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Estados Unidos comienza a fabricar la bomba de neutrones

Moscú afirma que EE UU ha dado un paso "extremadamente peligroso" , dirigido a preparar una guerra nuclear

La decisión de la Casa Blanca de iniciar la construcción de la bomba de neutrones es, para los soviéticos, "un paso extremadamente peligroso, que conduce al relanzamiento de la carrera armamentista y a la preparación de la guerra nuclear". En estos términos se expresaba el domingo por la tarde la agencia oficial Tass, poco después de que el matutino norteamericano The New York Times diera a conocer la noticia.

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"La URSS", proseguía Tass, "no puede ser un indiferente observador de estos hechos, y estará en condiciones de responder al desafío que se le ha lanzado, en respuesta a los intereses de la seguridad del pueblo soviético y sus aliados".La agencia oficial soviética acusaba también a la Casa Blanca de poseer "instintos antropófagos" y de "amenazar la paz en el mundo".

Después de conocer que Washington iniciará la fabricación de la bomba de neutrones, el Kremlin parece haber perdido las esperanzas de poner freno a la carrera armamentista. A pesar de las duras declaraciones que prologaron la era Reagan, los dirigentes soviéticos habían insistido siempre en su confianza de lograr la vuelta a la distensión.

El 26º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) -que se celebró cuando Ronald Reagan llevaba sólo un mes en la Casa Blanca- apostaba por la distensión y el fin de la carrera de armamentos. El programa económico de dicho congreso -que ponía el acento en el desarrollo, durante los próximos diez años, de la industria ligera soviética, y la mejora de la calidad de vida- obligaba, según buena parte de los observadores, a canalizar los esfuerzos que con anterioridad se habían destinado a las industrias pesada y militar.

Sin embargo, la Prensa soviética parecía entonar ayer un réquiem unánime por la ya muerta distensión. Leónidas Breznev había afirmado en los últimos tiempos que la URSS no estaba dispuesta a quedarse atrás si se iniciaba de nuevo la carrera armamentista.

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Tass, el domingo, insistía en los mismos planteamientos. De momento, los soviéticos guardan silencio sobre cuál puede ser su respuesta. Pero en Moscú se recuerda cómo, en diciembre de 1978, Breznev afirmó que su país había experimentado ya la bomba de neutrones, aunque, por aquél entonces, no deseaba iniciar su fabricación.

La Prensa soviética ha mostrado su incredulidad respecto a las afirmaciones hechas por el The New York Times de que la bomba de neutrones no será instalada en Europa, sino que, una vez construida, quedará depositada en Estados Unidos.

La agencia oficial soviética se apresuró a asegurar, el mismo domingo, que Washington está dispuesto a imponer esta nueva arma nuclear a sus aliados europeos, una vez que se hayan instalado los euromisiles.

Europa, "rehén nuclear"

Nuevamente ayer, Pravda -que acusaba también a la "Prensa burguesa" de haber acabado con la distensión- exponía la tesis soviética de que Europa se está convirtiendo en un "rehén nuclear" de Estados Unidos. "Los europeos occidentales", afirmaba el más importante matutino soviético, "son cada vez más conscientes de que Europa puede llegar a ser la primera víctima del conflicto atómico", ya que en el viejo continente "no es posible una guerra nuclear limitada".

"Cualquier conflicto en el que se use tan sólo una parte insignificante de las armas nucleares almacenadas en Europa", proseguía Pravda, "conducirá a la completa desaparición de numerosos países europeos"

En este mismo contexto, el semanario Tiempos Nuevos trazaba, en su última edición, un panorama inquietante -aunque algo pintoresco- sobre el porvenir de Europa. Según esta revista, los alemanes occidentales intentan escapar del "holocausto nuclear" huyendo lo más lejos posible del centro de Europa.

Tiempos Nuevos afirma que desde que, Reagan llegó a la Casa Blanca este proceso se ha agudizado más, y que las embajadas en Bonn se encuentran sumergidas en una ingente cantidad de demandas de visados. Esta fiebre emigradora ha afectado especialmente a los consulados de Australia y Nueva Zelanda, el primero, había aumentado en dos tercios la concesión de visados, mientras el segundo la había ya multiplicado por cinco.

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