Un día en la vida del 'hombre de Orce'
El sol comienza a asomar por el horizonte en un día cualquiera del período Pleistoceno Inferior, hace aproxirnadamente 1.400.000 años. Estamos en la zona que actualmente delimitan las localidades de Guadix y Baza, al sur de la Península Ibérica. Lo que en el siglo XX es un desierto donde solamente crece el esparto, ofrece en este amanecer pleistocénico el aspecto de una amplia sabana de suaves ondulaciones moteada de pequeñas agrupaciones arboladas. La planicie limita en uno de sus lados con un lago bastante grande en cuyas orillas hay abundantes charcas y lodazales. El otro extremo de esta gran sabana cuaternaría limita con Ias estribaciones de una cadena montañosa que 14.000 siglos después se llamará Sierra Nevada. La clirnatología del lugar es la propia de la sabana, con períodos templados y húmedos que alternan con épocas de sequía y relativo frío, acentuado por el hecho de que el planeta se encuentra en una de sus glaciaciones. En conjunto, la zona, parece un pedazo del África de eiras posteriores trasladado a la Península Ibérica en el. Pleistoceno. El terreno es profuso en cuevas, que suelen servir de refugio a la más interesante de las muchísimas especies animales que pueblan la zona, unos homín.idos que los científicos futuros denominarán homo habilis y que pueden considerarse los primeros habitantes humanos del continente europeo.Es probable que la existencia de estos hornínidos se vea presidida por la obsesión de la supervivencia. La zona -como cualquier sabana africana del siglo XIX- tiene una fauna extraordinariamente rica y, pese a sus mayores capacidades mentales, la comunidad de los habilís tiene casi tantas posibilidades de cazar como de ser cazada. Los animales que pueblan el terreno son de una variedad enorme. Hay cuatro especies diferentes de ciervos. Hay también cinco variedades de bóvidos, todos ellos formas; ancestrales de los animales que conocerán los hombres de los tiempos históricos.
Los animales hervíboros más espectaculares del hábitat del hombre de Orce y sus congéneres son elefantes, hipopótarnos y una especie de bisontes de pequeño tamaño, así como dos especies distintas de caballos muy arcaicos.
Los carnívoros
La primera preocupación de los homínidos que salen de sias cuevas en este amanecer primigenio debe ser, sin duda, la posibilidad de un ataque por parte de los; muchos carnívoros que pueblan esta zona. Los hombres de Orce ternen especialmente a los feroces félinos con dientes de sable, pero también se exponen al acecho de una especie de hienas de gran tamaño. Dentro de un millón y medio de años, cuando los científicos encuentren restos de esta población humana, verán que los huesos están astillados, lo que podría deberse al efecto de las dentelladas de las hienas. Desde luego, no faltan panteras en la zona, y la fauna local Ofrece muchas posibilidades de tener malos encuentros con osos primitivos, lobos de pequeño tamaño, linces y tortugas que pueden alcanzar un metro de longitud.
Todos estos pequeños inconvenientes de la zona quedan compensados por su riqueza en caza y plantas comestibles. Por eso los habilis, que son fundamentalmente nómadas, permanecen aquí durante un tiempo prolongado. Viven en grupos relativamente pequeños, compuestos por varios machos y hembras con sus crías. No tienen una organización social excesivamente jerarquizada ni cerrada, cosa que prueban sus contactos con otros grupos semejantes. En el sur de la Península Ibérica, por otra parte, no vive ninguna otra especie de homínidos. En Africa, y alrededor de la misma época, coexisten dos especies de antepasados del hombre. Pero es seguro que los individuos de Orce poseen alguna clase de estructura social que les permite dividirse las labores de caza y recolección de frutos y vegetales. La primera de estas actividades suele corresponder a los machos, mientras que las hembras se dedican a la recolección junto con los niños. El tipo de vida que llevan las comunidades de Orce favorece una organización social bastante colectivista, en la que los vegetales y la caza se consiguen primero y se reparten después. Al igual que todos los primates superiores, los hombres de Orce tienen ya capacidad para reconocer el parentesco, por lo que es posible que habiten en núcleos 'familiares'.
Fuego y herramientas
No se sabe con seguridad si los hombres y mujeres que viven alrededor del gran lago conocen o no el uso del fuego, pero si aún no lo han descubierto les falta poco tiempo para ese crucial cambio en su calidad de vida. Alrededor de la misma época y en el lugar que se conocerá más tarde con el nombre de Chesowanja (Etiopía) los congéneres del hombre de Orce comienzan ya a controlar el fuego. Lo que sí han descubierto los primeros habitantes de Europa es el uso de instrumentos con los que se hace posible modificar la naturaleza y superar la mayor fuerza fisica o agilidad de otras especies animales. Así pues, disponen de piedras pulimentadas, cuernos de ciervo que pueden servir como objetos percutantes y -tal vez- de instrumentos de madera. Sus herramientas indican también que desde hace tiempo dominan el concepto de la simetría, fundamental para la fabricación de utensilios.
Es altamente probable que la zona del lago se vea periódicamente sacudida por terremotos de intensidad variable, lo cual debe influir en la génesis del todavía primitivo intelecto abstracto y mitológico de los hombres de Orce. A nivel de comunicación entre ellos, es imposible determinar si disponen de un lenguaje sofisticado. La gran variedad paisajística de la zona debe influir también en la percepción de los primeros europeos.
Es inequívoco que los hombres de Orce proceden del continente africano. Lo que no está tan claro es cómo han llegado al sur de la Península Ibérica. Las posibles vías de migración son la travesía del estrecho de Gibraltar, que en esta época tiene unos 100 metros de profundidad menos que en los tiempos históricos, o la circunvalación del Mediterráneo pasando por lo que en el siglo XX serán Egipto, Palestina, Turquía, Grecia, Italia y el sur de Francia.
Babelia
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