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Entrevista:

Abrams: "La solución para Nicaragua es presión, presión y presión"

Antonio Caño

Elliot Abrams intenta sacar adelante la decisión de su Gobierno de obtener ayuda militar para la contra nicaragüense luchando en dos frentes: el Congreso norteamericano y el Grupo de Contadora. El secretario de Estado, George Shultz, se reunió el pasado día 10 en Washington con los cancilleres de Contadora y el Grupo de Apoyo para tratar esta cuestión.

Pregunta. ¿Sirvió esa reunión para acercar las posiciones sobre el proceso de paz en Centroamérica?

Respuesta. Si quisiéramos haber hecho las cosas públicamente, en vez de en privado, lo habríamos hecho así, pero queremos utilizar la vía diplomática confidencial para hacer avanzar el proceso de Contadora. Hicimos cosas en esa reunión que espero que se conviertan en progresos.

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P. ¿Cuáles son actualmente las principales diferencias entre Estados Unidos y el Grupo de Contadora en relación a Nicaragua?

R. No estoy seguro. En los propósitos estamos completamente de acuerdo, al ciento por ciento Creemos que lo que hay que hacer ahora es empezar a hablar, llevar a la gente a la mesa de negociaciones; pero no creo que en esto el desacuerdo sea tan grande. Hubo desacuerdo hace uno o dos años en cuanto al juicio sobre los sandinistas, pero tanto los ocho (los de Contadora más los del Grupo de Apoyo) como los europeos ven ahora a los sandinistas como los vemos nosotros, como gente que no quiere la democracia, que son una amenaza para los vecinos. Las posiciones no se están alejando.

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P. ¿A quién hay que llevar a la mesa de negociaciones?

R. En principio, Nicaragua no puede ser algo diferente a Colombia o El Salvador. Como dijo el presidente Ronald Reagan, el primer paso de los que están peleando es que se sienten a discutir. Betancur lo hace, y Duarte también, y eso es lo que los sandinistas tienen que hacer como un primer paso hacia la paz: sentarse a negociar con la oposición. Si quieren la, paz, tienen que negociar.

P. ¿La Administración norteamericana está decidida a solicitar la ayuda para la contra, pese a la oposición hecha pública por el Grupo de Contadora?

R. Nosotros creemos que debe haber ayuda militar para la contra. Lo creemos absolutamente. La negociación nunca triunfará sin ese apoyo militar. Ya lo experimentamos en 1979 y en 1980, bajo el presidente Jimmy Carter, cuando éramos los que más ayuda dábamos a Nicaragua. ¿Pero qué pasó durante ese año y medio? Fue cuando la viuda Chamorro y Arturo Cruz dejaron la Junta, fue cuando echaron al cuerpo de paz norteamericano porque querían cubanos, fue cuando votaron junto a los soviéticos en las Naciones Unidas, fue cuando empezaron la censura de Prensa. Y después pasó un año sin apoyo norteamericano a la oposición y los sandinistas tuvieron otra oportunidad para llegar a un compromiso, a negociaciones, pero todo lo que hicieron fue aumentar su capacidad militar. No quieren negociar, no creen en la Prensa libre, no creen en la libertad de expresión ni quieren romper sus relaciones con la Unión Soviética. Son leninistas. ¿Cómo se puede llevar ese tipo de personas a un compromiso, a una negociación? La solución es bien sencilla: presión, presión y presión. Sin presión no van a hacer nada. Las negociaciones de Contadora y la presión diplomática, económica y militar no son contradictorias, se complementan.

P. Aparentemente, Estados Unidos es el único que cree en la compatibilidad de la presión militar y la gestión de Contadora.

R. Hay mucha gente que cree en este tipo de presión. Muchos en América Central, muchos que no lo dicen públicamente.

Negociar a la fuerza

P. ¿Incluso en el Grupo de Contadora?

R. Incluso en Contadora, aunque no lo dicen públicamente por temor a la presión de Europa, de la Internacional Socialista. La pregunta no es quién lo cree; la pregunta es si es verdad. Los comunistas no dan nada gratis. ¿Por qué van a permitir la libertad de Prensa? ¿Por qué van a echar a los cubanos? Ellos quieren tener cubanos, les gustan los cubanos, les encanta la censura de Prensa. Hay, una sola manera de que lo hagan, y es forzarles a hacerlo.

