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Tribuna
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Los hombres de Orce

He leído todo lo posible sobre el hombre de Orce, porque nuestros antepasados prehistóricos me son entrañables he sentido y siempre que, detrás del retrato oval de mi madre, empieza ya el neolítico. Mas he aquí que el hombre de Orce (a quien me gustaría ir a hacer una entrevista, si uno fuese aún -ay-, reportero audaz) me ha revelado que estoy rodeado de hombres de Orce, que los españolazos son unos hombres de Orce que el que menos tiene millón y medio de años, como el fósil granadí. Fraga un suponer. Fraga es el hombre de Orce con bombín de la Internacional Conservadora. Yo mismo. Yo, cuando voy al dentista o al traumatólogo, cuando tomo conciencia de mi esqueleto, ya me siento hombre de Orce, entro en amistad con el hombre de Orce que vive en mí. Lo que vive en nuestro esqueleto es el pasado de la especie, y no el futuro, la muerte, según ha querido siempre la religión, representando una muerte esquelta. La moda de este verano son las camisetas horteras con lucecillas cintilantes chico/ chica. Hombres y mujeres de Orce que se creen. muy evolucionados, porque llevan una verbena a pilas en la camiseta. En una de las últimas cenas de la season, anoche mismo, Carmen Garrigues vestida de La Novela Corta de los happy twenties. Se lo digo, porque está divina: "Camen, vas de Cómo dejó Sol de ser honesta, de Hoyos y Vinent; como era una novela corta, dejarás de ser honesta en sesenta páginas". Para las mujeres bañadas en cultura, como Carmen, el neolítico no va más allá de Bal, drich, Ribas y Penagos.Los hombres de Orce somos nosotros, estamos aquí y escribimos todos los días cartas/artículos a los periódicos vésperos/épicos. Comparado con el hombre de Orce, Rafael García Serrano es un parvenu del reaccionarismo, el conservatisino y la nostalgia. Los fósiles quedan mejor de uniforme, que siempre disimula, de modo que el general De Santiago y Díaz de Mendívil yo no sé si es un hombre de Orce retirado por la escalilla. Hay hombres de Orce que, calcificados y todo, llegan a escribir terceras páginas para los periódicos. "Una tercerita", que decía Pérez Ferrero. Puestos a darle un premio nacional a la veteranía periodística, se lo tenían que haber dado al hombre de Orce, que lleva millón y medio de años escribiendo cosas entre las estalactitas y las estalagínitas. Lo que no encuentra la derecha/derecha, hoy, en España, es un hombre de Orce con la pelvis en su sitio, que, si no, ya la habían liado. Todas las ofertas de la moda no tienden sino a ocultar/ olvidar el hombre de Orce que fundamentalmente somos. Unos hidratos de carbono y una carta en un periódico de derecha/izquierda. Gadafi que se ha inventado un fascismo peculiar y tercermundista, es un hombre de Orce. Pinochet es el hombre de Orce disfrazado de Francisco Franco. Mi horror es ir comprobando que estoy rodeado de hombres de Orce, de fósiles, de esqueletos, de momias siniestras, de cavernarios, y que si me duele un hueso es que ya está ahí el hombre de Orce, dentro de mí. Los hombres de Orce prefieren vestirse todos de lo mismo, uniformadamente -ritos y ritmos de la tribu-, y su uniformidad es su ftierza frente a quienes vamos de particulares. Don Marcelo González y Andropov son hombres de Orce, homínidos que no saben moverse sino dentro del estrecho ritual de la caverna y el monótono ritmo tribal. Contra los hombres de Orce, que. ya tienen hasta euromissiles, sólo se han inventado co,sas tan inermes como la UNESCO.

El hombre de Orce del sindicalismo es hoy Justo Fernández, que ya lo ha dicho: "La jornada de Banca partida es un absurdo sindical que UGT no va a aceptar". La humanidad se renueva porque de vez en cuando surge un hombre de Orce, a derecha/izquierda, que nos repristina. El hombre de Orce es un latin/lover después de Tejero.

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