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Los libros a plazos doblan a los vendidos en librerías

Según datos de 1980 y 1981, las librerías madrileñas movieron cada año entre 16.000 y 18.000 millones de pesetas, mientras en ese mismo período, los sistemas de venta a plazos movieron entre 30.000 y 35.000, es decir, el doble. En este contexto, ferias como la de Otoño del Paseo de Recoletos, en Madrid, son un perfecto escaparate para un sector editorial que suele funcionar con vendedores a domicilio, suscripciones y, sólo a veces, aunque con verdadera importancia, las llamadas cuentas de librería.La Feria de la calle es una ocasión privilegiada para que, en palabras de un profesional del medio, "el lector vea y toque los libros". Y lo cierto es que estas cadenas están presentes en todas la ferias: en ésta se notan más porque están casi en exclusiva.

Sobre el volumen de negocio de los sistemas ole venta a plazos, conviene tener en cuenta también que en Madrid están registradas cerca de 3.000 librerías, mientras que no llegan al centenar las organizaciones de crédito. De éstas, buena parte son secciones de las editoriales grandes, que funcionan de una manera muy independiente. Hay, además, organizaciones de catálogo, distribuidoras que trabajan con las propias editoriales por los canales domésticos.

El reino de la colección

"Hay que tener en cuenta", decía el representante de una de estas últimas, que distribuye a este nivel una cincuentena de editoriales, "que muchas personas no han entrado nunca en una librería, y que la librería impone. Por eso la función de una feria es acercar el libro al comprador, y sobre todo, a estos que sienten respeto ante las librerías".En este sentido, los organizadores de la feria están satisfechos de la afluencia de gente, que en la tarde del domingo y en la mañana del lunes, en que acompañaba la temperatura casi estival, fue masiva. Como datos provisionales se habla de 150.000 visitantes el fin de semana.

Por su parte, las editoriales dirigen también su producción depende los sectores en que se va a canalizar. Los libros de hasta 1.500 pesetas el volumen, y excepcionalmente algo más, salen, por usar la jerga profesional, más bien por librerías. La venta a plazos se emplea en grandes colecciones, grandes obras -de cara factura y producción, y exteriores lujosos o seudolujosos- y tiene una vertiente curiosa en las colecciones y en las ediciones por suscripción. Todas ellas se realizan a domicilio, y vía muestrario: un contacto caliente, con el emisario, pero frío respecto al libro.

Por último, la solución más sofisticada, un poco al margen de lo organizado pero que los vendedores a crédito tienen en cuenta, sería la de la cuenta de librería: el librero es el que vende a crédito -cuotas fijas mensuales- los libros que, esta vez, no tendrán que ser caros o de colección. El requisito ahí es el olfato del propio librero, pero las cuentas de librería, parece que son, en Madrid, de docenas de miles.

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