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España se mete de cabeza en el siglo XX

Felipe González debe estar preguntándose si su notable invento político y económico no estará yendo demasiado deprisa... hacia la derecha.González quiere crear una economía de mercado moderna, y social, en la que el Gobierno tenga una escasa participación industrial, con un mercado de trabajo más flexible y pocas barreras a la competencia nacional e internacional. Ha tenido algunos éxitos. Pero los planes del Gobierno para reducir escalonadamente la siderurgia estatal y los astilleros provocaron recientes huelgas en Galicia, Asturias y en otras regiones donde estas industrias emplean a gran número de trabajadores. ( ... )

González puede alegar con razón haber puesto en marcha una mejora estructural del mercado de trabajo español, necesaria para conseguir una reducción duradera del desempleo. La primera de estas mejoras es la consecución de convenios salariales por debajo del coste de la vida. En los últimos 10 años los salarios reales habían ido muy por delante del crecimiento de la productividad, con lo que gradualmente se fue erosionando la demanda de trabajo. El ministro de Economía, Miguel Boyer, se lo ha tomado a pecho.

El ministro debe de estar contento con la ronda de negociaciones salariales de este año, aunque ni sindicatos ni empresarios aceptaron en un principio las directrices salariales del Gobierno. Los salarios del sector público están yendo muy por debajo del actual 10% de tasa de inflación y han marcado la pauta para unos acuerdos más bajos en el sector privado. Gracias también a una mayor productividad, el coste de mano de obra por unidad de producción está creciendo ahora a un ritmo inferior al 5% anual. Si esta tendencia continúa, la inflación seguirá bajando este año y el próximo, y el Gobierno alcanzará su objetivo del 8% anual en diciembre.

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La devaluación de la peseta en un 8% el año pasado y el menor crecimiento de los costes laborales no sólo produjeron un incremento de las exportaciones por encima de lo esperado sino también una mayor confianza en los márgenes de beneficios de los exportadores. Las previsiones apuntan a un crecimiento económico del 2-2,5% para 1984, a pesar de las escasas inversiones. Si González y Boyer son capaces de controlar el déficit y recortar los tipos de interés, todavía pueden fijar la plataforma desde la que España se convierta en el país de la CEE con el crecimiento económico más rápido para 1986.

, 21-27 de julio

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