Benedetto murió solo, pobre y abandonado
El periodista y escritor argentino Antonio di Benedetto murió en la noche del pasado viernes a los 64 años de edad, de un derrame cerebral, en el hospital Italiano de Buenos Aires. Ha muerto, como en una transposición de su obra literaria, solo, pobre, abandonado, olvidado. Sus obras le valieron el prestigo internacional, pero también la cárcel y la tortura durante el régimen militar. Nació en la provincia de Mendoza, al pie de la cordillera andina, cursó estudios de abogacía y desde los 18 años se dedicó al periodismo y la literatura. Fue enterrado en Mendoza el pasado sábado.
Liberal, antiperonista, pero sobre todo un individualista a ultranza -según propia confesión- fue chupado al día siguiende del golpe militar de marzo de 1976 por un grupo de tareas del ejército (chupar, hacer desaparecer a un ciudadano, en la terminología militar de la dictadura). Durante 18 meses desapareció en chupaderos -centros clandestinos de detención- de Mendoza y La Plata, capital de, la provincia de Buenos Aires.
Golpes en la cabeza
Gran miope, sus carceleros le privaron de sus gafas y le obligaban a arrastrarse desnudo por el piso de su celda para limpiarla. Los golpes que recibió en el cráneo le provocaron ulteriores e intermitentes períodos de amnesia y su cuadro general de salud quedó permanentemente dañado. Borges, Sábato, Múgica Laínez, Victoria Ocampo, pelearon vigorosamente para evitar entonces, su desaparición definitiva, el mal agüero militar que cayó sobre Haroldo Conti o Roberto Walsh. Finalmente expatriado, residió en Estados Unidos, Guatemala y España. Jamás le dijeron por qué le habían chupado... y pese a los vejámenes físicos esa incertidumbre sigue siendo todavía la peor de las torturas. Profundamente tímido, dotado de una gran delicadeza espiritual, regresó a Argentina en 1984, recibió algunos homenajes y promesas y se resistió a volver a Mendoza quedándose a vivir en Buenos Aires, ciudad que odiaba. La difícil democracia recuperada tenía sus problemas generales y fue despedido por falta de presupuesto de un organismo cultural estatal. Malvivía de un sueldito de la Casa de Mendoza en Buenos Aires, algunas críticas de libros y una desmayante asesoría en un taller literario. Nadie le tiró una mano. Llegó a pensar en un aviso en un diario porteño: "Periodista repatriado y desesperado anda buscando departamento en Buenos Aires". "Lentamente estoy volviendo al exilio", declaraba a Clarín hace un año. Había sido subdirector del diario Los Andes en su ciudad natal.
La pavorosa espera
Zama, la pavorosa espera de don Diego de Zama, funcionario del imperio español en Asunción, desmoronándose en el pudridero de la bahía fluvial que forman el Pilcomayo y el Paraguay, esperando un destíno en Buenos Aires, es su novela más celebrada. Su consideración como autor de relatos cortos es igualmente alta. Escribió unos elogiados Cuentos del exilio.Di Benedetto obtuvo 11 premios literarios, y entre los que juzgaron y distinguieron su producción se encuentran los nombres de Jorge Luis Borges, Manuel Mújica Laínez, Leopoldo Marechal, Augusto Roa Bastos y Gabriel García Márquez.
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