No perdonar a Pinochet
Como lector de EL PAÍS, entre paréntesis y para nosotros, uno de los mejores exponentes del periodismo moderno en España, ruego se inserte en Cartas al Di-Pasa a la página siguiente
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rector nuestra preocupación sobre las manifestaciones del prelado chileno Silva Henríquez sobre el general Pinochet.
Estupor y pena nos proporcionaron las palabras del cardenal Silva Henríquez cuando, entre perdones, dijo: "Perdonemos a los militares, incluido Pinochet". ¿Perdón divino, perdón humano, perdón profano, perdón cristiano? Sería interesante hacer esta compulsa a los miles de asesinados y torturados durante el régimen de Pinochet. ¿Perdonarían ellos? Es cosa de cristianos hacer uso de la prerrogativa del perdón a aquellos que han concursado en las tierras del daño y del horror, pero, en este caso, el imperativo de la justicia ante los desmanes de una dictadura atroz que no tiene parangones en la historia de Chile es necesaria. Las palabras del prelado llenaron de confusión a muchosasistentes en el Ateneo de Madrid, y a nosotros, de indignación y rechazo. Nada ni nadie puede perdonar las atrocidades cometidas y que comete la dictadura de Pinochet a un pueblo sufrido, estoico e indefenso como es actualmente el pueblo chileno. Recordemos los campos de concentración (el estadio Nacional), los fusilamientos, las torturas, todos esos hechos dolorosos que escapan a toda calificación y perdones. ¿Perdonar a Pinochet? Dios puede perdonar a quien, superando toda imaginación, ordenó la muerte de millares de chilenos, los obligó al exilio, los sumió en el infierno de la tortura risica y moral. Lamentamos las insólitas expresiones del cardenal y le sugerimos que ¡as trueque en otras condenatorias y las condense señalando a Pinochet como un dictador imperdonable.- Director de Clarín Nacional.
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