P. Pero la concesión de una ayuda militar hace pensar en una solución militar.

R. No creemos en una solución-militar. Déjeme aclararle esto. La gente habla de una solución diplomática, pero no habrá una solución diplomática hasta que se haya convencido a los sandinistas de que no pueden ganar militarmente. Mientras sigan pensando que pueden eliminar a la oposición no van a negociar. Tienen que comprender que están obligados a negociar.

P. Se puede pensar que cuando se concede una ayuda militar a un grupo armado es para que derrote a su enemigo. ¿No es éste su objetivo en el caso de Nicaragua?

R. Cada mes que pasa los nicaragüenses odian más a su Gobierno, y el número de hombres que está dispuesto a luchar aumenta. Yo creo que la contra podría ganar si les diéramos el mismo apoyo que los soviéticos y los cubanos están dando a los sandinistas. Pero nuestro propósito aquí no es ganar una guerra.

P. ¿Cuál va a ser la cantidad que el Gobierno va a solicitar para la contra? Se ha hablado de 100 millones de dólares.

R. Hay muchas cifras circulando por ahí.

P. ¿Una parte va a ser solicitada como ayuda militar?

R. Por supuesto. No se puede luchar contra helicópteros soviéticos y pilotos cubanos con arroz, como hacemos ahora.

P. ¿Ustedes creen que esa ayuda se puede hacer simultánea con una propuesta de reanudar las negociaciones con Nicaragua?

R. Ya hace un año dijimos que si los sandinistas iniciaban negociaciones con UNO -Unidad Nicaragüense de Oposición, integrado por Adolfo Calero, Arturo Cruz y Alfonso Robelo-, nosotros volveríamos a Manzanillo.

P. ¿Cree usted que el Gobierno de El Salvador puede derrotar ala guerrilla sin la ayuda de Estados Unidos?

R. Tenemos entre 45 y 50 asesores en El Salvador. Eso no es una cifra importante. La razón por la que es dificil poner fin a la guerrilla salvadoreña es simple: Nicaragua. El cuartel general del FMLN está en Nicaragua. Los guerrilleros pueden recibir entrenamiento de los cubanos en Nicaragua. Mientras esto siga no habrá posibilidad de acabar con la guerrilla que, evidentemente, no tiene apoyo en el interior del país.

P. ¿Qué expectativas de democracia ve la Administración norteamericana en Chile?

R. Yo sigo siendo optimista en el caso de Chile. La oposición se ha unificado en tomo al Acuerdo Nacional, e incluso entre los militares está creciendo el sentimiento de que el país tiene que volver a la democracia. El único tema de discusión es cuándo: 1987, 1988... Es una cuestión de tiempo.

P. ¿El año 1988 es, por tanto, el límite?

R. Eso no depende de mí, pero yo creo que los chilenos se han dado cuenta de que ha llegado la hora. Yo creo que una de las razones es esa ola de democratización que ha llegado hasta Haití. ¿Quién queda? Stroessner, Pinochet, Castro y Ortega. El único gobernante de América Central que tienen un uniforme militar es Ortega. En América del Sur hay dos: Stroessner y Pinochet, y su aislamiento es progresivo.

La situación de Pinochet

P. ¿Ve usted al presidente Augusto Pinochet aislado en el interior de Chile?

R. Sería un error menospreciar la inteligencia o la convicción de Pinochet, o menospreciar su apoyo en Chile. No es cero. Tiene todavía apoyo, pero creo que el tema principal ahora es si Chile volverá a la democracia en los próximos dos años, o digamos en los próximos años. En ese caso, el Gobierno no estaría aislado y la situación sería corno'se ha visto en Argentina, en Uruguay. Pero si el Gobierno de Chile dice que no habrá democracia, entonces quedaría aislado tanto en América Latina como en el interior de Chile.

P. ¿Le ha advertido usted de eso el general Pinochet?

R. Nunca me he encontrado con el general Pinochet.

P. ¿Le preocupa a la Administración norteamericana el deterioro de la situación en Colombia tras la matanza del Palacio de Justicia de Bogotá?

R. Apoyamos completamente al presidente Belisario Betancur y vamos a tratar de apoyar a su sucesor, tanto si es Alvaro Gómez como si es Virgilio Barco. Los tres están de acuerdo en luchar contra la droga y contra el terrorismo. Colombia es el ejemplo más claro de los lazos entre los traficantes y los terroristas, y necesitan ayuda. La situación actual es muy difícil, pero el pueblo está unido, tiene un liderazgo muy bueno y creo que está dispuesto a vencer esas amenazas.

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