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Los crímenes del Comando Unido

Santiago de ChileFernando Ortiz, un profesor de Historia, estaba en la clandestinidad en 1976. Bajo el seudónimo de Jaime, actuaba como uno de los líderes del Partido Comunista. Junto con otro militante, Wualdo Pizarro, tenían una cita con la actriz, ex diplomática y ex diputada, María Maluenda, en una plaza santiaguina. Nunca más se supo de ellos.

Cuando Maluerida, pariente de uno de los desaparecidos, llegó al lugar convenido sólo encontró huellas de sangre. Nadie quiso hablar y nadie admitió haber visto nada. La ex parlamentaria comunista comenzó entonces un lento trabajo hasta que voces anónimas revelaron lo ocurrido: Ortiz y Pizarro habían sido secuestrados por un grupo armado.

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Con matices, el mismo álito de terror y misterio se tiende también sobre el destino de los otros oc ho desaparecidos que llevaron al juez Carlos Cerda a dictar órdenes de detención contra 38 uniformados y dos civiles.

Más pistas hay, encambio, sobre Carlos Contreras Maluje, un ex regidor cómunista. Detenido por servicios de seguridad, fue conducido con su vista vendada hasta un local secreto, donde estaban otros compañeros suyos siendo torturados.

Estos fueron los casos más evidentes con que contó Cerda para dictar las órdenes de detención. La responsabilidad de los secuestros recae sobre el Comando Unido, un cuerpo de seguridad formado por la Marina, Fuerza Aérea y Carabineros, que actuó contra el Partido Comunista entre diciembre de 1976 y enero de 1977, exterminando a la dirección clandestina.

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Bajo el mando del coronel de Fuerza Aérea, Edgar Ceballos, actuó a espaldas de la poderosa Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), de manera implacable.

Lo ayudaron en su trabajo dos delatores comunistas, que posteriormente integraron el Comando Unido.

Este comando, que fue responsabilizado de asociación ilícita y privación ilegítima de libertad, capturó a más personas.

El general retirado Gustavo Leigh, quien estaba al mando de la Fuerza Aérea mientras actuaba este comando, negó tener conocimiento de los hechos, en declaraciones realizadas hace un par de meses.

Dijo que no sabía de la existencia de este organismo y negó que en recintos de la Fuerza Aérea se practicaran torturas. Sin embargo, desde París, un desertor de la fuerza aérea, Andres Valenzuela, confirmó en declaraciones a emisoras locales que Leigh estaba en conocimiento del Comando Unido y sabía lo que éste hacía con sus prisioneros.

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