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Una de naufragios

Los lunes del Teatre Obert -una iniciativa del Teatro Fronterizo y la Escena Alternativa, respaldada por el Centre Dramátic de la Generalitat- había programado para el día 7 de este mes una velada de narración oral. Se trataba de "reunir un conjunto de escritores y actores para que, luego de una cena informal, recuperasen con el público la tradición milenaria de contar historias. El placer de la fabulación y de la convivencia: un arter (de vivir) que se ha perdido entre nosotros", se decía expresamente en la carta que nos invitaba a asistir a la velada.La velada tuvo lugar en un restaurante cercano al teatro Regina, que es donde se suelen celebrar las funciones de los lunes del Teatre Obert. La cena no fue precisamente una cena informal. Yo cené una tortilla de ajos tiernos, un entrecot de buey con coles de Bruselas y me bebí -nos bebimos Salvador Corberó y yo- una botella de Murrieta. Un cafetito y una copa de malta -un Glen Grant de doce años-, todo cerca de las 2.000 cucas.

En la carta de invitación se decía que nos acompañarían, entre otros, José María Carandefi, Carme Riera, Pepe Rubianes, Quim Monzó y Caríne Sansa. Pepe y la Sansa sí que estaban, pero a quien no vi fue a Carandell, a Carme Riera y a Monzó. Total, que fallaron los escritores.

Cuando empezaba a atacar el entrecot -muy rico-, Pepe Sanchis, el hombre del Teatro Fronterizo, la Escena Alternativa y la velada de marras, dio unos golpecitos en la copa con el tenedor y empezó la velada. Empezó con una docta explicación sobre la figura del narrador oral y su papel en lacultura árabe del siglo VI. Una explicación en un catalán un tanto ortopédico -"¿Cómo se dice zoco en catalán?", preguntó de pronto el docto contertulio-, que fue seguida con verdadero interés por el respetable. Y, luego, así, de una manera informal, la gente empezó a contar historias. Un actor contó un naufragio que él y su familia vivieron en aguas del Mediterráneo, hará unos doce años. Una señora nos entretuvo con un cuento que le había contado su hijo, de tema electoral, con moscas y todo. Pepe Sanchis se despachó con una de marcianos, una experiencia vivida en Teruel, años atrás, y que tern-únaba con que los extraterrestres que habían aterrizado en Teruel -"Pepe, ya están aquí"- no eran otros que una pareja de la Benemérita. Un actor de Can Boter, muy salao, nos habló de su abuelo Jordi, un tipo muy auténtico, que jugaba con su nieto a fútbol en Sabadeli. Su nieto, claro, era El Kubalín.

Me marché a la una de la madrugada. Mientras tomaba una copa con unos amigos que también habían asistido a la velada, recordamos las deliciosas noches madrileñas en las que Fernando Fernán Gómez les contaba a las niñas del Riscal el cuento de Caperucita Roja y el lobo. Y recordaba las historias de Francesc Pujols, del marinero Luard, del padre Laburu y de los Iimpias de la desaparecida Paloma. Tal vez sí, tal vez el barco que naufragó en el Mediterráneo y del que nos hablaba el actor, fuera el Titanic. Dentro de poco, en el Institut del Teatre, además de la asignatura de narración oral van a tener que enseñar la de náufrago.

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