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A la epera de una invasión británica de las islas

La Junta Militar argentina protesta por las actividades del embajador norteamericano en Buenos Aires

El Gobierno argentino ha hecho saber a Washington su disgusto por las actividades que desarrolla en Buenos Aires el embajador norteamericano, que se consideran injerencias exteriores en los asuntos del país. Simultáneamente, el llamado "frente interno" comienza a agitarse y las fuerzas políticas discuten ya sobre el tipo de régimen que se establecerá en Argentina después de la guerra del Atlántico sur.

Una nota oficial de protesta del Gobierno argentino por los "excesos" cometidos por el embajador norteamericano, Harry Shlaudeman, podría ser entregada en Washington próximamente. Pero el malestar de la Junta Militar fue transmitido ya al enviado especial del presidente Reagan, general Vernon Walters, durante la discreta visita efectuada por éste a Buenos Aires, a principios de la semana pasada. Fuentes militares argentinas indicaron ayer a varios diarios bonaerenses que Shlaudeman mantuvo recientemente reuniones con ciertos dirigentes políticos, sindicales y empresariales argentinos, y que en ellas "utilizó expresiones que exceden las propias de su investidura diplomática" y se aventuró en "temas de la política interna argentina".El diario Clarín indicaba, más explícitamente, que la Junta Militar "detectó algún interés del Gobierno norteamericano por desestabilizar a la conducción política y militar de Argentina". Otras fuentes, citadas por el diario La Nación, señalaban que los organismos de seguridad que intervienen en la investigación sobre el secuestro de cuatro periodistas extranjeros en Buenos Aires siguen con la "máxima atención ciertos movimientos y reuniones concertados con sectores políticos, empresariales y gremiales adversos al Gobierno por parte de funcionarios de una representación diplomática extranjera en Buenos Aires".

La Embajada norteamericana ordenó hace varias semanas a los funcionarios "no imprescindibles" y a sus familiares que abandonaran discretamente Argentina, ante el temor de un estallido antinorteamericano.

En los últimos días, la legación diplomática estadounidense ha enviado a los medios de comunicación notas aclaratorias, matizando declaraciones del presidente Ronald Reagan o de otros altos funcionarios sobre el conflicto.

Tras el serio deterioro que produjo en las relaciones entre Washington y Buenos Aires la decisión norteamericana de alinearse con el Reino Unido en la crisis de las Malvinas, la "misión secreta" de Walters ha sido el primer contacto a alto nivel entre los dos países del que se tiene noticia. El enviado de Reagan, bien conocido por los militares argentinos, se entrevistó por separado con los tres miembros de la Junta Militar que gobierna dictatorialmente Argentina desde 1976.

El triunvirato militar expresó al parecer sus quejas ante las actividades del embajador Shlaudeman, quien estuvo destinado anteriormente en Perú, durante la etapa de transición que puso fin a la dictadura militar en este país.

Veron Walters "tomó nota" de la protesta argentina y, según coinciden en señalar diversas versiones periodísticas de las conversaciones secretas, insistió en que únicamente Washington puede presionar sobre Londres para que acepte una solución pacífica del conflicto, pero más que de mediar en la disputa anglo-argentina, el ex subdirector de la CIA y hombre de confianza de Reagan trató en su visita de recomponer las relaciones entre Estados Unidos y Argentina. Los resultados de su misión no parece que hayan sido, sin embargo, especialmente fructíferos.

A la preocupación que causa en la Casa Blanca el deterioro producido por la crisis del sistema interamericano y la brecha abierta entre los países latinoamericanos y Washington, se suma últimamente la inquietud ante una posible presencia soviética en la zona de conflicto, que podría iniciarse con la protección militar a los buques mercantes soviéticos que transportan grano desde Argentina, a través de la "zona de guerra" decretada por el Reino Unido.

Pesimismo argentino

El actual compás de espera en las acciones bélicas de envergadura en el Atlántico sur no se interpreta de forma optimista en Buenos Aires, donde existe la impresión casi general de que un "baño de sangre" es inevitable antes de que se llegue a cualquier solución negociada. La flexibilidad mostrada por Argentina en las conversaciones de la ONU se considera aquí la máxima posible, e incluso algunos sectores "duros" del Ejército y de la sociedad piensan que se ha cedido demasiado, mientras que los ingleses se han mantenido firmes en sus exigencias.

Mientras tanto, las fuerzas políticas argentinas y los distintos sectores militares del "proceso de reorganización nacional" discuten más o menos veladamente las posibilidades de transición del régimen actual hacia otro civil, una vez finalice el conflicto con el Reino Unido, o incluso antes.

La comisión política de las Fuerzas Armadas ha preparado un proyecto de participación de los partidos políticos en los órganos de consulta y asesoramiento de la Junta Militar.

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