Alborán, un mar enrojecido por el coral
Almeria es el centro de una guerra de intereses justificada por el nacimiento de un nuevo negocio
, Cuando a mediados de los años setenta Manolo Escobar hizo popular su canción sobre Almería, su bahía, su coral, la belleza de sus mujeres, y, en definitiva, trataba de comparar a esta provincia andaluza con un paraíso de amor, decenas de embarcaciones italianas expoliaban la riqueza coralífera de estas aguas sin que nadie lo impidiera, burlándose así de las gentes de esta zona y de la Administración española.
Durante años multitud de pescadores italianos estuvo faenando en el mar de Alborán sin que se supiera que lo que estaban arrancando de las aguas era tina especie coralífera única en el inundo y que servía como sostén de una industria de joyería y bisutería con un volumen de miles de millones de pesetas, de los que España no veía ni un solo céntimo.
El mar de Alborán, que recibe este nombre por rodear la isla de Alborán, situada a mitad de camino entre la costa almeriense y el cabo de las Tres Forcas, al norte de Melilla, ya en tierras africanas, tiene la virtud de ser el santuario del mejor coral del :mundo: el Corallium nobile, conocido comúnmente como coral rojo.
Ahora, cuando las masivas detenciones de las embarcaciones italianas registradas en 1982 y la firma de un real decreto -1212/ 1984- sobre la pesca de coral son la excusa para iniciar las tertulias de los casinos, cuatro embarcaciones españolas, autorizadas prácticamente a dedo por la Administración para pescar coral, son el centro de todas las envidias, iras, acusaciones y conjeturas que giran en torno a esta nueva industria que ha despertado en AImería con un sorpendente vigor y con grandes perspectivas de futuro.
Los ecologistas aún no entienden por qué el Gobierno español permite que esas cuatro embarcaciones realicen la pesca del coral utilizando la denominada barra italiana, que según los expertos destroza por completo el fondo marino y sólo permite el aprovechamiento de un 30% del coral desprendido de la roca. Algunos pescadores critican a la Administración porque los permisos hoy vigentes fueron otorgados sin concurso previo y porque el anuncio de la concesión de las nuevas licencias se está retrasando. Y los sindicatos, porque creen que a la industria del coral española "ya no la controla nadie", según Francísco Rivera, de la UGT de Almería, que explica que la industria coralífera da trabajo a 150 almerienses.
"Todo son envidias, amigo mío", explica Nicolás Linares, considerado por quienes le odian y envidian como "el prototipo del cacique andaluz", y considerado por la Administración como uno de los pescadores más competentes. Linares, de derechas, muy religioso, se dedica a la pesca desde que "era un, chaval", y con la ayuda de su hermano ha construido una de las empresas de pesca mas importante; de la zona, Pescalina.
Linares quiere contarlo todo "para que vean que aquí no hay nada extraño y que la pesca del coral ni estropea los fondos marinos, como dicen. los ecologistas, ni es oscura, como dicen los otros".
Según este pescador, que en varias ocasiones ha ayudado al Gobierno español en sus difíciles negociaciones con Argelia y Marruecos, "cuando las autoridades españolas lograron echar a los italianos de esta zona, me propusieron realizar unas prospecciones de coral con la ayuda de biólogos del Instituto Español de Oceanografía". El resultado de aquellas investigaciones debió de ser satisfactorio porque las autoridades, sin que sesepa aún cómo ni por qué, decidieron dar a Linares otros tres permisos para la pesca privada del coral. "Yo sólo acepté uno más, y los otros dos permisos fueron a Almería, donde una empresa, Sociedad de Pesca Almería, y un armador, Francisco Gaitán, las aceptaron".
Estos permisos, respaldados por la nueva ley que anulaba un reglamento sobre la pesca de coral que había existido en España entre 1965 y 1984, permitía, "increíblemente", según Manuel Sánchez Villanueva, uno de los ecologistas almerienses del grupo Mediterráneo, el uso de la denominada barra italiana. Este ecologista no puede entender cómo este sistema, prohibido en España durante años y perseguido por la casi totalidad de países mediterráneos, es ahora legal en nuestras aguas. La barra italiana se arrastra por el fondo del mar rompiendo las ramas de coral.
"Nosotros no pescamos con la barra italiana. Ya estoy cansado de repetirlo", explica Linares, que muestra un plano de lo que él denomina barra modificada. "Nuestra barra tiene tres puntos de apoyo que impiden que el hierro toque el fondo en toda su longitud, por lo que la trilla no afecta al fondo".
El propietario de Pescalina no quiso opinar sobre las acciones de los ecologistas, a los que acusa de "oportunistas". El Ricomar, una de las embarcaciones que Linares dedica a la pesca de coral, ha sido perseguida en dos ocasiones -la última el pasado jueves- por las zodiac del Sirius, el barco de Greenpeace que protagoniza la campaña Mediterráneo 86.
Este armador tampoco estaba de acuerdo con quienes dicen que el mundo del coral está rodeado de corrupción, favores y amiguismo. "Todo el mundo lo sabe. Yo siempre estaré donde no están los socialistas, pero es precisamente esta Administración la que me pidió ayuda parasaber si el coral podía convertirse en una riqueza para España, lo hice como un favor a este país y a este Gobierno; si el negocio puede salir adelante, es lógico que haya envidia".
Falta de control
Francisco Gaitán reconoció, el pasado miércoles, que las autoridades portuarias almerienses no controlaban el coral que él extraía del fondo del mar. Linares reconoció al día siguiente que lo mismo ocurría en el puerto de Adra, al oeste de Almería. Esta doble confirmación avalaba de una forma irrefutable las acusaciones de algunos pescadores y sindicalistas.
Pedro Lozano, presidente de la Junta del Puerto de Almería, fue tajante: "Soy la máxima autoridad de este puerto. El coral que se extrae de Alborán no se pesa, se cuenta a ojo. Y el responsable del pesaje es la Comandancia de Marina". Los armadores dicen que es imposible el pesaje "porque, cuan do llegamos a puerto, las redes es tán mojadas y repletas de piedras y algas". Según ellos, hasta 10 días después de haber atracado "no sa bemos cuánto hemos pescado".
Francisco Rivera, de UGT, cree que "en cuanto el coral sale del puerto en las furgonetas de los ar madores, deja de estar controlado por la ley, porque ya dependemos de lo que ellos quieran declarar" Francisco Gaitán y Nicolás Linares comentaron respecto a esta opinión que "el 1 eso del coral que declaramos ha de coincidir con el peso del coral muerto que vendemos como bisutería y el del coral vivo que vendernos como joyería" Ninguno de los dos armadores dio respuestas convincentes a la pre gunta de cómo se controlaría una partida de coral -vendida en el mer cado negro o vendida en alta mar a un pescador italiano.
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