Pinochet: "Me siento como nuevo"
El jefe del Estado chileno dice que tiene "más energía que antes" y se considera un recurso posible para después de las próximas elecciones
El general Augusto Pinochet, en la primera entrevista concedida después del plebiscito del 5 de octubre, ha analizado para Le Monde las causas de su fracaso electoral (43 %, síes; 57%, noes), al comienzo de un año, 1989, que será decisivo para Chile. En efecto, en diciembre próximo deben celebrarse elecciones generales, y la Constitución prevé que el nuevo presidente asumirá sus funciones en marzo de 1990.
El jefe del Estado chileno, que declara sentirse "como nuevo" y deseoso de "dar un paso atrás", da a entender que él se considera como un recurso posible después del próximo escrutinio.Pregunta. En los medios políticos de Santiago se habla de usted como un hombre derrotado y, sobre todo, agobiado.
Respuesta. Así es como quisieran verme, pero yo soy el mismo. Creo, incluso, que tengo más energías que antes. Aproveché para descansar un poco y me siento como nuevo. En el plano político y militar me siento con la misma fuerza que tenía antes del 5 de octubre, la misma que tuve durante 15 años... Dicho esto creo que de ahora a las elecciones me relajaré. Que trabajen los otros o que provoquen el desorden. Yo me limitaré a observar. Sin más. Antes que nada hay que ver cómo van a evolucionar las cosas. Mi aspiración principal es que Chile no vuelva atrás, que no se vuelva a cuestionar lo que se ha hecho. Es mi verdadera preocupación: no volver al pasado.
P. Y si ése fuera el caso, ¿qué haría usted?
R. De momento, para poder dar un paso atrás hay que cambiar la Constitución de 1980. Pero en mi opinión no se puede decretar que esta Constitución es buena o mala antes de haberla aplicado en su totalidad.
P. Ciertos sectores de la oposición desean una revisión constitucional y preconizan una negociación con las fuerzas armadas. ¿Qué piensa usted de eso?
R. Bueno, ese es su problema. Reclamar es una cosa, y obtener es otra. Olvidan que no es misión de las fuerzas armadas negociar reformas políticas o constitucionales. Está muy claramente establecido en la Constitución. Todo eventual diálogo sobre el tema constitucional debe llevarse a cabo con el poder ejecutivo.
Como Napoleón
P. La oposición deja entrever la existencia de serios indicios que demuestran que las fuerzas armadas se preparan para este eventual diálogo directo. Y que los militares se esfuerzan en distanciarse del Ejecutivo, de desmarcarse.R. No hay nada de eso. Los generales Matthei y Stange ya lo han declarado: este eventual diálogo es de responsabilidad exclusiva del Ejecutivo. La oposición olvida que las fuerzas armadas están muy unidas y disciplinadas. Fueron las primeras en manifestar la adhesión a mi persona después de la derrota del sí en el plebiscito. También tengo mis indicios: me aplauden cuando visito los regimientos. Lo que la oposición desea es que los militares me cuelguen, se subleven contra mí, que se distancien, como usted dice. Para que me quede solo. Es un sueño. Yo he visto llorar a carabineros después de la derrota del 5 de octubre. Me sucedió lo que le sucedió a Napoleón. No creo que los militares puedan hacerme una mala jugada. Saben que me preocupa mucho su suerte.
P. ¿Qué es lo que cambió después del 5 de octubre en el país?
R. Los chilenos han descubierto, algunos con cierto nerviosismo, que la ruptura entre el Ejecutivo y el pueblo no era tan grande como se pensaba. Se decía que Pinochet iba a perder con sólo un 10% o un 12% de los votos. Hubo más del 40% de síes. Dése usted cuenta, ¡un dictador! Preparé un golpe de Estado para salvar la democracia. Luego hice una Constitución y después un plebiscito. De inmediato admití mi derrota. ¿Es eso un dictador?
P. ¿Afirmó usted recientemente que deseaba retirarse como un emperador romano?
R. Sí, recordando la historia de Cincinato. Una parte de la historia. Cuando Roma estaba sitiada fueron a buscarlo para salvar la patria. Era un hombre sencillo y de costumbres sobrias. Vistió su uniforme, entró en campaña, derrotó al enemigo. Se le rindieron los honores y luego volvió a su arado.
P. ¿Es su ideal?
R. Espere, espere un poco. Hay una segunda parte. Volvió Roma a ser asediada y volvieron a ir en busca de Cincinato. Pero esta segunda parte yo no la he contado. Sólo la primera.
P. ¿Pero usted estaba seguro de ganar el plebiscito? Me dijeron que un general le había dicho solemnemente: "Mi general, en mi región habrá un 75% de síes". ¿Es cierto?
