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Chile, un país ocupado por su Ejército / 1

1989, una fecha de la que nadie quiere habIar

Antonio Caño

Los militares se ocupan en Chile desde de imponer las bandas de miss Chile hasta de hacer anuncios en televisión para recomendar prudencia en la carretera. Son rectores de universidad, directores generales, presidentes de empresas, alcaldes o jefes de departamento. Pero más importante aún es el hecho de que en la actualidad hay en activo 54 generales del Ejército de Tierra, cuando en 1973, año en el que Pinochet tomó el poder, había sólo 25. El paso a retiro de los generales es por voluntad del comandante en jefe, ya que, cuando les llega la edad reglamentaria, Pinochet puede mantenerlos en activo si considera que su servicio es necesario al país.En las actuales circunstancias nadie quiere hablar del plazo que termina en 1989, pero lo cierto es que la mayor parte de los partidos políticos especula con la posibilidad que esa fecha ofrece para acabar con la dictadura.

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De acuerdo con la Constitución elaborada por el régimen y aprobada en 1980 en un referendo denunciado por la oposición como un fraude, las Fuerzas Armadas deben proponer en el primer mes de 1989 el nombre de la persona que se someta a plebiscito para ocupar la presidencia de la República. Puede ser un civil o un militar, pero ahora mismo nadie duda de que el candidato sería el propio Pinochet. El elegido podría mantenerse en el cargo, sin convocar elecciones presidenciales, hasta 1997, aunque debería convocar en 1986 unos comicios parlamentarios.

Sectores de la oposición más moderada confían en que ese proceso pueda abrir brechas en el régimen y esperan que ni las Fuerzas Armadas ni el Gobierno norteamericano permitan a Pinochet seguir después de 1989.

El momento actual recuerda el cuento de la lechera, en el que parte de la oposición cuenta con que las Fuerzas Arinadas no permitan a Pinochet presentarse ante las urnas para evitar una derrota, o bien que los uniformados propongan un candidato civil que permita una transición a la española, o bien que obliguen a Pinochet a convocar elecciones presidenciales. En realidad son todo cálculos que evidencian las grandes limitaciones de la oposíción política, consciente de que no dispone de un proyecto capaz ni de ilusionar al país ni de convencer a las Fuerzas Armadas.

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