Castro, o la ira de un gallego
El presidente de Cuba desafía al Gobierno español y le acusa de "arrogancia colonialista"
ENVIADO ESPECIAL No pudo encontrar forma más expresiva de hablarle a España con la ira y el dolor de quien se siente tan gallego como el que más: potentes altavoces dirigidos hacia la Embajada española hicieron tronar el jueves los oídos de los refugiados cubanos, los geos y los diplomáticos con un discurso en el que el presidente de Cuba, Fidel Castro, desafió al Gobierno español, comparó su comportamiento con el del "imperialismo yanqui", le recordó su "arrogancia colonialista" y le advirtió que nunca permitirá la salida del país de los 18 ciudadanos cubanos que actualmente encuentran protección en la representación diplomática española en La Habana.
Las decenas de miles de personas que abarrotaban la plaza de la Revolución, casi todas descendientes de españoles en primera o segunda generación, enmudecieron cuando Fidel Castro comenzó a hablar de España, tema central de su discurso de tres horas en conmemoración del asalto al cuartel Moncada.Fidel Castro recogió los apuntes, colocó los micrófonos, preguntó si todos le escuchaban correctamente y lanzó una diatriba en la que mezcló palabras de admiración a ciertas fases de la historia del pueblo español -la lucha contra el franquismo y contra Napoleón- con virulentos ataques a la política seguida en las últimas semanas por el Gobierno español en relación con Cuba, política que calificó de "irresponsable e insensata". Todo el discurso estuvo cargado de rabia contenida, de la decepción de quien pensaba tener en España a un aliado y de la terquedad de quien cree actuar permanentemente en el terreno de los principios por encima de la realidad misma. La mejor prueba de esa actitud fue el anuncio de que el Gobierno cubano ha decidido renunciar a los 2,5 millones de dólares anuales que este país recibe de parte de España.
Después de considerar "sumamente hostiles y ofensivas" las declaraciones del ministro es pañol de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, en las que prometía protección para todo el que quiera refugiar se en la Embajada española; después de acusar a España de "cooperar con el boicoteo económico del imperialismo"; después de afirmar que "los herederos de aquellos que gritaron 'No pasarán' en las calles de Madrid se hacen ahora cómplices de EE UU en su política de hostilidad hacia Cuba", Fidel Castro aseguró que no tiene "nada contra el pueblo español, nada contra el Gobierno español", "pero hay cosas que son de principios", gritó ante un pueblo atento y sor prendido por este nuevo conflicto que contribuye al aislamiento del país, que en este caso es además un aislamiento político y moral.
Diagnóstico catastrofista Acababa Fidel Castro de hacer en ese mismo discurso un diagnóstico casi catastrofista de la situación económica de Cuba des de el derrumbe del campo socia lista; acababa de reconocer que la asistencia soviética se había reducido "en algunos casos hasta en un 50%"; acababa de informar que "la situación es tensa con los combustibles, porque se están recibiendo cantidades inferiores a las contratadas", y de anunciar que "el comercio con unos cuan tos países de la antigua comunidad socialista prácticamente ha desaparecido". Estaba Fidel Castro advirtiendo que no tenía nada que ofrecer más que seguir luchando y seguir resistiendo cuando se envolvió en un mensaje casi rupturista con España, el único país del área occidental que mantenía planes de cooperación con Cuba.
La única posibilidad de entrada masiva de divisas que este país explora con ciertas posibilidades es la industria turística, y ésta se desarrolla fundamentalmente con la creación de empresas mixtas hispano-cubanas, pero nada de eso parecía importar. Los principios, tal como lo entiende Fidel Castro, están por delante.
Para contrarrestar esa posición, Castro dijo que Ios españoles que tienen intereses en Cuba serán respetados de forma absoluta, haya o no relaciones diplomáticas con España". Sostuvo que el Gobierno español, animado por "la prensa de derecha", ha desatado esta crisis porempeñarse en dar protección a "un grupo de lumpen, de delincuentes, de fronterizos" que resultaban "un excelente material de escándalo", y advirtió que "ninguno que penetre por la fuerza en las embajadas recibirá autorización para salir del país, lo que limita enormemente la posibilidad de un rápido acuerdo sobre la situación de los 18 refugiados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.