La sombra del golpe de Estado marcó la gestión de Calvo Sotelo y facilitó su derechización
El presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, ha cumplido cien días a la cabeza del poder Ejecutivo, que asumió el día 26 de febrero, a tan sólo 48 horas del intento del golpe de Estado que interrumpió el proceso de su investidura en el Congreso de los Diputados. El balance de esta primera y simbólica etapa de su gestión política está marcada por la intentona militar desde su comienzo y tiene, en su desenlace, otro importante elemento desestabilizador, como lo fue el asalto al Banco Central de Barcelona. De uno y otro acontecimiento faltan muchas explicaciones y, a la vista de la actitud del Gobierno en los últimos cien días, da la impresión de que no será fácil encontrar la claridad en las próximas semanas, entre otras cosas porque toda la gestión gubernamental estuvo marcada por el fantasma o vértigo del golpe. Una sombra esta que ha servido, en algunos casos de acicate para acelerar el desarrollo legislativo de la Constitución, la reorganización de la política autonómica, reestructuración de las Fuerzas Armadas y de orden público y para buscar un nuevo compromiso económico-social en pos de una cierta estabilidad social. La reorganización interna de la propia UCD, después de la dispersión del Congreso de Palma de Mallorca, y la búsqueda de un nuevo diálogo con la oposición han sido también iniciativas aceleradas bajo la sombra de la intentona. Pero esta aceleración e iniciativas se han visto marcadas por la escasez a la hora de los resultados, la timidez administrativa y, sobre todo, por un giro a la derecha, que ha quedado plasmado en todas estas políticas en las que se materializaron toda una serie de concesiones a los sectores más conservadores del partido centrista. La política exterior hacia la OTAN, la ley de Defensa de la Constitución, con presiones sobre la Prensa, el envío de tropas a la frontera del Norte, la oscuridad más absoluta en las muertes de Almería, los retoques a la ley de Divorcio en el Senado y las declaraciones de dirigentes centristas en favor del pacto con Alianza Popular demuestran esta tendencia a escapar del centro hacia la derecha, registrada en los cien primeros días del presidente Calvo Sotelo.
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