Riesgos del voluntarismo

El voluntarismo y la inestabilidad financiera caracterizan el relanzamiento de la producción cinematográfica en Euskadi, un fenómeno inmediato e inesperado que en el presente año ofrece, además de ocho cortometrajes, títulos como La conquista de Albania, de Alfonso Ungría; Akelarre, de Pedro Olea; La muerte de Mikel, de Imanol Uribe, y Los reporteros, de Iñaki Aizpuru. El descubrimiento de jóvenes directores y actores, las experiencias desarrolladas en vídeo y la vuelta de cineastas que se incorporaron a esta corriente, bautizada con el' título de "nuevo cine vasco", contribuyen a crear la impresión de que nos encontramos ante un movimiento consolidado. Y, sin embargo, las empresas productoras vascas existentes huyen del triunfalismo como de la peste y creen que el esplendor del momento corre el peligro de desvanecerse en un plazo muy breve.Las productoras de Frontera Films, Ayete, Amboto o Lan Cinema no están vinculadas financieramente con las distribuidoras y exhibidoras, según la fórmula clásica de financiación de cine español, y sus propietarios se ven obligados a asumir personalmente la tótalidad de los riesgos económicos. Cada película es una aventura de cuyo desenlace depende directamente la posibilidad de continuar haciendo cine. La frase, teñida de humor y desasosiego, "si esto no fánciona en taquilla, yo termino en la cárcel de Martutene", es un comentario común de los nuevos productores vascos, que tienen mucho de audacia y, según ellos reconocen, también grandes dosis de inconsciencia. Las distribuidoras y exhibidoras no cubren el ámbito estricto del País Vasco, lo que dificulta la creación de una industria cinematográfica propia, proyecto que tampoco cuenta, hoy por hoy, con la necesaria infraestructura. La absoluta dependencia técnica respecto a los textos de Madrid y Barcelona es otra de las características del incipiente cine vasco, que cuenta"como único futuro soporte con la eventual capacidad de la recién estrenada Euskal Televista (televisión vasca).

Ciertamente, el nuevo cine vasco no habría podido surgir sin la política de subvenciones de la Administración autónoma, que cubre un 25% del costo total de las películas, a cambio que se acepten una serie de condiciones, como rodar en escenarios del País Vasco y contratar actores y técnicos de aquí, que no siempre son fáciles de cumplir. Aludiendo a dificultades específicas que suponen hacer cine en un marco donde no existe industria cinematográfica, infraestructura y mercado suficiente, los productores aseguran que estas subvenciones no les colocan en una posición de privilegio, sino que únicamente les equipara con el resto de los productores españoles. La Administración vasca ha destinado este año un total de 100 millones de pesetas a la financiación de la cinematografia, lo que significa que la inversión de las empresas productoras ha ascendido en este mismo período a 300 millones, algo que nadie habría imaginado hace solamente dos años. Recientemente, los productores y realizadores mantuvieron una reunión con los responsables de la Administración vasca para abordar la ausencia por parte de Euskal Televista de una política cinematográfica, y discutir problemas relacionados con la comercialización y distribución o el desconocimiento del mercado propio.