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Henry Kissinger repartió su tiempo en Nicargua a partes guales entre el Gobierno sandinista y la oposición

Dos delegaciones norteamericanas de alto nivel han visitado Nicaragua en uno de los motnentos de máxima tensión entre este país y la Administración Reagan. La comisión bipartidista que encabeza Henry Kissinger llegó a las ocho de la mañana de ayer, en medio de una nube de fotógrafos y periodistas, mientras en un lateral del aeropuerto el subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Langhorne Motley, conversaba con el comandante Tomás Borge antes de emprender el regreso a Washington.

El cerco de seguridad impuesto en torno a Kissinger impidió que se le hicieran preguntas a su llegada. Acompañado de los restantes miembros de la comisión, se trasladó inmediatamente a la embajada norteamericana, donde recibió durante toda la mañana a representantes de la empresa privada, líderes políticos y sindicales no sandinistas. Poco antes del mediodía se entrevistó en la sede arzobispal con el arzobispo de Managua, Miguel Obando.A partir del mediodía se iniciaron los contactos oficiales con el Gobierno, que incluían un almuerzo con jefes del Ejército sandinista, encabezados por el viceministro de Defensa, y sendas reuniones con el titular de Asuntos Exteriores, Miguel d'Escoto, y el coordinador de la Junta, comandante Daniel Ortega. Poco después de las cuatro de la tarde estaba previsto que pusiera fin a su gira de seis días a Centroamérica.

A diferencia de otros países, donde la comisión Kissinger ha destinado un tiempo preferencial a los representantes gubernamentales, en Managua se hizo un reparto prácticamente equitativo entre las fuerzas de la oposición y el Gobierno.

El diálogo que mantenga el comandante Daniel Ortega con Kissinger no debe variar mucho del que sostuvo un día antes con el subsecretario de Estado, Langhorne Motley, a quien explicó, primero en presencia de los periodistas y luego en privado por espacio de una hora, que el Gobierno de Nicaragua no ve que Estados Unidos esté intentando una solución pacífica al conflicto centroamericano.

Ortega con Mofley

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"Queremos saber qué piensa el Gobierno de Estados Unidos sobre la agresión que está viviendo Nicaragua", dijo Ortega después de indicar que la llegada de Motley había coincidido con nuevos saboajes. Añadió que ya había conversado sobre este tema con el embajador volante Richard Stone, pero que la situación se vuelve cada vez más difícil. Comentando una transmisión efectuada por La Voz de Estados Unidos, según la cual el Gobierno norteamericano apoya a la organización antisandinista

Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), dijo el comandante Ortega que esa situación violenta el derecho internacional, al mantenerse las relaciones diplomáticas entre los dos países y no mediar una declaración de guerra por parte de Washington.

En este punto de la conversación, que tenía lugar en un ambiente de suma tirantez, los periodistas tuvieron que abandonar la sala. Motley declararía luego que había mantenido un amplio diálogo sobre la democratización de Nicaragua, los desafíos económicos y los esfuerzos por la paz.

"Creo que tengo ahora", dijo, un mejor entendimiento de los pensamientos, aspiraciones, esperanzas y temores del comandante Ortega, y espero que él tenga también un mejor entendimiento de las esperanzas y los intereses de Estados Unidos". Al ser preguntado sobre las condiciones que pone su Gobierno para asegurar la paz en la región, declaró que no es propósito de Washington poner condiciones a otros países soberanos. Manifestó, sin embargo, que en los 21 puntos del documento de Contadora están las bases para una paz duradera.

Reiteró que Estados Unidos busca una solución política tanto en El Salvador como en toda el área, y calificó de poco probable una guerra regional. "Nadie tiene interés en ello y más bien todos queremos eliminar esa posibilidad".

Una guerra, poco probable

Bastante evasivo en todas sus respuestas, Motley se negó de plano a contestar cualquier pregunta relacionada con las operaciones encubiertas de la CIA en Nicaragua. Sobre los 19 millones destinados a financiar a los grupos antisandinistas, dijo que se trata de operaciones de inteligencia a largo plazo y que ninguna persona del Gobierno puede dar detalles al respecto.

La estancia de Motley en Managua durante dos días y sus conversaciones con el Gobierno sandinista en nada han aliviado los graves problemas existentes entre los dos países. El subsecretario de Estado no ha convencido de que Estados Unidos tenga una voluntad negociadora. Al contrario, las autoridades nicaragüenses parecen cada día más seguras de que la lucha se va a intensificar día a día y preparan todos sus medios para la defensa. La guerra parece cada vez más inevitable, y en este contexto la comisión Kissinger no ha despertado ninguna esperanza sustancial.

Muchos empiezan a preguntarse para qué sirve este viaje del ex secretario en el que sólo han tenido oportunidad de exponer ampliamente sus puntos de vista unos gobernantes que, a excepción de los nicaragüenses, ya tienen fácil acceso a Washington. El único dirigente guerrillero que se ha entrevistado con Kissinger fue el ex dirigente sandinista Alfonso Robelo, portavoz político de la guerrilla que encabeza Edén Pastora. Robelo tiene permanentemente abiertas las puertas norteamericanas. ¿Para qué, entonces, esta gira? En su transcurso, Kissinger ni siquiera ha conseguido ningún lucimiento personal. El otrora brillante secretario de Estado aparece apagado, balbuciente, reiterativo, sin imaginación en las respuestas. Tal vez mantenga intactas todas sus habilidades de gran maniobrero de la escena internacional, pero es obvio que ha perdido la costumbre de dialogar con la Prensa.

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