después de matarnos nos engendra ". Cantó Juan Carlos Baglieto lo de ¿Qué pasa con mi gente?, composición de Joaquín, Sabina en la que pide "que sigan las putas en huelga de celo en Moscú".

Con su aire a lo Bob Dylan, León Gieco cantó una chamamita en homenaje al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal: "la cultura es la sonrisa que brilla en todos lados". Siguió Isabel de Sebastián, hija de un hijo de María Teresa Leon, y se atrevió a darle ritmo de chacarera a los versos de Marinero en tierra. No podía faltar el tango y Eladia Blázquez cantó el que dice "nací en un barrio donde el lujo fue un albur; por eso tengo el corazón mirando al Sur". Para que la fiesta fuese completa el rockero Fito Páez aporreó el piano, berreó una canción y castigó los tímpanos de la concurrencia, que, presa de un ata que de masoquismo, pidió otra. Al final, otra gorda divina Mercedes Sosa, la negra, cantó y ayudó a subir al poeta al escenario. Allí le salió a Alberti esa vena de cofia gaditana y recitó en tono jocoso, el poema "Tu capotillo, don Luis, tu capotillo de oro, mira que me coge el toro. Mi amante con su querido me está poniendo los cuernos. Ya suelte tacos eternos soy un cabrón consentido".

Poncho rojo

El poeta uruguayo Washington Rodríguez y el paraguayo Elvio Romero le regalaron y pusieron encima a Rafael Alberti un poncho, para corresponder a "su conducta en la vida, su defensa de la dignidad humana y sus banderas nunca arriadas por la justicia y la libertad". Agradeció Alberti el regalo y comentó: "Es un poncho rojo. Volveré a España con este poncho del único color que yo debo llevar todavía. Se va a acabar el siglo y esperamos que no sé acabe el siglo no se vaya a acabar con una última guerra".Al desear que no haya nunca más otra guerra, añadió Alberti que usará el poncho para "torear a todos los canallas que quieran proclamarla". Mercedes Sosa, la nieta de Alberti, Gieco y Víctor Heredia concluyeron a coro con aquella canción que dice: "Se equivocó la paloma, se equivocaba...", y el poeta recitó esos versos con una entonación y fuerza que puso la carne de gallina a los presentes.

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