La 'guerra láctea'
Ganaderos e industriales no se ponen de acuerdo para el funcionamiento del sector
"Cuando los ganaderos acuden a una industria para ofrecer la leche de su explotación, en primer lugar se les pregunta a quién están vendiendo el producto. Luego pasan meses sin respuesta. Es evidente que existe un pacto entre las grandes empresas y que nadie quiere robarse los ganaderos. Las liquidaciones y los descuentos por calidad se hacen por decreto empresarial. La protesta de los ganaderos no es solamente una guerra de precios. Lo que se pretende es un nuevo marco en las relaciones". Son palabras de Francis,co Rodríguez, secretario general de la Asociación Agraria-Jóvenes Agricultores de Cantabria, organización que ha protagonizado las movilizaciones durante los últimos meses en la región.
Para el dirigente sindical es preciso y urgente ir hacia un nuevo modelo. Los intentos para formar una interprofesional en los últimos arios han constituido un rotundo fracaso, no se sabe muy bien si por el desinterés de las industrias o por el de la Administración. Se impone una reconversión total en el sector: los ganaderos, asumiendo la necesidad de cambios para mejorar calidad, rendimientos, red en frío; la industria, aceptando negociaciones para cada campaña con el control de los laboratorios interprofesionales y comisiones mixtas para determinar la calidad del producto y su pago justo.Las movilizaciones ganaderas fueron la principal protesta agraria durante la primavera, lo han sido este verano y amenazan con seguir en otoño. A primera vista, la razón más evidente es el precio a la baja percibido por los ganaderos durante los seis últimos meses.
Al inicio de la primavera de 1988, en previsión de una caída de las cotizaciones y en defensa (de los intereses ganaderos, el Ministerio de Agricultura forzó a las industrias para que suscribieran un acuerdo sobre precios de la leche con una cotización mínima de 33,60 pesetas en verano y de 38,90 pesetas en invierno. Afortunadamente para los ganaderos, las previsiones oficiales no se cumplieron. Una serie de razones que afectaban tanto a los mercados interiores como a los exteriores, así como la falta de leche en toda la CE y las posibilidades para exportar, hicieron que las empresas se enzarzasen en una guerra para hacerse con el máximo aprovisionamiento. Se firmaban contratos por encima de las 50 pesetas; las industrias se disputaban los ganaderos ante la sorpresa de éstos, que veían con regocijo unas liquidaciones al alza.
Precios mínimos
Pero la experiencia no les debió ir bien a las industrias, parte de las cuales, curiosamente, eran denunciadas en los meses siguientes por la utilización de lactosueros en la leche líquida. Un año más tarde, casi todas las industrias que antes se habían disputado la leche decidían pagar los precios mínimos. Los ganaderos solicitaron insistentemente al Ministerio de Agricultura, antes de primavera, la negociación de un nuevo acuerdo interprofesional. No hubo respuesta a tiempo, y en unas negociaciones tardías, la falta de entendimiento dio lugar a un laudo de la Administración por el que se fijaban los precios mínimos en 37 pesetas para el verano y 42 pesetas a partir del 1 de septiembre.
Pero los precios no son la única razón de esta guerra. Incluso es difícil que se hubieran mantenido a la baja en las zonas de la cornisa cantábrica si además no hubieran variado otras circunstancias, como la paz tácita hecha entre las principales industrias y sobre todo la renuncia a robarse ganaderos. La imposibilidad de moverse de una industria a otra ha sido una de las principales razones que han bloqueado el mercado y que ha sido reiteradamente denunciada por los ganaderos.
Pedro Revías indica que la sociedad agraria de transformación (SAT) Unión Cántabra hace sus entregas a la cooperativa SAM. Sin embargo, le resulta imposible desde hace ya meses poder incluir en las entregas de la entidad a otros 10 ganaderos que actualmente lo hacen a Lactaría, Nestlé, Copeleche y Buen Pastor. Entiende que hoy es imposible el cambio de una empresa a otra, salvo que ya se hayan puesto de acuerdo entre ellas para impedir la estabilidad de las industrias. Se llegó a negociar una posible movilidad de hasta el 10%. Las industrias solamente aceptaban el 2%, con lo que reconocían el bloqueo actual a esos cambios. Idéntica situación denuncian responsables de la SAT de Campode Yuso, en Cantabria. El problema se repite en otras zonas.
Agustín Llamazares, de la SAT Ganaderos Leoneses, cree que, además del bloqueo a la movilidad, las industrias van más lejos. "Están interesadas", señala, "en que no funcionen las entidades asociativas. Perjudicamos sus estrategias. Son capaces de sacar ganaderos de la SAT a costa de pagar mejores precios para romper la unidad, aunque para ellos sea más incómoda la recogida". El caso no es nuevo tampoco para los ganaderos de la SAT de Guadalix de la Sierra, en Madrid.
Con el fin de atar a los ganaderos voluntariamente a una empresa, hay firmas que pagaron primas por aumentos en las entregas. Otras fueron incluso más allá y llegaron a pagar primas de fidelidad en función de los años de ventas a la misma entidad.
Por otra parte los transportistas de Cantabria están secundando masivamente la huelga iniciada el pasado viernes.
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