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Revolcón del Congreso a las pretensiones de Reagan

Francisco G. Basterra

La política de intervención norteamericana en Centroamérica no cuenta con el apoyo del Congreso, que está decidido a impedir que el presidente intervenga militarmente en Nicaragua. Esta es la principal lección de la derrota sufrida en la madrugada del miércoles (hora peninsular española) por Ronald Reagan, al rechazar la Cámara de Representantes su propuesta de seguir ayudando militarmente a los contra que tratan de derrocar al Gobierno de Nicaragua y aprobar anoche una propuesta demócrata. Para evitar que también el Senado, dominado por los republicanos, rechazara su plan, el presidente tuvo que ceder el miércoles y prometer que reanudará las negociaciones con Managua, y que la ayuda será para fines humanitarios.

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Sólo así logró Reagan que los senadores votaran su propuesta, por 55 votos contra 46. El resultado es, sin embargo, que, al menos este año fiscal que concluye el próximo mes de octubre, los rebeldes no recibirán dinero de Estados Unidos para comprar armas. El debate reflejó, además de un enfrentamiento ideológico entre la derecha y los liberales, una confrontación institucional entre el presidente y los poderes del Congreso en materia de política exterior.El fantasma de Vietnam estuvo presente en el conflicto en muchas intervenciones, y algunos senadores, como el ex astronauta John Glenn (demócrata por Ohio), dijeron que la propuesta presidencial era "un cheque en blanco para una resolución como la del golfo de Tonkín", que, aprobada sin oposición por el Congreso, permitió en 1965 a Lyndon B. Johnson la escalada en Vietnam. Los conservadores utilizaron, por su parte, el recuerdo de Cuba, afirmando que derrotar al presidente es perder la última posibilidad de evitar que Nicaragua se convierta en una nueva Cuba.

La Casa Blanca mantenía aún una débil esperanza de que un nuevo voto ayer en el Congreso permitiera salvar políticamente la cara de Reagan. la esperanza basada en que la Cámara de Representantes votara una solución de compromiso, presentada por los republicanos, que permita desembolsar 14 millones de dólares (más de 2.300 millones de pesetas), a invertir en medicinas y alimentos para la contra, pero no canalizados a través de la CIA.

Los republicanos de la Cámara baja presentaron esta propuesta a votación, pero lo que fue aprobado, por 219 votos contra 206, fue una propuesta demócrata sobre Nicaragua que concede diez millones de dólares a los refugiados de este país y otros cuatro a los países de Contadora para la puesta en práctica de un eventual acuerdo de paz. Larry Speakes, portavoz presidencial, había anunciado antes de producirse la votación de ayer, que si la Cámara no aprobaba la propuesta republicana el resultado sería un golpe a la democracia en este hemisferio. Reagan y su secretario de Estado, George Shultz, intentaron minimizar la derrota sufrida el día anterior y afirmaron que el voto del Senado es un voto "por la libertad y la democracia", pero no se refirieron posteriormente al revés sufrido por la Administración en la Cámara baja.

El presidente del Congreso, Tip O'Neill, demócrata, y el principal adversario político del presidente, no tuvo dudas al afirmar que lo sucedido en las Cámaras refleja la preocupación por una intervención de EE UU en Nicaragua. "Los congresistas no quieren que nuestros muchachos vayan a luchar a ese país. Eso está claro".

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Al final de esta batalla, el presidente sólo va a conseguir un apoyo para los contra muy inferior al que ha solicitado en una larga campaña cargada de presión y demagogia, en la que ha comprometido su prestigio político. Setenta y cinco minutos antes de que votara el Senado en la madrugada del miércoles, Reagan enviaba una carta a los senadores flexibilizando su política sobre Nicaragua.

La misiva, dirigida al líder de la mayoría republicana, el senador por Kansas Robert Dole, prometía reanudar las negociaciones directas con los sandinistas, que fueron suspendidas unilateralmente por Washington el pasado mes de enero. En este punto es en el único en que hay acuerdo entre los dos países, ya que el Gobierno de Managua está ansioso por hablar con Estados Unidos.

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