Sin condecoraciones
Al contrario que Julio Caro Baroja, quien, cuando ingresó en la Real Academia Española, buscó en la profundidad de los armarios un viejo frac suyo casi sin usar que le sentaba muy bien, José María de Areilza no ha tenido tanto problema: no en vano ha sido diplomático, y tiene dos a mano.Con uno de ellos entró ayer en la gran sala del edificio, abarrotada de público. En la delantera de la chaqueta, ninguna condecoración. Es tradicional que así se presenten los nuevos académicos que podrían lucirlas, como es el caso de Areilza; pero el buen gusto hace que la prenda esté negra, y así la medalla de académico (que le impuso el Rey) puede brillar en solitario.
Los Reyes de España, al igual que el nuevo presidente (interino) de la institución, Rafael Lapesa, escucharon atentamente a José María de Areilza, que leyó su discurso con propiedad. Le respondió Joaquín Calvo-Sotelo que trazó un perfil biográfico del nuevo miembro, en el que surgieron dos palabras: savoir-faire. Manuel Fraga Iribarne, Leopoldo Calvo Sotelo y Juan María Bandrés asistieron al acto.
Babelia
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