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José María de Areilza ingreso en la Academia

'Una reflexión sobre el porvenir de nuestra lengua', título del discurso que pronunció

Andrés Fernández Rubio

José María de Areilza, de 78 años, conde de Motrico, leyó ayer su discurso de ingreso en la Real Academia Española, en la que a partir de ahora ocupará el sillón G, que perteneció a Manuel Díez-Alegría. El ex ministro de Asuntos Exteriores del primer Gobierno de la Monarquía, diplomático y autor de más de 3.500 artículos y de 10 libros, hizo Una reflexión sobre el porvenir de nuestra lengua, en un discurso que fue contestado por el dramaturgo Joaquín Calvo-Sotelo. Al acto asistieron los Reyes de España.

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Sin condecoraciones

José María de Areilza ha sido considerado alguna vez como "una especie rara", por su incapacidad para las palabras hirientes, su lenguaje pulcro y exquisito y un estilo elegante basado en la tolerancia. También se ha ponderado su habilidad no sólo política sino también literaria, sobre todo para contar los viajes y describir la naturaleza.Lo último se basaría en su permanente curiosidad, y sobre ésta se pronuncia el diplomático y escritor citando a un político que era también un orador y además uno de los mayores prosistas de la lengua latina: Cicerón. "Quiero llegar, como decía Cicerón, a una edad en la que la lucidez sirva a la vida misma. El privilegio de la edad consiste en gozar de los recuerdos, ya elaborados, y en tener una gran curiosidad intelectual que nunca se apague. La vejez podría ser definida como un estado que hace indiferentes a los hombres ante las novedades de la vida; por eso, quien sepa mantener vivo su interés hacia los constantes cambios del mundo no será viejo nunca".

Las partes principales

Ése parece ser el caso de Areilza, que, a juzgar por el contenido de su discurso leído ayer, utiliza la curiosidad como ejercicio de inteligencia anticipatoria del porvenir. Humilde y diplomáticamente dice que más que llevar su experiencia a la Academia, él pretende simplemente alertar "a los doctores de la iglesia" -una iglesia que en este caso es el idioma- sobre aspectos que considera importantes. Así explica el nuevo académico las dos partes principales de su discurso: "En la primera trato de analizar todo lo que representa de impacto en la lengua la era informática, el lenguaje del ordenador, en cuyas programaciones hay un regusto de inglés básico que hay que tener en cuenta. Ninguna lengua viva puede quedar al margen de la entrada en masa de los neologismos". Para Areilza, el inglés está presente como un residuo en los lenguajes informáticos, y le parece evidente que tiene que permanecer en forma de sustrato que contagie al castellano, sin concesiones pero también sin ser demasiado puristas ante el fenómeno."La segunda parte del discurso", añade, "trata de analizar las prospectivas demolingúísticas que ofrecen las estadísticas de los organismos internacionales. Éstas avisan que de aquí a 20 años se producirá una marea de pleamar de hispanohablantes. Seremos 700 millones, y ningún país de Europa se quedaría indiferente ante esta perspectiva. La séptima parte de la humanidad de entonces hablará el castellano y a mí me resulta muy oportuno decirlo para que se alerte ante un fenómeno que va a representar la vía más importante en la política exterior de España en el futuro. Las connotaciones sociológicas de este hecho son interesantes, porque se creará una pirámide de juventud y otra de pobreza, localizadas en gran parte en los suburbios de las enormes megalópolis, lo que va a condicionar las formas y los modelos de nuestra lengua".

Areilza dijo ayer que considera un tratamiento de honor el hecho de ingresar en la Academia de la Lengua, tras una vida pública y literaria en la que ha tratado de buscar la claridad en su forma de expresarse. En este sentido, se declara seguidor en sus lecturas de Ortega, cuyas obras le parecen "refrescantes para la inteligencia".

El diplomático, que en 1941 obtuvo, con Fernando María Castiella, el Premio Nacional de Literatura, por la obra Reivindicaciones de España, ha publicado libros como Embajadores sobre España ( 1947), Escritos políticos (1968), La Europa que queremos (premio Espasa-Calpe en 1986) o Diario de un ministro de la Monarquía. Recientemente se han editado siete relatos suyos.

Areilza, cuya principal actividad se ha desarrollado en el mundo de la política, cree que en la España actual los políticos "desdeñan la brillantez en el lenguaje; se ve como adorno innecesario. Recuerdo una encuesta que cifraba en 2.000 vocablos la media utilizada por los políticos". Cita a Mitterrand como ejemplo de político que habla un francés "escogido, admirable, preciso, concreto y restallante cuando conviene", y opina que en España, quizá por necesidad, y también en parte por demagogia, los políticos emplean un lenguaje "de mangas de camisa". "Ahora que la imagen es tan importante", concluye, "creo que no es bueno ofrecer la imagen de un castellano poco rico".

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