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La posible mala utilizacion de la ingeniería genética preocupa a científicos y políticos

Los efectos de una posible mala utilización de las técnicas de ingeniería genética o biotecnología es un tema que preocupa a científicos y políticos de todo el mundo, como se puso de manifiesto la semana pasada en la ciudad alemana de Francfort, durante el gran simposio con el que la multinacional alemana Hoechst celebraba el centenario del inicio de sus actividades en el sector farmacéutico, y que contó con 2.000 asistentes. Filósofos, científicos y políticos coincidieron en señalar los peligros de las manipulaciones genéticas indiscriminadas, aunque también en confirmar que se abre una nueva era para las ciencias biológicas y la industria farmacéutica.Heinz Riesenhuber, ministro federal de Ciencia y Tecnología de la República Federal de Alemania, hizo hincapié, durante el coloquio que puso punto final al simposio, en la necesidad de que los científicos comuniquen al público lo que hacen y las consecuencias que sus líneas de investigación pueden tener.

El ministro se mostró contrario a la existencia de leyes que rijan los experimentos científicos, dado que la ciencia no se concibe sin libertad, pero partidario de que existan normas elaboradas por consenso de la sociedad, ya que la sociedad como un todo se verá afectada por estos experimentos.

Juicio moral

Para el filósofo Hans Jonas, que dejó Alemania en 1933 para adoptar posteriormente la ciudadanía norteamericana, y que ha sido pionero en la aplicación de la ética a la tecnología, "las actividades técnicas son una forma de poder o acción humanos que, como todas las demás acciones del ser humano, están sujetas a juicio moral". Sin embargo, por sus características, la tecnología es un caso especial y nuevo en las actividades humanas, debido a que sus efectos negativos son a menudo indisociables de los positivos que se buscan.En el caso de la biotecnología, señaló Jonas, la técnica tiende a convertirse en autónoma, a poseer su propia dinámica, debido a que las herramientas utilizadas son seres vivos que no se pueden desactivar a voluntad. La utilización de técnicas de ADN recombinante para fines de avance científico, como la producción de insulina, interferón, el factor de crecimiento o de bacterias que destruyen el petróleo -algunas de las líneas más prometedoras de la actual investigación-, puede llevar a la ruptura del equilibrio ecológico, en su sentido más amplio, por lo que "debemos movernos con gran cuidado, especialmente en lo que no resulta vital".

Territorio prohibido

Jonas trazó una clara frontera entre dos tipos de manipulaciones genéticas, la que utiliza el ADN recombinante, por un lado, y la clonación, por otro. Se mostró totalmente contrario a los experimentos genéticos en seres humanos en el caso de la clonación -creación de seres genéticamente idénticos a partir de uno solo-, que sólo están espoleados "por espíritu de aventura" y que tienen el peligro de ser aplicados para una selección genética con la esperanza de obtener seres considerados ahora como excepcionales, tales como genios, músicos o deportistas."En estas técnicas, los errores no se pueden remediar y, sin embargo, se pueden multiplicar sus efectos, ahora impredecibles y desconocidos", afirmó Jonas, que se mostró tajante al señalar que en estas investigaciones existe un "territorio prohibido" en el que no se puede entrar.

Citó como ejemplo de este territorio prohibido el intercambio de material genético entre animales y seres humanos. En el campo de la ingeniería genética, sin embargo, admitió, aunque a regañadientes, la posibilidad de actuar directamente sobre genes humanos defectuosos, como en el caso de la diabetes. "Sería más sabio resistir la tentación", afirmó, "pero no creo que sea posible".

De esta misma opinión fue el científico Ernst L. Winnacker, de la universidad de Munich, que señaló que las técnicas de clonación en mamíferos constituyen experimentos no reversibles, de efectos impredecibles, y con consecuencias éticas que fijan unos límites que no se pueden sobrepasar. Sin embargo, "la gente tiende a identificar la ingeniería genética y la clonación, y no tienen apenas nada que ver".

En general, los participantes se mostraron preocupados, aunque en distinto grado, por la utilización indiscriminada o incluso con fines meramente comerciales de la ingeniería genética, y señalaron la necesidad de que los científicos salgan de su torre de marfil y expliquen a la sociedad el alcance de sus experimentos.

Aunque, como dijo Winnaker, "¿quiere la sociedad escucharnos?".

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