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Escritores españoles y latinoamericanos hablan de sus respectivos exilios

Protagonizaron un acto emocionante, divertido y triste

Seis escritores españoles y latinoamericanos se reunieron anteayer en Madrid para hablar de sus repectivos exilios políticos a lo largo de los últimos 44 años. En el coloquio Los dos exilios, los primeros recordaron su forzada emigración a América después de la guerra civil, y éstos evocaron sus intentos actuales de rehacer sus vidas en España, lejos de dictaduras actuales. En un acto por turnos emocionante, divertido y triste, se vio a todos -a pesar de sus diferentes experiencias- como hondamente marcados por el destierro.

Empezó el coloquio -en el Instituto de Cooperación Iberoamericana- el novelista español Manuel Andújar, quien recordó la importancia de América Latina como refugio de los españoles que huyeron de la derrota republicana. De entre aquellos países destacó la importancia de México, especialmente para los exiliados de las profesiones liberales y culturales.Hugo Gutiérrez Vega, poeta y consejero cultural de la Embajada mexicana en España, que moderó el coloquio, señaló los esfuerzos que hicieron los mexicanos para recibir a los españoles. "Al principio había que convencer a ciertos sectores derechistas de que éstos no eran rojos que devoraban monjas para desayunar", dijo. En términos generales, la bienvenida mexicana fue buena, y se repetiría 35 años después con los chilenos tras el golpe de Pinochet.

Para el novelista español Francisco Ayala, residente largos años en Argentina y Estados Unidos, "a veces hay un excesivo sentimentalismo" en torno a aquel exilio español. Recordó que los intelectuales tuvieron "un sitio de privilegio y mucha más suerte que los que quedaron en España". También destacó la importancia de factores económicos en el recibimiento de exiliados en un país: si hay trabajo que ofrecer, se tiene la impresión de que ese país trata bien a los recién llegados. Más que tener gratitud a un país en particular, Ayala está agradecido "apersonas que me ayudaron".

En cierto modo, la novelista española Rosa Chacel también desmitificó su exilio en Brasil y Argentina. "Tenía a muchas amistades allí, tenía una vida intelectual", manifestó. "De momento podía trabajar y existir y no querría volver a aquella España, no sentía nostalgia".

"Mi exilio fue tan feliz y afortunado que es casi vergonzoso", dijo.

Problemas de idioma

Con un gracioso ceceo y un señorío que escondían su "profundo desarraigo, una angustia y nostalgia" , el escritor chileno Oscar Waiss recordó sus últimos diez años de exilio, primero en Alemania Occidental y después en España. Opinó que el exiliado tiene tres opciones: olvidar su vida anterior; rendirse ante el destierro, a veces con graves consecuencias psíquicas, o soñar y luchar por volver. Waiss es de los últimos: continuamente recuerda con cariño "la plaza, la alameda, la lluvia de mi pueblo".Contó que en Alemania tuvo que dar sus clases en la universidad con la ayuda de un intérprete, "que por lo visto muchas veces traducía al revés todo lo que yo decía... Y cuando yo veía la televisión alemana, que dicen que es muy buena, no entendía ni palabra; aquí en España, claro, la cosa resulta más bien al revés".

Waiss dijo que entre el millón de exiliados chilenos,. los países más importantes son, paradójicamente, Suecia y Canadá. Pero en estos países "los niños hablan mal su lengua materna y pierden su cultura, se pierde a una generación de chilenos".

La poetisa uruguaya Cristina Peri Rosi estimó que hay "una enorme ignorancia española en cuanto a América Latina". Señaló que mientras la obra literaria de los exiliados españoles a América estaba bien conocida allá, la actual producción de muchos escritores americanos exiliados apenas se conoce en España. "Esto agrava la gran pena de identidad de estos escritores americanos exiliados".

Dijo que estos desterrados necesitan el cariño de sus países adoptivos; tienen que ser integrados, pero no asimilados, lo cual supondría la pérdida de su identidad. También denunció la táctica del Gobierno uruguayo de retirar los pasaportes de sus exiliados, convertiéndolos muchas veces en "personas que legalmente no existen".

El novelista argentino Daniel Moyano pidió una mejor legislación formal en España para acoger a los exiliados. Tiene que haber una mayor concienciación de este problema por parte de los españoles, dijo.

También abogó por una apertura cultural para recibir a los intelectuales, una mayor atención académica para que éstos puedan enriquecer la cultura española. Pero de avances en este campo cultural los participantes parecieron hablar con cierta resignación, y se tuvo la impresión de que en el fondo no abrazaban muchas esperanzas.

Ante la falta de apoyo a los exiliados en España y la nostalgia de su destierro, tuvieron cierta resonancia las palabras de Waiss: "Para muchos de nosotros todo se limita a soñar, y soñar no cuesta nada".

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