La 'fiebre del oro' causa el saqueo de una de las más importantes tumbas preincaicas halladas en Perú
Los tesoros de Sipán recuperados por los arqueólogos contienen piezas de gran valor
Un broche de oro prendido a la camisa de un humilde muchacho dio la alarma al arqueólogo Walter Alva y a la policía sobre un fenómeno que había lanzado a cerca de 80 personas al saqueo indiscriminado de un entierro preincaico. Esto permitió al científico encontrar por lo menos una tumba intacta, del siglo II o III, con el esqueleto del llamado Señor de Sipán o Señor de la Guerra, un rey de la civilización mochica, de unos 40 años de edad, adornado con joyas con un peso total de cuatro kilos y rodeado por los cuerpos de tres mujeres casi adolescentes que se supone eran sus favoritas.
El inmenso territorio de la costa norte peruana ha devuelto en los dos últimos años a flor de tierra el esplendor de la cultura mochica o moche que pobló esta región hace unos 1.500 años.Un hecho fortuito y rutinario en la región, el saqueo o huaqueo, como se llama aquí a esta acción, condujo en los primeros días de febrero de 1987 al arqueólogo peruano Walter Alva y a la policía lugareña hacia el rastro de quizás una de las dinastías moches más avanzadas y magníficas.
Un broche de oro sobre la humilde camisa de un muchacho de la zona, el delirio público por el oro descubierto en ese montículo de Sipán y más tarde la comprobación en la propia casa de los huaqueros de restos esplendorosos de un tesoro mayor no dejaron dudas de que allí se escondía uno de los eslabones de los mochica, pueblo guerrero y agricultor cuyo arte cerámico, orfebre y tecnología sigue llamando hoy la atención y provocando asombro.
Cuando Alva llegó al lugar se encontraban allí cerca de 80 personas hurgando frenéticamente la tierra. Pequeños puestos de comestibles le daban al lugar el aspecto de una feria. Los nombres de la familia Bernal Samamé fueron señalados como los de los principales huaqueros de los tesoros de Sipán.
Hoy lo único que queda como huella de esa profanación y pillaje arqueológico son dos bellísimas cabezas de oro, y otros objetos menores que sólo representan el 5%. de lo que había en esa tumba. Se cree que gran parte de lo encontrado allí se halla en manos de coleccionistas nacionales o traficantes internacionales.
Revuelto por los profanadores, Sipán y los muertos que aún guardaban sus sepulcros de adobe y algarrobo se salvaron por escasos metros y días de correr la misma suerte que su ancestro. El Museo Brüning de Lambayeque, que dirige Alva, instaló rápidamente un campamento para iniciar así la primera excavación científica de una tumba prehispánica de esta importancia. A los cinco meses, entre junio y julio de 1987, el trabajo de Alva y de sus colaboradores tuvo un resultado también único: el descubrimiento de la tumba de un rey moche.
Posiblemente en los últimos 15 años los huaqueros hayan encontrado unas ocho tumbas parecidas a ésta, pero al Señor de Sipán o Señor de la Guerra, como se le llama ahora a este soberano moche, lo salvó la casualidad. "Una semana más de demora y habría sido saqueada", afirma Alva, y enseña directamente sobre el agujero ahora vacío del sepulcro real una profunda chimenea hecha por los violadores. Se encuentra a dos metros escasos del lecho mortuorio de este guerrero.
El primer indicio de grandeza que hallaron los científicos fue una cámara sellada con 1.200 piezas cerámicas de gran calidad que daban paso a la tumba de un guardián con los pies amputados -tal vez para recordarle su permanente deber de vigilancia- y más abajo el Señor en su sarcófago destruido por la edad. Estaba cubierto por 11 pectorales de oro, plata, turquesas, conchas y objetos auríferos con un peso total en oro de cuatro kilos. Lo rodeaban tres mujeres de menos de 20 años -que se supone eran sus favoritas-, dos hombres de elevado rango, un niño, otro guardián, un perro, una llama decapitada y varias piezas cerámicas.
Poco después del hallazgo de esta tumba se encontró la de un sacerdote, y, ahora, otro recinto con cerámicas, lo que hace presentir nuevos e insospechados descubrimientos.
Babelia
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