El economista Jesús Prados Arrarte, nuevo académico de la Lengua
El catedrático de Economía Política Jesús Prados Arrarte fue elegido académico de la Real de la Lengua en la última sesión ordinaria celebrada por los inmortales el pasado jueves. El profesor Prados Arrarte ocupará el sillón N, el segundo de los diez de nueva creación destinados a técnicos en distintas disciplinas científicas, que, en palabras del nuevo académico, se tienen que ocupar de la incorporaciones que, desde las ciencias modernas y desde otras lenguas, se vienen haciendo al español.
MARIA PEREDA«Mi vida», dice el profesor Prados Arrarte, «ha sido muy aventurera. Ahora soy académico, catedrático y militante de base del PSOE». Nacido en Bilbao, en 1909, jubilado hace doce años del Banco Central, donde ejerció como jefe de su gabinete de estudios, economista de muchos organismos internacionales al más alto nivel, y, sobre todo, en América Latina, Jesús Prados Arrarte se considera a sí mismo «marxólogo no marxista», sin que esto signifique ninguna renuncia a toda una ejecutoria de hombre de izquierda.«Yo fui jefe de la FUE y estuve en la revolución de Jaca, por la que me condenaron a treinta años. Si usted se acerca a la hemeroteca y coge los periódicos de la época, me verá muchas veces nombrado ... Estuve escondido cuatro meses, y me fui voluntario a la guerra. Como hablaba francés, inglés y alemán -eso que me ha servido después-, en seguida me encargaron de otros temas. Fui jefe de Estado Mayor del general Clement, y en seguida pasé al Estado Mayor Central, con el general Rojo. A petición suya, me fue concedida la Medalla del Deber».
Prados Arrarte tiene un aspecto juvenil, habla de prisa, peina una perilla canosa que da vitalidad intelectual a su figura. Perfectamente entonada, por otra parte, con esa casa sobria, luminosa, clara, llena de bibelots de artesanía popular que han vuelto con él de sus exilios o de sus viajes. La cabra de Rosa Ramallo, acuarelas sencillas, esas serigrafías de García Lorca que cuelgan, como colgó una copia del Guernica, en las casas progres.
«La medalla fue porque me fue encargada una acción con la llamada División Perdida. Era toda una división del Ejército republicano que estaba cercada en el Pirineo. Desde Francia logramos que la aviación francesa les sobrevolara, con lo que conseguí que viviera mes y medio y saliera sin bajas.
Lo cuenta sonriendo, como quien habla de la historia de otro, y va tiñendo de cierto humor una biografía realmente llena de actividad nada habitual. «Como es lógico, luego fue el exilio. Quince años de profesiones un poco absurdas en Buenos Aires, entre ellas la de periodista, pero también fui obrero y empleado de tienda. Entonces, ya que no me valía mucho mi carrera de Derecho y de Intendente Mercantil, sí me empezaron a valer los idiomas que aprendí desde niño. Traduje varios libros del inglés y entré en la agencia Reuter como redactor-traductor. Por fin conseguí entrar como economista en una gran compañía.
La primera amnistía
«Para cuando se crearon las Naciones Unidas», sigue contando, y hay que decir que interrumpe su relato para enseñarme viejas ediciones de sus libros, su mesa de trabajo -madera fregada, llena de papeles cuidadosamente pisados por muestras minerales curiosas, tal vez fósiles, algún cristal- o su dictáfono electrónico, «para cuando se creó la ONU yo ya había publicado mis primeros libros. La ONU creó la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), y entré en ella como economista. Y allí seguí hasta 1954. Después de la primera amnistía, y cuando mi hijo llegaba al quinto de bachillerato, creí que había llegado el momento de volver. Así que regresé.En 1959 obtuvo la cátedra de Economía Política en la facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, y a un tiempo, durante catorce años, desempeñó en el Banco Central la dirección de su centro de estudios. «Me encargaba de la publicación de su estudio económico anual, que tenía que salir puntualmente cada 10 de enero, hasta que a mis sesenta años me jubilé. De esto hace doce, que dedico a escribir un tratado de economía política, para este país en que hay tan poca literatura económica original. Se han publicado ya cinco tomos de esta obra.
El segundo exilio fue después del llamado contubernio de Munich, en 1962. «Nos esperaron en un avión y nos pusieron en otro que iba a Amsterdam. Nos hicieron pagar el viaje, así que sin un duro tomé un tren a París, en tercera». Ese exilio lo ocupó trabajando para un grupo asesor del Estado peruano, constituido por la CEPAL, la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano d e Desarrollo. «Y trabajé tanto que cuando regresé a España me dieron dos infartos casi seguidos».
Ahora ocupará el primer sillón técnico de economía de la Real Academia de la Lengua, para el que fue propuesto por los académicos Julián Marías, Antonio Buero Vallejo y Alfonso García Valdecasas. «Claro que me va a tocar trabajar», dice no sin humor. «Es lo que he tenido que hacer siempre, para poder salir adelante».
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