Devolver a La Pedrera la dignidad perdida
La Casa Milà, cuya restauración ya se ha iniciado,se convertirá en un centro de cultura
Desde que hace algo más de un año la Casa Milá, de Antoni Gaudí más conocida como La Pedrera, fue adquirida por la Caixa de Catalunya para convertirla en sede de su fundación cultural, se ha trabajado con un único objetivo: devolverle la dignidad y el reconocimiento artístico que merece y abrirla a la ciudad. La restauración de la histórica casa del barcelonés paseo de Gràcia se inició en 1987 con un estudio de la situación real del edificio y proseguirá a lo largo de este año con un plan de actuación general que consistirá fundamentalmente en la rehabilitación de la fachada. Gracias a estos trabajos de restauración, La Pedrera recuperará a finales de este año su original color blancuzco, oculto ahora por una costra de suciedad.
El proyecto es mucho más ambicioso que lavarle la cara al viejo edificio. Se trata de devolver a La Pedrera su dignidad nunca reconocida de facto, pese a ser catalogada patrimonio mundial de la UNESCO. Daniel Giralt-Miracte dejó su cargo de responsable de Artes Plásticas de la Generalitat de Cataluña para ser director de la Fundación Caixa de Catalunya. Valía la pena. Tiene el privilegio de vivir día a día la recuperación de la Casa Milá. Ya está embrujado, o como dicen por Barcelona, "está tocado por la magia de La Pedrera". Por eso se excita e indigna cuando habla del tratamiento que ha recibido. "Ha sido explotada por una sociedad inmobiliaria como si se tratase de un edificio cualquiera; se ha sobreexplotado su territorio; se ha construido miniapartamentos en el maravilloso desván que ideó Gaudí; se la ha sometido a todo tipo de chapuzas sin respeto a su alto valor artístico. Y lo que es aún más grave, la sociedad inmobiliaria impidió que la visitase el público".Ahora empieza la aventura. Finalizada en diciembre una fase experimental, centrada en una franja de la fachada de la calle Provenza, que permitió un análisis exhaustivo de su estado real, por dentro y por fuera, ahora, con el año nuevo, se inicia la restauración. Y ha sido abierta, al menos en parte, al público. Mas de 3.000 personas cada mes se maravillan ante la la magia de este paisaje arquitectónico creado por Gaudí.
La Pedrera construida entre 1906 y 1910 y ya polémica en su tiempo -el volumen de la parte superior excedía lo autorizado por las ordenanzas municipales de la época- no sufre de mal de piedra. Así se ha dictaminado tras los análisis petrológicos realizados por el grupo de petrofísica de la Universidad de Oviedo que dirigen los catalanes Rosa Esbert y Modest Montoto. Eso es bueno, pero no suficiente Mal de piedra no tiene, pero la piedra ha sufrido. Problemas de conservación de la estructura metálica, que han afectado algunos bloques de piedra, unido a unas restauraciones inadecuadas que se hicieron en los años setenta, hacen que la rehabilitación no sea sencilla.
Construcción singular
Dirige el trabajo el servicio de Protección del Patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona, a cuyo frente está el arquitecto Josep Emili Hemández Cros.
"Se trata de una construcción singular, con voladizos", señala Hernández Cros, "en la que las piedras no se aguantan unas sobre otras sino sobre una estructura metálica". Gaudí concibió esa construcción de voladizos, que le da un aspecto ondulado -alguien ha comparado con el movimiento del mar- colocando los bloques de piedra sobre unas estructuras de hierro con unos anclajes también de hierro que contribuyen a fijarlos. En algunas partes, la porosidad de la piedra ha absorbido la humedad, que ha ido oxidando la estructuras de hierro. El hierro oxidado se ha hinchado y ha afectado a la piedra.
Problemas de este tipo surgieron ya en los setenta y se solucionaron entonces con unos parches de cimiento oscuro -para que coincidieran con el color negro de La Pedrera y que si no son sustituidos seguirán negros cuando la fachada esté limpia-, que a la larga han perjudicado más que solucionado.
El plan de actuación que ahora se inicia empieza por sanear la estructura de hierro. Le seguirá la sustitución de los bloques de piedra afectados y de los "negros". Acabado este proceso, comenzará la limpieza de la fachada para lo que se utilizarán diferentes sistemas. Agua a muy poca presión, nebulizada, para no agredir la piedra y para evitar que se empape; destrucción de hongos y líquenes con ftingicidas determinados, en función de la composición química de la piedra, e incluso con lancetas. Y en las partes en que se ha producido una mayor salinización se aplicará un producto absorbente con compresas que mantendrán la humedad y diluirán y absorberán las sales. Finalmente, se tratará la parte exterior con una capa de protección que evitará en el futuro la permeabdización.
Y así, a finales de 1988, La
Pedrera, con la cara limpia, lucirá de nuevo su color original: blancuzco o blanco tirando a amarillo o a gris.La rehabilitación de La Pedrera continuará en años posteriores con el acondicionamiento total de los patios interiores, la restauración de la terraza -donde se hallan las maravillosas chimeneas, cajas de escalera y de ventilación-, bautizada por Pere Gimferre como "el jardín de los guerreros". Y la recuperación del desván. La restauración de la terraza, que según Giralt-Miracle se convertirá en una plaza dura por la que podrá pasear la gente, irá ligada a la del desván, "ambas tendrán una total unidad y será como un laberinto arquitectónico consagrado a la memoria de Gaudí".
Apartamentos en el desván
Recuperar la totalidad de estos espacios y abrirlos a la libre circulación como estuvieron antes de los sesenta no será fácil. En esa época se construyó en el desván una serie de apartamentos que han desvirtuado por completo el diseño que creó Gaudí. "Se Regó a construir chimeneas", cita como ejemplo Giralt-Miracle, "como burdas y pedestres imitaciones que el arquitecto tuvo la osadía de colocar en la terraza junto a las creaciones de Gaudí".
Paralelamente a las obras de restauración, los actuales responsables de La Pedrera negocian con los inquilinos que siguen viviendo en el histórico edificio. La mitad de los apartamentos construidos en el desván quedarán libres a mediados de este año. "He podido constatar", señala Giralt-Miracle, "la devoción que tienen por La Pedrera los vecinos que en ella viven. Son conscientes de que es absolutamente necesario que alguien cuide del vie.Jo edificio. Es más importante para ellos salvaguardar La Pedrera que el privilegio de vivir en ella".
"Que quede bien claro", añade, "no vamos a ecliar a los vecinos. Respetaremos la voluntad de Gaudí que concibió la Casa Milá para ser habitada. Las plantas que Gaudí diseñó como vivienda seguirán siéndolo".
La Pedrera consta de una base (planta baja y entresuelo); un cuerpo (cuatro plantas), que Gaudí destinó a vivienda; el desván o golfes, donde se construyeron los miniapartamentos, y la terraza. El proyecto no es pequeño: restituirle globalmente, desde la base a la terraza, la dignidad y transformar el edificio en un centro cultural vivo.
Babelia
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