Sorpresa y reacción moderada en Italia
La decisión tomada por el presídente norteamericano, Ronald Reagan, de construir en América la bomba de neutrones tomó por sorpresa a las fuerzas políticas italianas, que el viernes habían cerrado las puertas del Parlamento para irse de vacaciones. Por eso las declaraciones oficiales fueron ayer muy escasas, mientras que la condena en la Prensa ha sido total, si bien con tonos distintos, según la posición de cada diario.El ministro de Asuntos Exteriores, Emilio Colombo, democristiano, después de haber celebrado consultas con sus colegas europeos, se entrevistó urgentemente con el presidente del Gobierno, el republicano Giovanni Spadolini. Una declaración conjunta, en la que se afirma que Italia sólo puede tomar un papel de espectador ante la decisión americana, tratándose de un acto interno de aquel país, que asegura que la bomba de neutrones no saldrá de los confines de Estados Unidos.
Se añade que Italia, con los demás países de la OTAN, se esforzará para llevar a cabo las decisiones ya adoptadas de colaborar a la distensión y al progresivo desarme mundial.
Muchos más duros fueron los comunistas, el mayor grupo de oposición, que declararon, a través de Adalberto Minucci, miembro prestigioso de la dirección del partido, que "las nuevas medidas de rearme anunciadas por Reagan pueden deteriorar hasta el límite de lo tolerable las relaciones, ya muy tensas, entre las grandes potencias, y poner en marcha una espiral que puede llevar rápidamente al umbral de una guerra de exterminio". El Partido Comunista italiano (PCI) ha dicho también que la decisión de construir la bomba de neutrones es un "monumento al cinismo", ya que, mientras extermina a las personas humanas, deja intactos "los dioses objeto".
La Prensa independiente, comenta que si es verdad que Carter había quitado peso y prestigio a América en la escena mundial, tampoco se puede olvidar que Nixon, "que no era ciertamente un hombre de izquierdas", había encontrado la clave para un diálogo entre EE. UU. y la Unión Soviética. Y desde ese momento el desarme no se presentaba ya como un mito de los pacifistas.
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