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Chile, un país ocupado por su Ejército/ 2

La oposición, incapaz de aprovechar las debilidades del régimen de Pinochet

Antonio Caño

La principal fuerza política de Chile, la Democracia Cristiana, sufre serias tensiones internas sobre las condiciones en que se debe establecer la transición. Los socialistas, divididos en ocho tendencias, son incapaces de convertirse en el partido hegemónico de la izquierda. Los comunistas mantienen la duplicidad de la presión política y el apoyo a la lucha armada, que le convierte en un elemento perturbador para la unidad de la oposición. La derecha, por último, se debate entre el apoyo a Pinochet y la opción por una democracia restringida."Hay falta de líderes en la oposición, y el país lo está percibiendo", opina el abogado y empresario Ricardo Claro, ligado en un principio al régimen militar. "La oposición no ha presentado nada sensato", dice. "Ha vuelto a los esquemas de los sesenta. No hay nada novedoso, ninguna solución imaginativa. No hay posiciones que reflejen una experiencia y un aprendizaje de los errores del pasado".

El Acuerdo Nacional

Los partidos no han presentado hasta ahora proyectos de Gobierno futuro. Desde 1983 se han ido sumando a las convocatorias de movilización de las organizaciones sociales, sin capacidad para transformarlas en avances políticos. Al contrario, después de las importantes manifestaciones de ese año, la Democracia Cristiana y otros partidos de centro e izquierda moderada acudieron a un diálogo con el Gobierno en el que éste ganó tiempo y aquéllos perdieron credibilidad.

El mayor avance que, a juicio de los observadores, ha dado hasta ahora la oposición hacia su consolidación como alternativa de gobierno fue el Acuerdo Nacional, firmado hace un año por 10 partidos del centro, derecha e izquierda moderada: Unión Nacional, Partido Nacional, Partido Republicano, Partido Liberal, Partido Socialdemócrata, Partido Radical, Partido Demócrata Cristiano, Partido Socialista (sector presidido entonces por Carlos Briones), Partido Socialista (sector de Mandujano) y Unión Socialista Popular. Al acuerdo se adhirió Izquierda Cristiana y fue aceptado, aunque con reservas, por el Movimiento Democrático Popular (formado por el Partido Comunista, Partido Socialista de Clodomiro Almeyda, Movimiento de Izquierda Revolucionaria y MAPU-Obrero y Campesino).

El acuerdo, que fue bien recibido por Estados Unidos y respaldado por la Iglesia católica, y al que incluso se refirieron con términos elogiosos algunos altos oficiales de las Fuerzas Armadas, chocó, sin embargo, con Pinochet, que prohibió a sus ministros recibir siquiera a los firmantes del pacto.

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Desde ese momento la oposición se volcó en la vía de las movilizaciones, para lo que, por inspiración democristiana, se creó este año la Asamblea de la Civilidad, una asociación de organizaciones sociales, profesionales y cívicas que co n el apoyo de la Alianza Democrática (Democracia Cristiana, Partido Socialista, Partido Radical, MAPU y otros pequeños grupos socialistas) y del MDP ha convocado para el mes próximo lo que pretende ser el movimiento de masas más importante de los últimos tres años.

El presidente de la Asamblea de la Civilidad, el médico Juan Luis González, cree que "la única manera de presionar a las Fuerzas Armadas para que acepten un diálogo que se traduzca en un Gobiemo de transición es la movilización". Con ese objetivo, la asamblea ha lanzado una campaña de desobediencia civil consistente en manifestaciones, huelgas y otras protestas, como el boicoteo de productos que subvencionan los informativos de la televisión -manipulados hasta el ridículo-, que "seguirá adelante hasta conseguir la democracia", según González.

Uno de los integrantes de la Asamblea de la Civilidad es el Comando Nacional de Trabajadores, cuyo presidente, Rodolfo Seguel, el carismático líder sindical del cobre a quien recientes encuestas daban como el hombre más popular del país, opina que la movilización es necesaria porque "la dictadura no tiene capacidad de solucionar los problemas ni económica, ni social, ni moral, ni políticamente" Uno de los objetivos esenciales del actual período de protestas, es según Seguel, "ganar los sectores medios del país".

Seguel afirma que la Asamblea de la Civilidad no trabaja con la vista puesta en 1989, fecha marcada por el régimen para la celebración de un plebiscito presidencial, sino que su cometido es "acabar con la dictadura ahora". Para ello plantea "un acuerdo amplio, pluralista, democrático, que repre sente a la mayoría del país y por medio del cual se busque un entendimiento con las Fuerzas Armadas". "Éste no es un momento de diálogo", dice, "no están las condiciones dadas para un diálogo, que sería un nuevo engaño. Hoy en dia hay que presionar, pero teniendo en la mano la propuesta política".

Juan Luis González estima que la Asamblea de la Civilidad "no pretende reemplazar a los partidos políticos", pero les reclama "que busquen una fórmula para retornar a la democracia". Para ello la oposición tendrá que resolver primero los dos principales obstáculos que bloquean todo proyecto de transición: la forma en que debe establecerse la negociación con las fuerzas armadas y qué hacer con el Partido Comunista, al que los indicadores de los últimos años (elecciones universitarias, sindicales y profesionales) dan como la organización que más ha crecido bajo la dictadura.

Fabricante de comunistas

El presidente de la Democracia Cristiana, Gabriel Valdés, comentó recientemente que Pinochet se ha revelado en realidad como el mejor fabricante de comunistas del mundo. Ricardo Núñez, recién elegido secretario general del.Partido Socialista de la Afianza Democrática, en sustitución de Carlos Briones, cree que "la oposición no ha sido capaz de explicar clara

La oposición, incapaz de aprovechar las debilidades del régimen de Pinochet

mente a las Fuerzas Armadas lo que quiere".Ingobernabilidad

Germán Correa, presidente del Movimiento Democrático y Popular y dirigente del partido socialista más radical, considera que "la dictadura se puede derribar con más movilización, hasta conseguir la ingobernabilidad del país". "La negociación con las Fuerzas Armadas", añade, "no se puede hacer con estos altos oficiales, ni con Pinochet".

El empresario Ricardo Claro, al que se considera representante del sector financiero más influyente de Chile, cree que para que la oposición pueda negociar con las fuerzas armadas tiene que cumplir con tres requisitos: "Dejar los pactos con el MDP, dar garantías de que no va a haber represalias y abandonar laidea de provocar la ingobernabilidad del país, que sólo consigue crear anticuerpos entre los militares".

Uno de los integrantes de la dirección de la Democracia Cristiana, Juan Hamilton, que representa la corriente de derecha en el partido, coincide en que el PDC debe abstenerse de cualquier acuerdo, incluso coyuntural (como el que se dio el año pasado en las elecciones de la Universidad de Chile) con el MDP y el Partido Comunista.

El Partido Comunista, de tendencia prosoviética, se pronunció en 1980 con una política de insurrección contra la dictadura y legitimó la violencia y la lucha armada contra el régimen. Actualmente "comprende y acepta" la actuación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, un grupo, alzado en armas al que se considera ideológica y orgánicamente vinculado al partido. Esta política no ha desacreditado a los comunistas. La actuación del Manuel Rodríguez se observa con silenciosa simpatía.

Por ello Claudio Huepe, que representa la corriente de centro izquierda y mayoritaria en la. Democracia Cristiana, estima que aunque "no es probable una unidad de la oposición, si por eso se entiende un único bloque político", sí cree que "la propuesta política de transición habrá que conversarla con el MPD y el Partido Comunista".

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