R. Es cierto. De hecho, los sondeos de opinión eran muy favorables al sí hasta el último día. La víspera del escrutinio, el período Las últimas noticias nos concedía el 54% contra el 44%. Bueno, todo el mundo creía ganar. Pero, tengo testigos, nunca afirmé estar seguro de ganar. Siempre hay imponderables, incógnitas. Es como la búsqueda de petróleo. Uno hace muchos esfuerzos, gasta mucho dinero, descubre un yacimiento, pero hasta que salga el petróleo no hay nada seguro. Es como un combate de boxeo. Hay que esperar la campana y a que el árbitro levante el brazo del vencedor: Nosotros perdimos por puntos el 5 de octubre, no por knock-out. Con todo, admitirá usted que un plebiscito que se pierde con el 43% de los votos no es algo muy frecuente. El plebiscito fue claro, sin fraude. Todos lo reconocieron.
P. Usted hizo prácticamente toda la campaña electoral vestido de paisano, pero para admitir su derrota compareció en televisión de uniforme. ¿Por qué?
R. Porque era el soldado que manifestaba así que había mantenido su palabra, que había mantenido sus promesas y que aceptaba la derrota. Yo había prometido un plebiscito, lo perdí. Es la norma. Pienso que hoy, tres meses después, el destino nos tendió finalmente la mano. Si hubiéramos ganado habrían dicho que hubo fraude.
P. Para usted, pues, ¿es preferible haber perdido?
R. De momento es mejor haber perdido.
P. ¿De momento?
R. Claro, pues ahora habrá elecciones.
P. Se dijo, se escribió, que usted tuvo la tentación de sacar el Ejército a la calle cuando se vio claro que había ganado el no. Fue durante el escrutinio, por la noche, cuando la reunión con la Junta.
R. Es un invento total. No sé de dónde lo sacaron. Se dijo que yo estaba de uniforme, cuando en ese momento yo vestía un traje beis. Y que habría dicho a los comandantes en jefe: "Señores, vamos a salir a la calle". ¿Pero contra quién iba a batirme cuando las calles estaban desiertas? Y mis comandantes en jefe, miembros de la Junta, me habrían respondido: "No, señor, no salinos". Le diré. Nosotros en Chile tenemos una característica: nuestras fuerzas armadas tienen una formación prusiana. Aquí la verticalidad del comando es una realidad.
Talón de Aquiles
P. ¿Cómo explica la derrota?R. Hay muchos factores. Sin duda cometimos muchos errores durante la campaña. Luego ciertos sectores de la sociedad no llegaron a asimilar completamente la obra de modernización del Gobierno, el desarrollo económico y social alcanzado estos últimos años. Hubo una intervención de ciertos sectores politizados de la Iglesia chilena. Creo también que contaron nuestra proverbial mala memoria y la ignorancia de amplias capas de la juventud de lo que era el Chile de la Unidad Popular.
En lo que concierne a la intervención extranjera, tengo documentos, pruebas que aún no han sido publicadas, pero que lo serán algún día. Tal vez en un libro, o en mis memorias. Los soviéticos hicieron propaganda en la radio todos los días. Los norteamericanos dieron dinero a la oposición. El embajador Barnes, de Estados Unidos, intervino a título personal. Europa también, con fondos. Por lo menos 50 millones de dólares. Pero esto no es más que la punta del iceberg. De hecho hay mucho más.
P. ¿La transición hacia la democracia implica desembocar en una democracia total, al cien por cien, o no?
R. Sí, un sistema al cien por cien democrático, a condición de que no se nos ataque. La democracia tiene un talón de Aquiles que no tienen los regímenes totalitarios. Permite a quienes quieren destruirla, infiltrarse y destruirla desde el exterior. Como nos destruyeron aquí, de 1970 a 1973. Es necesario que el sistema democrático se proteja, que impida la intrusión de doctrinas totalitarias.
P. ¿No cree usted que pueda estallar un conflicto en Chile entre el próximo Gobierno democrático y las fuerzas armadas, a causa de los intentos de procesar a militares, como en Argentina?
R. No lo creo. Porque los comandantes en jefe de las fuerzas armadas todavía tienen que permanecer ocho años en sus puestos. Lo establece la Constitución. Es cierto que hubo excesos en el marco de la lucha contra el terrorismo, pero en el extranjero las denuncias de violaciones de los derechos humanos fueron a menudo exageradas. En lo que me concierne, deseo que al fin de mi mandato no quede asunto alguno, civil o militar, no juzgado. Hemos decidido acelerar los procesos ante la justicia.
Traducción: Jorge Onetti.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.