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Suárez, expulsado de Uruguay

Suárez afirma que no desarrolló actividad política en Montevideo y que se limitó a "hacer un canto a la libertad en todo el mundo"

El ex presidente del Gobierno español Adolfo Suárez, expulsado por las autoridades militares de Uruguay, se trasladó anoche a Buenos Aires desde Montevideo, cuatro horas antes de que se cumpliera el plazo fijado para que abandonase el país, las 20.35 hora local (1.35 de la madrugada de hoy, hora peninsular). Según declaró ayer Suárez a este periódico, el presidente de Argentina, Raúl Alfonsín, con el que se entrevistó la pasada noche, le transmitió, por medio del embajador español en Buenos Aires, "el deseo de verme en la capital argentina aunque sólo sea unos minutos". El político español, que tiene previsto llegar mañana a Madrid, rechazó la acusación de intromisión en los asuntos internos uruguayos. "Me limité a hacer un canto a la libertad en todo el mundo" subrayó.

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El político español estuvo albergado en la misma suite del hotel donde fue alojado el rey Juan Carlos durante su visita a Montevideo en mayo del pasado año. En ningún momento, abandonó el hotel y siempre estuvo acompañado por dos escoltas españoles que velan por su seguridad, en su calidad de exjefe de Gobierno.Suárez mantuvo una conversación con este periódico pocas horas antes de que se consumase su expulsión de Uruguay. "En estos momentos estoy haciendo las maletas, y son tantas las llamadas que apenas he tenido tiempo de afeitarme y arreglarme", declaró.

Suárez manifestó su intención de volver a Montevideo para seguir participando en la defensa del líder del Partido Nacional (Blanco), Wilson Ferreira Aldunate, encarcelado desde el pasado 16 de junio.

Ante eventuales sospechas de que su visita a Uruguay tuviese un trasfondo político, el político español subrayó a este periódico que el único objetivo de su visita a Uruguay era el de unirse al equipo de ocho abogados que se ha encargado de la defensa de Ferreira Aldunate, a quien los militares uruguayos acusan de conspirar en el exterior contra el Estado.

La orden de expulsión interrumpió precisamente una reunión que estaba manteniendo el domingo pasado con los referidos juristas. "Estuve con ellos prácticamente todo el día y a puerta cerrada; no se puede decir, por tanto, que desarrollé actividad política alguna, ya que mi comportamiento fue correcto en todo momento".

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La orden de expulsión fue entregada a Suárez por dos funcionarios del Ministerio del Interior el domingo, y se negó a darse por notificado de la misma hasta que dos horas después compareció el presidente del Colegio de Abogados de Montevideo, Rodolfo Canabal. Al firmarla, el ex jefe del Gobierno español hizo constar que desconocía los motivos de la expulsión y que la consideraba injustificada.

Suárez reconoció que, antes de abandonar Madrid el sábado rumbo a Montevideo, un representante de la Embajada uruguaya le había advertido de que se abstuviera de realizar actividad política alguna. A la pregunta sobre si su presencia, el domingo, en la Convención Nacional del Partido Blanco podía ser considerada como una intromisión en los asuntos internos uruguayos, Suárez replicó que acudió "sólo unos minutos porque los dirigentes del Partido Nacional querían agradecerme mi participación en la defensa de Ferreira Aldunate, pero en cualquier caso todos estamos acostumbrados a que en los congresos de los partidos participen políticos de fuera".

Afirma que en su "breve intervención improvisada" ante la convención explicó que el motivo de su presencia en Montevideo era "única y exclusivamente" defender al máximo dirigente blanco, y "me limité a hacer un canto, a la libertad en el mundo entero, sin referirme en absoluto a Uruguay".

El dirigente político español se mostraba profundamente impresionado por el impacto que había tenido su expulsión: "Todas las fuerzas políticas democráticas de Uruguay me han comunicado su solidaridad y su rechazo de esta medida, que consideran injustificable e intolerable; pero lo que más me ha conmovido han sido las numerosas manifestaciones que ha habido ante el hotel a los gritos de "¡España! ¡España!".

Entre las personalidades uruguayas que se pusieron en contacto con él, aparte de los dirigentes blancos, figuran el líder del Frente Amplio, el general Líber Seregni, y el candidato presidencial del Partido Colorado, Julio María Sanguinetti, que por teléfono le manifestaron su solidaridad.

Suárez recibió ayer también una llamada del ministro de Asuntos Exteriores español, Fernando Morán, que "se puso a mi disposición". Declaró que no creía que su expulsión pudiera afectar a las relaciones entre España y Uruguay. "Al menos, así lo espero y lo deseo", añadió.

Tras su llegada a Buenos Aires, donde fue recibido por el canciller argentino Dante Caputo, el expresidente español manifestó: "creo que los militares uruguayos han cometido un error, por cuanto no han valorado en modo alguno mi comportamiento. Tengo la impresión de que mi expulsión era una decisión tomada de antemano". Suárez dijo, asimismo, que su viaje, por ser personal, no debería comprometer al Gobierno español.

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