Fraude alimentario

Nos preocupa la actitud del señor Carreras en su carta "Aceite de colza desnaturalizado" (EL PAIS 25 de julio), en relación con la nuestra, "Réquiem por una esperanza: la colza" (EL PAIS, 12 de julio), en la medida en que ésta puede representar la interpretación del mensaje que en su día nosotras quisimos y creímos haber transmitido a los lectores de EL PAIS.Nos gustaría, por tanto, aclarar, por un lado, el objetivo de nuestra carta y puntualizar, por otro, algunos conceptos extraídos de la misma de forma poco afortunada por el referido lector.

Como el propio titulo indicaba, no se trató de entonar un réquiem por la colza, sino por una esperanza: su utilización como fuente alimenticia, el objeto de nuestras investigaciones en los últimos años. Es obvia, por tanto, la necesidad de aclarar, como ya están haciendo muchos medios informativos, que el triste caso de intoxicación que se ha producido se debe a un aceite desnaturalizado, a un aceite no utilizable para la alimentación.

En lo referente al ácido erúcico contenido en el aceite de colza, dejando cifras aparte, que sólo ofrecen información al estudioso del tema, hemos de aclarar que las especies utilizadas en alimentación presentan un contenido suficientemente bajo como para que la FAO y la OMS acepten su uso, si bien aconsejan la mezcla con otros aceites. Si se han usado especies distintas a las destinadas al consumo humano, haciendo caso omiso de las recomendaciones de estos organismos internacionales, y además se han tratado con productos de alta toxicidad ajenos al aceite, debería tratarse de independizar este proceso del nombre de la colza, con vistas a no perjudicar el futuro. de ésta como fuente de alimentación.

Los glucosinolatos no son, "así y sin más" bociogénicos. Sobre el tema podría desarrollarse una tesis doctoral, pero, por supuesto, el hecho de que estos productos (o, mejor dicho, los que se forman en su hidrólisis o ruptura) son, "en general", productos bociogénicos es algo qué no nos hemos sacado de la manga, sino de numerosas publicaciones al respecto, que ponemos a disposición de cualquier lego o entendido y que han sido parte del material de trabajo que hemos utilizado para llevar a cabo nuestras publicaciones sobre la colza.

No pretendemos convertir a este ni a ningún periódico en "revista científica", sino, por el contrario, limitarnos a informar al consumidor que los productos alimenticios que contienen glucosinolatos (rábanos, coles, mostaza, etcétera), con independencia de ciertas consideraciones científicas (grado de acción bociogénica según el tipo de glucosinolato, cantidad ingerida, presencia de otras sustancias que inhibano eviten su ruptura o acción, etcétera) no tienen efectos nocivos para su salud.

Utilizamos estos ejemplos en su día como claro exponente de productos sobradamente conocidos y, desde luego, no tóxicos (muchos de ellos, además, excelentes para la salud).

Nuestro único fin ha sido y es la defensa de la colza, y ojalá que no haya un amén por ese réquiem que denunciamos, y quisiéramos no entonar nunca, pero que vemos cercano como resultado de todo este extraño proceso de información./ .