Laín Entralgo:"La investigación es necesaria para avanzar"
MARÍA DEL MAR ROSELL, "El premio me complace, pero no me anima especialmente a seguir trabajando porque no he dejado de hacerlo". El médico, filósofo y antropólogo, científico, humanista en suma, Pedro Laín Entralgo recibía ayer a media mañana la comunicación de la Fundación Príncipe de Asturias en su domicilo madrileño. "Quiero decir", matizaba, "que me parece muy hermoso y satisfactorio, por la consideración de la institución y también porque afectivamente me siento muy vinculado a ella, por eso creo que es muy honroso". "El título del premio está adecuado a mi obra, a las preocupaciones que han orientado buena parte de ella, la que se refiere a la vida humana. Mi interés por la salud y por la enfermedad, por el cuerpo humano desde el punto de vista filosófico, histórico, médico, científico, ha sido permanente", añadía.
Prueba de esta inquietud han sido todos sus trabajos desde que escribió en 1941 Medicina e historia: ciencia, técnica y medicina, Diagnóstico médico, Sobre la amistad, Desesperación en la vida del hombre, junto a otros sobre la sociedad española, a cuya evolución siempre ha permanecido atento; En este país, Una y diversa España, A qué llamamos España, sin olvidar sus trabajos sobre la generación del 98 o sus artículos de Prensa, en los que ha abogado por la utilización correcta de la lengua o ha analizado situaciones políticas pasadas o del momento... Ciencia y humanismo pierden en Laín Entraigo los límites que impone la especialización actual del hombre dedicado al estudio.
A Pedro Laín le interesa el hombre, su realidad. "Por eso, para ponerme al día en todo lo que le afecta, tengo que conseguir la información más completa posible". Ésa es la razón, simple, que da cuando explica su preocupación por conocer materias tan diversas. "Por mi formación y vocación, la ciencia me ha atraído siempre, y estoy convencido de la necesidad que tiene el hombre de la investigación para avanzar".
Para él es tan importante el conocimiento integral, que en su obra El otro Einstein aludía al hecho de que los grandes genios del siglo XX poseen, junto a sus conocimientos científico-técnicos, una honda preocupación por otros aspectos de la realidad humana englobados en lo que se suele conocer como formación humanística, "porque así saben de qué forma afectan al hombre sus descubrimientos e investigaciones". En él este interés amplio tiene uno de sus reflejos en su actuación como presidente de la Academia de la Lengua, y en la advertencia continua sobre la necesidad de que la sociedad española no descuide, como lo hace, el uso correcto de la lengua.
En su conversación, recién enterado de la concesión del premio, Laín Entralgo hablaba de su relación estrecha con la Fundación que ahora le ha distinguido a él. Fue su voto de calidad como presidente el que, precisamente, decidió la elección de Juan Rulfo premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1983. "De todas formas, no crea, yo no he recibido premios de estas características, aunque, eso sí, a lo largo de toda mi vida he tenido otras distinciones que tampoco creo haber merecido". Tranquilo y feliz, el galardonado tuvo que renunciar a su trabajo cotidiano, que le conduce casi cada día a la facultad de Medicina o, como ayer, al departamento de Historia de la Medicina, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Laín responde con una palabra, "dinero", cuando se le pregunta por las necesidades y por las deficiencias de la medicina en España. "La Seguridad Social es un avance absolutamente irrevocable", afirma, pero es precisa una reforma eficaz.
Además de la presidencia de la Academia, para la que fue reelegido, y que abandonó para escribir su libro El cuerpo humano. Teoría actual, en 1987, este catedrático de medicina, licenciado en químicas, filósofo y amante de las letras, filólogo, ha reunido muchos otros títulos y premios: fue rector de la universidad de Madrid entre 1952 y 1956, pertenece desde 1946 a la Real Academia de Medicina, fue premio nacional de Teatro en 1970, y en 1985, Ciudad de Sevilla, también de teatro... A sus ochenta años, Pedro Laín ofrece estos meses en Madrid un balance de su vida. Le faltan aún dos conferencias de las 16 en las que resume sus 48 años de trabajo intelectual. En la próxima, el nuevo premio Príncipe de Asturias va a hablar de sus maestros: Ramón y Cajal, Menéndez Pelayo, Unamuno, Menéndez Pidal, Ortega, Marañón, Américo Castro y Zubiri: personajes de los que ha escrito y hablado a lo largo de su historia.
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