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La cultura está antes que la libertad, la hermandad y la igualdad, dice Josef Brodsky

El último premio Nobel leyó en Madrid poemas en ruso y en inglés

, La cultura está antes que la libertad, la hemandad y la igualdad", dijo ayer por la mañana el poeta ruso Josef Brodsky, último premio Nobel de Literatura, en una conferencia de prensa en Madrid. Por la tarde declamó varios de sus poemas, en ruso y en inglés, en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Brodsky, de 48 años, nacido en la URSS, emigró a Estados Unidos en 1972, después de una década de persecuciones que incluyeron una condena en Siberia. En su encuentro con los informadores señaló que desde su viaje se ha convertido en "una entidad autónoma mi mejor amigo y también mi peor enemigo". Al periodista que le indicó que de todas formas mucha gente ve en él una dimensión política, respondió: "Ése es su problema".

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La ética está engendrada por la estética", indicó Brodsky para explicar por qué pone tan alto la cultura. "Estoy interesado en la sociedad civil inspirada en ésta", señaló, y dijo que el arte se distingue de la vida en que en ésta se pueden repetir las cosas en tanto que en el arte eso se llama clisé.Brodsky procuró en todo momento eludir el maniqueísmo, ero aun así reconoció que ni EE UU -país cuya nacionalidad tiene ahora-, ni la Unión Soviética, conceden importancia real a la cultura. "Pero no quiero hablar en categorías", dijo. "El deber del escritor para con la sociedad es escribir bien. Como dijo Mallarmé, 'el rol del poeta es purificar el dialecto de la tribu'".

El hombre del este es diferente del hombre del oeste, concedió Brodski, en que el del este (el de los países comunistas) es más ambivalente y más cínico, considera inevitable una dosis de maldad en la política y no cree en que se pueda cambiar la naturaleza humana.

"No sé si soy o no un exiliado', dijo en otro momento, y prefirió eludir esa palabra melodramática. "Soy una entidad autónoma", explicó, en una expresión varias veces utilizada. "No es lo que quiero: es lo que soy". "Me veo un poco como, un perro en una cápsula espacial. Lejos de lo que solía ser su casa, y sin saber cuándo los que controlan la cápula lo llevarán a tierra. Uno vive en su propia cápsula, que resulta ser la propia lengua. Lo demás es cada vez menos real. Uno vive en esa concha lingüística, y no se tienen contactos con nadie más".

El deseo de soledad

El aislamiento de Brodski fue quizá lo que suscitó el mayor número de preguntas de una audiencia no sólo compuesta por periodistas sino también por investigadores del CSIC. "Toda mi vida quise que me dejaran solo", explicó el poeta. "El 4 de junio de 1972 [fecha en que consiguió emigrar de la URSS] el deseo fue así realizado: fui dejado en un mundo del que desconocía casi todo. Fue una experiencia temible, pero al tiempo atractiva. Me dije que ya que iba a cambiar, que el cambio fuese de verdad: me fui a Michigan [EE UU]". Sobre una eventual regreso a la URSS, comentó: "Quizá se pueda volver al escenario del crimen pero difícilmente al del amor. Temo regresar y no ver lo mismo". Antes había dicho que en la URSS tuvo en su día un ambiente literario, un milieu, del que carece en Estados Unidos. En cuanto a este país, se describió como unciudadano que paga sus impuestos y se interesa más o menos en el proceso político -"tengo mi propia opinión sobre los políticos"-, si bien "algunas cosas me inspiran el nlismo grado de repulsión que en la URSS, cuando vivía allí".En su ensayo Una habitación y media, incluido en el volumen Menos que uno (Versal), Brodsky describe cómo le daba salida a ese deseo de aislamiento mientras vivía con sus padres en un piso de cuarenta metros cuadrados en Leningrado, ciudad que él llama Petersburgo (por San Petersburgo). En estos días se publica la continuación de ese primer volumen, La canción del péndulo, cuya traducción fue aceptada por Brodsky. No así la de ciertos poemas cuya traducción encargó el CSIC para la lectura de ayer, y que merecieron del. poeta el adjetivo de "abominable".

El poeta, que recordó que "en su previa encarnación" en la URSS se ganó la vida como traductor, dijo conocer "bastante bien" la poesía española. Del siglo XX prefirió a Antonio Machado, no sólo por su poesía -La tierra de Alvar González pesó en sus propios versos-, sino por su actitud. "Esa es la imagen que en Rusia tenemos del español: la dignidad". En otras respuestas, dijo apreciar los cuentos de Borges "cuanto más cortos, mejor", y a Octavio Paz, a quien él hubiera dado el premio Nobel cuando se lo dieron a él.

En cambio, y a propósito del desconocimiento de un periodista del escritor Andrei Platonov, que él prefiere a VIadimir Nabokov, señaló que "el grado de ignorancia" que se tiene en España de la literatura soviética del siglo XX es "asombroso", y parece un encomiable resultado "de los esfuerzos de la embajada soviética": estos nombres no tienen nada que ver con la literatura, dijo. Indicó que en Francia u Holanda existe un conocimiento mucho mayor. Antes había dicho que no quería ser descortés.

Al recital del CSIC, en un recargado salón de actos en el que apenas dieron respiro los flashes de los fotógrafos, asistieron unas 250 personas, y entre ellos la mujer de Felipe González, Carmen Romero. En un tono de salmodia, Brodsky declamó en ruso y una amiga suya leyó traducciones al inglés o al español. En el diálogo, el poeta contó cómo había ido en busca de W. H. Auden, nada más llegar a Occidente, en 1972, y cómo éste le había tomado bajo su protección.

La última pregunta se relacionó con sus sentimientos hacia quienes le persiguieron en la URSS: "no agradezco a mi estado lo que me hicieron, pero tampoco les odio por ello. Sólo creo que son estúpidos y que no tienen derecho a gobernar el país". Brodsky cortó con un gesto a un par de espectadores que pretendían aplaudir.

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