Nicaragua comienza a pedir raciones de bienestar económico para alimentar la mística revolución
Más de medio millón de nicaragüenses, un 20% de la población, están encuadrados en las distintas organizaciones sandinistas dispuestas a defender el país, si es preciso, con las armas, frente a cualquier intento de invasión. Cifras de este tenor son las que permiten asegurar al coordinador de la Junta, comandante Daniel Ortega, que su pueblo no sólo está pre parado para combatir, sino para vencer. Pero este continuo prepararse para la guerra, que es sin duda un factor de unidad interna, empieza ya a provocar cierto cansancio en amplios sectores populares que desde un principio acompañaron a la revolución.
"Edén Pastora no pasará" dicen algunas pintadas de última hora en Managua. Un militante sandinista expresaba asi el punto de vista de la mayoría: "Contrarrevolución no hay más que una y Pastora anda metido en ella".
Sin embargo son bastantes los periodistas extranjeros que opinan que el pasado lunes no hubo, en Masaya, el entusiasmo del primer aniversario, pese a haberse escogido como marco de esta celebración la ciudad que tuvo una actuación más heroica durante la guerra contra Somoza.
Este relativo desencanto, quizá inevitable en todo movimiento político, tiene su origen en las crecientes dificultades económicas que padece este país y que, a los tres años de instalado el Gobierno sandinista, no pueden explicarse sólo por los daños de la guerra en el aparato productivo, la retirada de los créditos norteamericanos, la presión belicista desde Honduras y la fuga de capitales privados al exterior.
Cartillas de racionamiento
Son muchos los que creen que el esfuerzo armamentista es excesivo para hacer frente a los guardias somocistas que se entrenan en Honduras. No cabe duda; por lo demás, que esta dedicación a la guerra ha restado medios para reparar la economía.La consecuencia es que, por primera vez en su historia, los nicaragüenses tienen que comprar azúcar con cartillas de racionanúento (cuatro libras por familia y semana) y que tampoco les venden en el supermercado más de una bolsa de alubias y arroz por cada compra. Estos tres artículos constituyen la dieta primaria para la inmensa mayoría de los nicaragüenses.
En estas circunstancias, muchos nicaragüenses piden una cierta ración de bienestar económico para alimentar su mística revolucionaria. Los taxistas se quejan también de que estos días sólo les autorizaban a comprar cinco galones de gasolina por día (unos veinte litros), aunque su mayor frustración es la falta de clientes, que les lleva a no poder agotar siquiera su cupo de combustible.
A pesar del triunfalismo estadís tico exhibido por Daniel Ortega todas las fuentes consultadas comciden en reconocer la gravísima situación económica que padece el país, alimentada por un esfuerzo armamentista quizá inevitable, dado el acoso a que está sometido el régimen por parte de Estados Unidos.
Progreso social
El nacimiento de, por lo menos, dos nuevas colonias de chabolas, junto a la carretera del aeropuerto y laque conduce hacia el norte, es un síntoma más de que el Gobierno no ha podido aún resolver un problema crónico de este país: el déficit de viviendas.A todo ello se añadió hace un mes la destrucción dejada por unas tremendas inundaciones que, en la llanura del Pacífico, arrasaron todos los puentes y no pocas cosechas. Miles de nicaragüenses perdieron hasta sus chozas de palma, que siguen siendo una vivienda usual en las zonas rurales.
Junto a todo ello, debe reconocérsele al régimen sandinista un esfuerzo muy importante en materia de educación y, salud, capítulos en los que el presupuesto mayor de la época somocista se ha triplicado.
En otro aspecto ha cambiado también profundamente el país. Incluso los más críticos reconocen que el nivel de vida de los más desfavorecidos ha subido en estos tres años por lo menos a niveles de subsistencia. Ha desaparecido el derroche de la opulencia somocista. Sólo que el país salió tan flaco de la guerra que no ha quedado otra cosa que repartir la pobreza para todos.
Conviene hacer una salvedad final para no incurrir en un análisis incorrecto: éste es un país que tan sólo hace tres años estaba sumido en el subdesarrollo absoluto. Ha pasado demasiado poco tiempo para terminar con muchas de sus secuelas.
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